FARMACÉUTICOS N.º 387 -
Septiembre
2013
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CARA Y CRUZ
M
i andadura con los medicamentos se inició ya
hace muchos años. Recuerdo que, cuando aún
comenzaba, me encontraba pasando una tem-
porada en el extranjero cuando un estudiante de bachi-
llerato me mostró una fórmula orgánica del todo des-
conocida para mí. Con los ojos me lanzaba el reto:
“¿sabes lo que es?”. No puedo ocultar el pequeño
traspiés que supuso para mi orgullo descubrir por sus
palabras que se trataba de la todopoderosa molécu-
la del ácido acetilsalicílico. Pensé que debía haberlo
sabido y eso, en cierto modo, me avergonzó.
Muchas y variadas fueron las moléculas y los cono-
cimientos farmacéuticos
memorizados a partir de
entonces. Uno estudia y
memoriza tanto que lle-
ga a convertirse en una
verdadera biblioteca de
datos, la mayoría de los
cuales hoy se rescatan,
en tan sólo unos segun-
dos, teniendo a mano
una tableta con acceso a
Internet.
Ocurrió hace unos
cuantos días. Mi hijo
tuvo un episodio alér-
gico. Su cara se con-
vertía en minutos en un
cuadro ilustrativo de
todos aquellos síntomas
que estudiábamos en la
facultad bajo el título de
alergia o hipersensibili-
dad. Los conocimientos se entrelazan con los senti-
mientos de manera trepidante en estos casos en los
que, a momentos, la sensatez huye. No podía evitar
recordar como recién estudiado el edema de glotis que
se produce en los casos graves, como final catastrófi-
co, de forma tan clara y presente como ausente en el
día del examen.
Me asusté, claro está. Como cualquier madre, ima-
gino, ante cualquier contrariedad que le sucede a su
hijo. En pocos minutos, con la asistencia telefónica
de un pediatra, me vi manejando la jeringuilla dosi-
ficadora, los jarabes de mi botiquín, los mililitros,
las dosis... más como madre corriente y moliente que
como farmacéutica avezada, faceta que me abandonó
mientras yo observaba a mi hijo rascarse impaciente.
Me vi dándole vueltas al prospecto, laaargo, infini-
to. Carecía de concreción en sus múltiples apartados.
La posología, el peso… ¿cuánto pesa?, ¿tengo jeringa
dosificadora?, ¿es suficiente con una cuchara?...
A medida que todo pasaba, la hinchazón remitía y
el momento crisis se animaba a devolverme la cara de
mi hijo tal como la recordaba. La neblina mental en la
que estaba inmersa se levantó, mostrándome a todos
aquellos que lidian no uno sino todos los días con no
uno, sino varios medicamentos y con pocas o ninguna
herramienta cognitiva para superar la prueba. Recor-
dé a todos aquellos que pasan por la farmacia a reco-
ger a veces hasta diez cajas (les son útiles ¿TODAS?)
de medicamentos, cada uno de ellos con sus prospec-
tos doblados en mil fragmentos, galimatías en los que,
en ocasiones, se esconde la respuesta misma a algunos
de los males que los aquejan a diario. Inevitablemen-
te me comparé con ellos, a veces la comparación era
obscena.
Comprendí de
golpe algunos de
los motivos que les
empujan a abando-
nar la medicación.
A veces son tantos
que ni siquiera tra-
tándose de blísteres
de deliciosos man-
jares les sería posi-
ble tomarse todos
los prescritos.
Creo firmemen-
te, ahora más si
cabe, en el valor
añadido del farma-
céutico en la tera-
péutica del pacien-
te. En la Atención
con mayúsculas que
debemos prestar a
los que, como yo en este episodio, se encuentran a
diario con estas píldoras multicolor que se presentan
como solución a sus problemas y se convierten, por
falta de asistencia, en problemas sin solución.
Todo farmacéutico con formación e inquietud por
actualizarse tiene una respuesta a muchas de las res-
puestas que se formulan los pacientes. A veces, estas
respuestas se guardan en el bolsillo al abrigo del mie-
do a no saber hacerlo bien, que no es más que un fan-
tasma que se disipa consultando la bibliografía. Otras,
son semillas que germinan en programas que nues-
tras organizaciones profesionales ponen a nuestra
disposición, arrebatándonos la excusa más peregri-
na. El último “ADHIÉRETE” es un buen ejemplo de
ello. Los datos son tozudos: 200.000 muertes prema-
turas en Europa relacionadas con la no adherencia,
125.000 millones de euros de pérdidas…, ya son más
de 200.000 millones de razones para dejar de guardar
esa perla en el bolsillo.
Cristina C. Montes
El farmacéutico, un valor añadido