FARMACÉUTICOS N.º 403 -
Marzo
2015
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Asesoramiento Farmacéutico
Valoración
El dolor dental es, sin duda, una de las cau-
sas más comunes de consulta al farmacéuti-
co, frecuentemente debido a que el miedo,
temor o fobia que siente el paciente hacia
todo lo relacionado con el dentista (odon-
toestomatólogo) le retrae de tal forma que descuida por completo
su boca. Obviamente, el primer objetivo del farmacéutico en este
aspecto es combatir dicho retraimiento y encauzar debidamente a
estos pacientes hacia la consulta odontoestomatológica, para lo que
es preciso que el farmacéutico explique con claridad los importan-
tes riesgos que dicha intervención odontológica evitaría. Ello no
obsta para que desde la farmacia puedan, adicionalmente, facili-
tarse algunas medidas para paliar el dolor y, especialmente, reali-
zar un mantenimiento permanente de la higiene dental, fundamen-
tal para la prevención de la enfermedad periodontal. Por su parte,
son los pacientes con caries, enfermedad periodontal e infecciones
odontógenas los que suelen visitar al odontólogo. A partir de los 35
años de edad, el 92-94 % de la población adulta tiene caries, y entre
el 85 % y el 94 % de la población española mayor de 35 años pre-
senta algún problema relacionado con las encías.
En todo caso, la
higiene oral
es una medida fundamental para
la eliminación de la placa bacteriana y la prevención del proceso
cariógeno y la patología periodontal. Entre las medidas de higiene
oral o bucal más importantes y asequibles se encuentra el cepillado
dental con o sin uso de la seda dental.
El paciente debe ser instruido sobre la técnica correcta de
cepillado dental, que puede incluir el cepillado dorsolingual.
El tipo de cepillo (tamaño y forma, consistencia de las cerdas,
uso personal estricto para evitar contagios, renovación aproxi-
mada mensual), las maniobras de cepillado (manual o eléctrico
en algunos pacientes con dificultades motoras), el tipo de pas-
ta dentífrica (anticaries, de blanqueamiento, antihipersensibi-
lidad dentinaria, etc.) y el uso de seda dental (tipo y grosor) u
otros sistemas de higiene dental dependen de las características
del paciente y deben ser aconsejados por el facultativo, el cual
puede también recomendar medios auxiliares de higiene (como
los colutorios), así como la conveniencia de higiene bucal por el
odontoestomatólogo para realizar por ejemplo una tartrectomía
mecánica (remoción mediante curetaje, ultrasónica, etc.) del
tártaro o sarro dental, es decir, la placa bacteriana calcificada
que se forma en la superficie dental y resulta visible cuando es
supragingival, indicando al paciente la frecuencia o periodici-
dad con que debe someterse a limpieza dental (por ej., cada 6-12
meses) en función de sus características individuales, sobre todo
según lo aconseje el resultado del examen de las encías (colo-
ración normal o, por el contrario, enrojecimiento y sangrado) y
del espacio subgingival (atención a la aparición de sarro). Debe-
mos recordar que el uso indiscriminado o no controlado de anti-
sépticos puede enmascarar la progresión de periodontitis coe-
xistente con otras infecciones bucales leves.
El
colutorio
es un lavado o enjuague de la boca con un medica-
mento en solución destinado a este uso. El enjuague bucal puede
completarse o no con un
gargarismo
, maniobra que permite man-
tener un líquido en la garganta, con la cabeza echada hacia atrás,
agitándolo por la contracción de los músculos del velo del paladar
y la acción del aire espirado, aunque el gargarismo está más especí-
ficamente indicado en las afecciones de la garganta, es decir farin-
goamigdalitis o incluso laringitis. No es infrecuente la impresión
de una patología “bucofaríngea” en la que la afección de la cavi-
dad orofaríngea tiene un carácter general y el objetivo es por tanto
mejorar la infección y/o inflamación de la mucosa que tapiza esta
cavidad de modo global mediante enjuagues y gargarismos.
Aunque el colutorio es una forma de administración de medi-
camentos bien conocida, conviene recordar y realizar algunas
precisiones. Debe insistirse al paciente sobre el carácter tópico o
local de la medicación y, por tanto, que no debe ingerirla o tra-
gársela de forma voluntaria. Sin embargo, es inevitable la deglu-
ción de una pequeña cantidad del colutorio, lo cual no debe ser
motivo de preocupación. El paciente debe comprender que para
favorecer el contacto del producto con las superficies a tratar, el
enjuague debe tener una duración mínima de 30 segundos antes
de expulsarlo. Durante ese tiempo, el líquido debe movilizarse
por la boca utilizando la musculatura de los carrillos. En ocasio-
nes, si la adhesividad del producto es baja, se puede recomendar
que el enjuague bucal se retenga durante un tiempo de hasta tres
minutos (según las indicaciones de la ficha técnica y del prospec-
to). Alternativamente, puede recomendarse una mayor frecuencia
de enjuagues al día.
Otro aspecto sobre el que debe llamarse la atención del pacien-
te es la dilución o no de la solución tópica para enjuagues. Hay
colutorios que pueden ser utilizados directamente para el enjua-
gue bucal porque ya están preparados a la concentración apropia-
da, mientras otros deben diluirse a la mitad o incluso en mayor
proporción de agua. Por tanto, hay que leer y seguir las instruc-
ciones del fabricante, pero el farmacéutico debería ofrecer su
cooperación en este aspecto que puede no ser fácilmente com-
prensible para el paciente, explicándole si es necesario las equi-
valencias volumétricas de medidas vulgares pero prácticas como
la cucharada, el vaso de agua, etc. El uso del colutorio a una con-
centración inapropiada puede ocasionar reacciones indeseables
como irritación, sobre todo para ciertos antisépticos (v.g., formal-
dehído, pero también clorhexidina y otros). Aquellos colutorios
preparados en solución alcohólica también pueden resultar irri-
tantes, sobre todo en determinados pacientes (niños y ancianos) y
debe advertirse que el uso prolongado de soluciones alcohólicas
es perjudicial para la mucosa oral.