Revista Farmacéuticos - Nº 135 - Octubre-Diciembre 2018 - page 9

libertad, que no puedo trabajar en mi oficio, que no puedo
hacer aquello para lo que he nacido, porque los sindicatos
me cierran las puertas de la justicia más elemental.
El cine no es más que una máquina de contar cuentos y
de llevar ese cuento a todas las latitudes de la tierra.
Yo necesito la pantalla, no me falta más que la pantalla.
¡la pantalla!...y no la tendré nunca, porque no pertenezco
al sindicato.
Todo cayó en saco roto. No se hizo la película.
Leyendo la novela, pasa como cuando se ve por
primera vez la película Ciudadano Kane, que resulta
soporífera. La segunda vez ya vas entendiendo algo y
finalmente acaba figurando entre tus películas
favoritas.
La manzana es dura de tragar la primera vez, incluso
la segunda. Pero tiene algo que atrapa y hubiera
resultado una buena película dirigida por Buñuel. León
Felipe narra el texto dirigiéndolo, haciendo de
regidor, camarógrafo:
“Abilio llega, ve y mata. Da una estocada a la sombra
de Paris que, al alcanzarle, desaparece. Desaparece de
la fantasíaa de Elena la protagonista y del cerebro
atormentado de Abilio, de la pantalla por tanto y la
espada se clava en el seno izquierdo de Elena bajo la
atenta mirada del espectador. La pantalla se oscurece
y una manzana revolotea igual que un pájaro en las
sombras buscando un nido”.
Lo escribe de forma cinematográfica y lo hace
magistralmente.
El ambiente artístico mexicano estaba enrarecido. Se
libró una batalla por cuestiones sindicales en el
campo económicamente próspero del cine mexicano
y no ganó nadie porque, en opinión de León Felipe,
los dos bandos estaban corrompidos sindical y
artísticamente.
El desencuentro entre León Felipe y el cine en
general y con Buñuel en particular, se mantuvo a lo
largo de los años. Cuando se reunía con sus
numerosos amigos intelectuales en el Café Sorrento,
jamás hablaba de cine.
Y Buñuel había desestimado la obrita de su
antiguo amigo, pero se quedó con una idea muy
cinematográfica: los celos. Era un tema que le
venía como anillo al dedo y lo llevó a la pantalla
con su película ÉL, un paranoico, obsesivo,
temeroso de perder a su mujer y que interpreta
mal lo que ve. De la autora Mercedes Pinto e
interpretada por Arturo de Córdova en el papel
de Francisco. Un personaje mortal.Y por lo tanto
puede hacer con él lo que quiera, demostrando
sus propias obsesiones.Tenía razón León Felipe
“quiere personajes mortales para humillarles,
torturarles”.
La obrita
La Manzana
se publicó por Finisterre
Editores en 1974.
No tuvo buenas críticas. Destacamos la siguiente:“El
poeta no inventó fábula, personajes ni situaciones. Es
un texto cargado de símbolos. Obra confusa y de
escasa relevancia que no tuvo reedición”.
León Felipe debía poseer dotes de vidente cuando
dijo que desaparecerían los teatros y las iglesias.
Teatros hay cada vez menos y más de una iglesia ha
sido reconvertida en Sala de Exposiciones y algunas
cuelgan el cartel de SEVENDE.
La pasión de León Felipe era el cine y nos
despediremos con sus propias palabras:
”La pantalla, esa sábana blanca y milagrosa como el
sudario de Cristo, le ha sido dada al hombre para
otros menesteres y cuando esté en manos de quien
debe estar, el Poeta dirá con ella y de balde, como
siempre, su mensaje maldito y sagrado para que le
oigan todos los hombres de la Tierra”.
“¡Dadle al Poeta la pantalla! Obligadle a que la recoja,
la levante del cieno y la dignifique, que es suya.
Aunque él no la quiera”
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