Revista Farmacéuticos - Nº 124 - Enero/Marzo 2016 - page 48

S
S
ucede muy pocas veces pero, afortunadamente,
sucede. La Academia sueca concede el Premio
Nobel de Literatura a un periodista. Se arma un
cierto escándalo, se enciende la polémica y se cri-
tica hasta la saciedad una forma de contar las co-
sas que muchos
expertos
jamás considerarán como un ar-
te digno de ser reconocido en los altares de la cultura.
Y no es verdad. No sé si el periodismo es el mejor
oficio del mundo como aseguraba el gran Gabriel Gar-
cía Márquez; no sé si los chicos de la prensa hacen un
trabajo como otro cualquiera que no requiere mayo-
res reconocimientos que las nóminas percibidas a fi-
nal de mes; no sé si el corporativismo intrínseco a ca-
da profesión o la falta de objetividad permanente en
la forma de hacernos llegar las noticias, sitúan a los re-
porteros en el filo de la falta de credibilidad. Puede
ser; pero también es cierto que sin ellos, sin su traba-
jo, sin sus calladas y pacientes investigaciones, sin sus
reflexiones mezcladas con la realidad, sería imposible
hacernos una idea, más o menos aproximada, del mun-
do que nos rodea.
Este año, el Nobel ha ido a parar a Svetlana Alexie-
vich, una escritora bielorrusa nacida en Ucrania y tes-
tigo aventajado del tiempo que le ha tocado vivir en
un país hegemónico y desmembrado, en una dictadu-
ra que, como tal, imponía el silencio y la censura, en
una patria encorsetada, cruel y, en demasiadas ocasio-
nes, criminal e inhumana.
Alexievich llevaba unos años en las quinielas para la ob-
tención de este Premio. Las casas de apuestas tenían
bien colocadas sus opciones, pero Svetlana sufría una ta-
ra difícil de soslayar. es periodista.
No ha habido demasiados Nobel llegados desde el pe-
riodismo, pero sí hay nombres que olvidaron los sue-
cos y que son pura historia de la literatura, cuya pro-
cedencia eran los simples papeles de periódicos. Como
botón de muestra de los que sí llegaron a la meta, lla-
ma la atención que el primer gacetillero que alcanzó
los laureles del Nobel fuera Alfred H. Fried que com-
partió el Nobel de la Paz en 1911–por supuesto que
no el de Literatura– por su compromiso con los mo-
vimientos pacifistas y la difusión del Esperanto como
lengua de intercomunicación entre los distintos pue-
blos del planeta.
Entre los ausentes, hay que señalar en el primer lugar cronoló-
gico al calificado como padre de la literatura americana por el
NobelWilliam Faulkner.Se trata de Samuel Langhome Clemens,
mucho más conocido por su pseudónimo, Mark Twain, y que
no alcanzó las mieles del reconocimiento académico por su pro-
cedencia periodística.
La Academia estaba equivocada. Hoy
Las aventuras deTom
Sawyer
es libro de obligada lectura en todas las escuelas
norteamericanas; además, Twain fue autor de numero-
sos cuentos y relatos que alcanzan en muchas ocasiones
el calificativo de geniales.
En la Facultad de Periodismo de la madrileña Universidad
Complutense es texto de referencia el siguiente trabajo
de Twain. Exagerado, sí; pero pleno de verosimilitud y vi-
gencia. Quizá, en nuestros días, más actual que nunca.
48
José Vélez García-Nieto
Pliegos de Rebotica
´2016
SOLES DE MEDIANOCHE
Reivindicación del
periodismo
La diferencia entre literatura y periodismo es
que el periodismo es ilegible y la literatura
no es leída
(Oscar Wilde)
Las cinco frases más memorables de Svetlana Alexiévich al recibir el Nobel
"Los rusos no entienden de libertad".
"Las dos palabras más importantes de Rusia son guerra y prisión".
"Nadie tiene energía para una nueva revolución".
"Nuestra vida se debate entre caos y cuarteles".
"El comunismo no ha muerto, su cadáver está vivo".
1...,38,39,40,41,42,43,44,45,46,47 49,50,51,52
Powered by FlippingBook