Revista Farmacéuticos - Nº 118 - Julio/Septiembre 2014 - page 48

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xtraño trabajo el que se me encomienda en
Pliegos
para este verano de 2014, en el cente-
nario del comienzo de la Gran Guerra, aque-
lla que costó casi diez millones de muertos.
Civiles y militares sin distinción fueron ensan-
grentados, arruinados, masacrados y devastados porque
un terrorista, al que todavía se rinden particulares ho-
menajes, acabó con la vida del heredero de una coro-
na que empezaba a languidecer.
El calor es mal consejero para tomar decisiones de
Estado. Las guerras siempre son injustas. Las huidas ha-
cia adelante, sin ton ni son, pueden ser el peor de los
remedios para cuestiones como el honor quebrado o
el asesinato de un joven llamado a dirigir cierta por-
ción del mundo en evidente decadencia.
En aquellos días el viejo Caronte hubo de iniciar un
desenfrenado ritmo para hacer viables miles de viajes
en su barca hacia el Hades o la Gloria. Un trayecto re-
petido por toda la Eternidad trasladando a las gentes
en su última singladura. Seguro que necesitó ayuda y
una flota suplementaria con otras embarcaciones para
tanto ser humano
despojado del ma-
yor de sus bienes
en circunstancias
de violencia des-
mesurada. Nunca
antes tuvo tanto
trabajo. Desgracia-
damen t e , so l o
unos años después
–poco má s de
treinta– hubo de
repetir tan infausta
experiencia. Cerca
estuvo la especie
humana de cum-
plir la profecía de
lord Dunsany que
en 1915 vaticinó
un último viaje del
decrépito remero
cuando un niño le
aseguró que no ha-
cía falta que retornara a la otra orilla, la de los vivos, a
buscar más cadáveres porque él había sido el último
superviviente.
Caronte y sus ayudantes lo han visto todo y no tie-
nen mucha capacidad para la sorpresa.Todos los muer-
tos, todos sin excepción, aterrizan al otro lado del la-
go con el rostro indeciso y desembarcan camino de lo
desconocido, arrepintiéndose de tantas cosas, buscan-
do excusas a lo inexplicable, comprendiendo todas las
oportunidades perdidas. Es un rato incómodo. Nadie
sabe lo que le espera al otro lado de este velo sutil e
infranqueable que todos tendremos que atravesar en el
culmen de nuestros días.
Federico Muelas
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rumbo a la Eternidad
Muchos años después, a finales de 1974, Federico Mue-
las embarcó desde el Hospital Clínico de Madrid en la
vieja barca del desgastado marino, de una forma un tan-
to imprevista y precipitada. Como buen poeta, Federi-
co supo desde el primer momento que se encontraba
en la travesía de la oscura laguna Estigia. Se encomen-
dó a la
Divina Comedia
y los versos de Dante y confió
en el buen destino que el último tránsito reserva a las
almas que no guardan rencor y tienen algún proyecto
humanitario entre sus manos.
Por un momento, reflexionó sobre su escaso amor
a las exigencias clericales, pero le restó importancia. Ha-
bía tenido una vida plena, llena de actividades, pero sin
perjudicar a nadie, Había formado una familia sólida ci-
mentada en unos valores de tolerancia y solidaridad
más que suficientes. Profesionalmente, había sido un bo-
ticario activo, con nula visión empresarial, siempre dis-
puesto a emprender las actividades intelectuales que
pudieran surgir en torno a una buena tertulia. Pensó
también en su amada Virgen María, en las estrofas diri-
gidas a Ella que habían surgido de sus lápices, en la in-
finita misericordia de quien ha de juzgarnos…
Y así llegó a la otra orilla. Una multitud esperaba a
unos recién llegados temblorosos y atemorizados. De
inmediato, surgieron reacciones aquí y allá de gentes e
individuos que se reconocían después de años de au-
sencia. Una leve mueca sonriente se dibujó entonces en
los labios de Caronte mientras procedía a virar su em-
barcación para volver de nuevo a su punto de origen
¿Por qué todos los seres humanos, sin excepción, aguar-
dan con tanto miedo el momento de este desembar-
co? Separó lentamente las tablas de la vieja barca del
muelle y volvió a remar sin descanso. Al menos, ahora
no llevaba el peso de las almas y sus correspondientes
penalidades.
Un hombre serio y taciturno se acerca entonces a
Muelas. Parece que dejó de sonreír hace siglos. Federi-
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José Vélez García-Nieto
Pliegos de Rebotica
´2014
SOLES DE MEDIANOCHE
Mezclado según arte y
al final…, Cuenca
Este desconocido es un cristiano
de serio porte y negra vestidura,
donde brilla no más la empuñadura,
de su admirable estoque toledano.
Manuel Machado
Caronte, ilustración de Gustave Doré para
La divina comedia de Dante.
1 Federico Muelas,
como bien saben casi todos los lectores, fue el fundador
de nuestra Asociación Española de Farmacéuticos de Letras y Artes (AEFLA).
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