Revista Farmacéuticos - Nº 417 - Junio 2016 - page 39

FARMACÉUTICOS N.º 417 -
Junio
2016
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ARTÍCULO CON FIRMA
A
zul. Penínsulas, cabos y golfos. Peñas y peñones donde
moran albatros y gaviotas. Islas llenas de historia. Calas
y flores donde nacieron los amores y las civilizacio-
nes: Mar Mediterráneo. Donde los gradientes de azul se
mecen en las olas. Donde crustáceos, esponjas y cora-
les; medusas, peces y algas comparten hábitat con las verdes pra-
deras de posidonia. Hechizan estas plantas acuáticas en forma de
cinta, hogar y despensa de camarones y sepias. Son autóctonas del
Mediterráneo y protectoras de sus playas.Actualmente están ame-
nazadas y en regresión, aunque afortunadamente para nuestros
fondos marinos existen muchas reservas y áreas protegidas, donde
viven especies como los caracoles marinos. Uno de ellos, llama-
do
Murex brandaris
y conocido como “cañaílla”, fue la llave de la
expansión fenicia desde Tiro (sur de Libia) a todo el Mediterráneo.
De la glándula hipobranquial de este caracol y mediante un proce-
so de fermentación se obtenía
el más famoso tinte de la anti-
güedad, la legendaria púrpu-
ra de Tiro. Su tono, entre rojo
y morado, lejos de desapare-
cer, aumentaba con el tiempo
y era, por tanto, un artículo de
lujo. Los comerciantes feni-
cios fueron los primeros en
surcar las aguas mediterrá-
neas, fundando colonias en
islas y costas, hasta más allá
de las columnas de Hércu-
les. Los griegos, cartagineses
y romanos heredaron sus téc-
nicas de construcción naval y
utilizaron trirremes y birre-
mes para el transporte y la
guerra. Las oscuras y silen-
ciosas profundidades marinas están repletas de vestigios, que van
de la Edad de Bronce hasta la era contemporánea. Entre ellos se
acaba de descubrir enVillajoyosa un pecio que transportaba lingo-
tes y alimentos a Nerón. El barco llevaba un gran cargamento de
ánforas colocadas en la bodega entre sarmientos de vid para prote-
gerlas. Estaban llenas de salsa de pescado elaboradas con caballa,
boquerón y jurel. Una exquisitez no apta para todos los bolsillos.
Los romanos siempre tuvieron gran afán por los alimentos refina-
dos. Apicius, gastrónomo del siglo I, constituye una importante
fuente para conocerlos: huevos, queso y miel; trigo, carne y pesca-
do, almejas, camarones y ostras. De entre las frutas, las uvas eran
las preferidas. Bebían vino y cerveza.Y el aceite utilizado, el acei-
te de oliva, que posee el secreto del carácter de la vida en el
Mare
Nostrum
, al ser el ingrediente principal de la dieta mediterránea.
Junto a él: las verduras, hortalizas y frutas, que por su alto conte-
nido en antioxidantes y fibra pueden ayudar a prevenir cánceres y
enfermedades cardiovasculares; las legumbres, ricas en proteínas
de origen vegetal, bajas en sodio y azúcares, aportan vitamina B
1
,
ácido fólico, hierro, magnesio y zinc; yogur, quesos y pescados
en abundancia. Y no podemos olvidar los frutos secos: piñones,
nueces, avellanas y almendras. El bosque mediterráneo, formado
por acebuches, encinas, algarrobos, pinos, olivos y almendros, se
deja perfumar por matas de retama, tomillo, manzanilla y rome-
ro. Encaramado en un alto cerro, un almendro oteaba el horizonte.
Desde su privilegiada atalaya observaba, desde tiempos remotos,
el devenir de la historia. Se entretenía con el vuelo de los cormora-
nes y gaviotas en busca de bancos de peces. Dialogaba con la vieja
higuera solitaria que, apoyada sobre una torre vigía, aún derrama-
ba sus frutos a punto de miel. Recordaban los tiempos cuando ber-
gantines y bajeles cruzaban las aguas hacia Levante; las guerras
púnicas y cartaginesas, las cruzadas, ataques corsarios y naufra-
gios.Avatares de un mar con mucha historia.Actualmente camino
trágico de los que buscan el paraíso europeo. La vida o la muerte
a bordo de pequeñas embarcaciones. Pero el almendro nos trae la
primavera. Sus flores, blancas y tempranas, le confieren el carác-
ter profético de la llegada de los buenos tiempos. ¡Ojalá sea así
y lleguen nuevos vientos! Que traigan el color dorado de la tar-
de, impregnados de olor a algas, espuma y sal. Que hagan sonar
los instrumentos de viento haciendo danzar a las sirenas de Uli-
ses, interpretando
LaMer
, obra maestra impresionista de Debussy.
Que los compases del
O Sole Mío
sigan encendiendo los corazo-
nes. Que la luz del mediodía continúe inspirando a grandes pin-
tores como Cezanne, Van Gogh o Matisse. Que los balcones se
llenen de geranios y los cami-
nos de chumberas, los huertos
de limoneros y los jardines de
jazmín. Y que pargos y lubinas,
doradas, rapes y meros compar-
tan las azules aguas con jureles,
salmonetes y boquerones. Salu-
dable alimento de los pueblos
costeros, que desde la antigüe-
dad se han dedicado a la pesca y
el marisqueo. Consecuencia de
esta actividad nacieron las cofra-
días de pescadores, cooperativas
o hermandades. Asociarse es el
derecho humano de agruparse
con fines comunes. Así, en 1953
nació la Sociedad Farmacéuti-
ca del Mediterráneo Latino, que
da cabida a todos los farmacéu-
ticos con independencia de la modalidad del ejercicio profesio-
nal desarrollado. Está constituida por tres grupos internacionales
independientes: España, Francia e Italia. Sus fines corresponden
a establecer y promocionar la colaboración científica, profesio-
nal y cultural entre farmacéuticos y universitarios de estos países,
así como de cualquier otro país mediterráneo o latino relaciona-
do con las ciencias farmacéuticas. Todo esto se lleva a cabo con la
organización de congresos, intercambios o publicación de boleti-
nes, trabajos o informes. Esta sociedad está muy vinculada a las
facultades de Farmacia de los países miembros, auténticos faros
de conocimiento que iluminan las costas del saber. Como aquellos
faros que guiaron a navegantes, marineros y pescadores por siglos.
Desde el mítico Faro deAlejandría hasta el más modesto guardián
en cualquier islote del litoral. Que tendrá su jornada más corta de
trabajo en la noche de San Juan. Mágica es la noche del solsticio
de verano; llena de creencias y tradiciones. Hogueras encendidas
en playas o barrancos, entre hermosas ruinas y al pie de los vol-
canes, purificaran los corazones. Fuego reflejado en el mar, donde
los pescadores creen que San Juan pasará bendiciendo las aguas
y evitando catástrofes. En muchos pueblos es costumbre tomar el
primer baño del año. Dicen también que las hierbas y las aguas se
colman de virtudes especiales. Noche de prodigios donde se entre-
tejen de nuevo los sueños.Y soñar con un monte, un almendro y el
mar. Al igual que el pintor malagueño Evaristo Guerra hizo, cuan-
do decidió pintarlos en un bello cuadro, que inspiró y da título a
este artículo.
María del Mar Sánchez Cobos.
Farmacéutica
Monte con almendros y, al fondo, el mar
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