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se hombre, centro, arquetipo, y medida de todo lo mensurable. Ese hombre,
fedatario de lo que existía o no directamente a través de sus sentidos, ha ido
perdiendo terreno a partir del siglo XIX para dar paso progresivamente, aunque
con altos y bajos, a un nuevo concepto de la realidad en el que el hombre de la
calle acepta sin problemas lo que solo contados científicos especializados pueden
llegar a constatar. Día a día se descubren nuevas partículas que durante años fueron mera
especulación. Nuevos estados de la naturaleza, nuevos estados dimensionales como en el
caso del grafeno o del pigmento púrpura de la China clásica. En realidad, a pesar de tantos
adelantos hay temas, matices, en los que la vida se describe, pero no se entiende.Ya
Bergson decía:
nuestra inteligencia, tal como sale de las manos de la naturaleza, tiene por objeto
principal lo sólido inorganizado.Y es que el gran error de los biólogos de laboratorio es el de
tomar sus descripciones por explicación de la realidad.
Nadie medianamente culto pone en duda la teoría cuántica ni la existencia de los fotones,
fermiones o el bosón de Higgs a pesar de no verlos jamás y no saber absolutamente nada
de ellos.Y sin embargo, a pesar de ser mucho más evidentes, se pone en general en duda la
existencia de los fenómenos llamados paranormales , de los que tenemos conocimiento por
descripciones o que incluso hemos vivido en primera persona de forma más o menos
intensa. Cierto que el escepticismo sobre ellos es norma general y yo diría que incluso
sana, pero afortunadamente desde hace ya años, se está indagando, se están buscando con
métodos científicos explicaciones que nos lleven a comprender cómo y por qué se
producen.Ya se han implicado en ello varias ciencias como la Física, Siquiatría, Medicina,
Sicología y neurocientíficos intentan determinar a través de terminales, los impulsos
eléctricos del cerebro que puedan aparecer alterados durante algunos de estos estados.
Físicos eminentes plantean como muy posible la existencia
de varias dimensiones de realidad además de la que
conocemos.Y lo que realmente ha faltado son las técnicas y
los instrumentos apropiados para estudiar y confirmar que
existe otra dimensión y también para determinar cuales son
los estados de consciencia que llevan a ella.
En el caso de los espíritus estamos acostumbrados a decir en religión
que el alma no se destruye con la muerte y la primera ley de la
termodinámica afirma que la energía no se crea ni se destruye, sino que se modifica. ¿No
es al menos curioso que al mismo tiempo aceptemos y neguemos estas dos premisas
dependiendo si estamos en el campo de lo sagrado, la ciencia o la parasicología?
Afortunadamente personalidades relevantes de la ciencia, la medicina e incluso pilotos y
militares de muy alta graduación exponen con naturalidad en medios públicos sus
experiencias personales en este ambiente de la realidad, dando una muestra de cordura y
personalidad sólida.
En este número dedicamos la entrevista a una de esas personas muy respetadas en este
campo: Paloma Navarrete. Una farmacéutica que trabajó en el Consejo de Investigaciones
Científicas y a la vez colaboraba con la policía como parasicóloga en el esclarecimiento de
casos difíciles.
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Margarita Arroyo
Pliegos de Rebotica
´2016
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CARTA DE LA DIRECTORA
Es
curioso
que al mismo tiempo
aceptemos
y
neguemos