Revista Farmacéuticos - Nº 384 - Mayo 2013 - page 27

FARMACÉUTICOS N.º 384 -
Mayo
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Artículo CON FIRMA
R
ío arriba van, cansados de tanta mar. Saltando impacien-
tes, van contracorriente. Una aventura vital. Detrás han
dejado el estuario.A la derecha, las casas blancas de San-
lúcar de Barrameda se asoman a la playa de Bajo de
Guía. A la izquierda, verdes pinares y dunas blancas se
vislumbran. Hogar de garzas reales, milanos y bellos linces ibéri-
cos. Ciervos salvajes y jabatos que pasean entre romero y lentisco;
almoradux y tomillo. Coto de Doñana le llaman. Hacia allá van,
todas las primaveras, los miles de peregrinos que se dirigen hacia
El Rocío para honrar a la Blanca Paloma, la Virgen del Rocío,
que en su blanca ermita
mora. Crujen las carretas y
piafan los caballos al subir
a la barcaza que los trasla-
da de orilla a orilla, dejando
en el aire un clamor de can-
tes y bailes. El inconfundi-
ble toque de una flauta y un
tamboril y una Salve. Revo-
lotean gaviotas, cormoranes
y somormujos al paso de la
embarcación. Son las aves
de la marisma, las mismas
que acompañaran a nues-
tros delfines viajeros, que
entre bancos de langostinos,
camarones y pececillos pro-
siguen su camino.
A lo lejos se divisan las
pequeñas lomas, ondula-
das, en cuyo suelo crecen las viñas, que, acariciadas por los
vientos del sur, dan unos vinos dorados, suaves, generosos:
finos y manzanillas.
Tras la estela de un barco velero, la manada se zambulle y
emerge, nadando y respirando. Avistan Trebujena y Lebrija,
que fueron asentamientos prehistóricos del lago salado lla-
mado
Lacus Ligustinus
, donde hasta la época romana pare-
ce ser que desembocaba el Guadalquivir. En esta zona estaría
situada la legendaria y misteriosa Tartessos. Según fuentes
clásicas, en el delta del río estaba la isla Eritia, donde habi-
taba el rey Gerión, dueño de unos magníficos ganados. Has-
ta este enclave llegó Hércules para cumplir el décimo de los
famosos doce trabajos, que consistía en robar los toros rojos
que pastaban en las praderas del río. Podemos considerar este
hecho como punto de partida del origen de leyendas y ritos
que tienen al toro bravo como protagonista. Dejando a un
lado la leyenda, es cierto que la calidad de la hierba y la com-
posición mineral del agua han hecho posible la cría del toro
bravo en estas latitudes, aunque actualmente son muy pocas
las ganaderías que siguen pastando en la marisma. Relinchos
y mugidos; avutardas, abejorros y cigarras van entonando el
canto marismeño. Los juncos y cañizales se cimbrean con
el viento. Todos saludan a los insólitos aventureros, que a
favor de la marea van remontando la corriente. Los Palacios
y Villafranca quedan a la derecha. Los saltamontes y las libé-
lulas comparten su hábitat con los cangrejos en los arrozales.
A la izquierda, La Puebla, donde los toreros sueñan veróni-
cas, y los poetas, la gloria. Y Coria del Río, al pie de la cor-
nisa del Aljarafe, hogar de los esturiones andaluces o sollos,
que daban un magnifico caviar. Continúan incansables los
intrépidos nadadores. Ya han recorrido casi 80 kilómetros.
El delfín es capaz de alcanzar los 50 km/h y tiene un cerebro
voluminoso con más involuciones que el humano, posee gran
capacidad de aprendizaje y un lenguaje muy evolucionado. Y
uno se pregunta: ¿Qué se dirían, cuando se encontraron entre
Sevilla y Triana, aquel día allá por los años 70 del siglo XIX?
Divisaron la Torre del Oro y la Maestranza reflejándose en
el cauce y vivieron una fiesta inesperada. Como si regresara
la flota de Indias cargada de tesoros y aventuras del Nuevo
Mundo, el gentío a mano-
jitos iba llegando. Palmas
y coplas al aire; alfareros,
cantaores, carreros, ciga-
rreras y toreros. Pañue-
los y sombreros al vien-
to; mayores y chicuelos,
damas y caballeros. Allí
se encontraron por prime-
ra vez Ana Ruiz y Anto-
nio Machado Álvarez.
Sí, fue un hecho singu-
lar:
“un acontecimiento
importante de mi vida es
anterior a mi nacimiento.
Y fue que unos delfines,
equivocando su camino,
y a favor de la marea, se
habían adentrado por el
Guadalquivir, llegando
hasta Sevilla. De toda la ciudad acudió mucha gente (…)
entre ellos mis padres, que allí se vieron por primera vez”
.
Así relata Antonio Machado la tarde de sol en que sus padres
se conocieron. Las aletas se volvieron alas, alas de cupido
y… nacieron dos poetas: Manuel y Antonio, que no dejaran
de cantarle a su río.
Ya no quedan esturiones ni delfines que se paseen por el roma-
no río Betis. La reducción de los caudales de agua dulce, la ero-
sión de los márgenes, los vertidos industriales y agrícolas, por un
lado, y la navegación y el drenaje, por otro, están teniendo graves
consecuencias sobre el equilibrio ecológico de la zona. El río es
la arteria principal que da vida al espacio natural donde millones
de aves europeas migran todos los años. Es por tanto primordial
y urgente la recuperación y preservación de este entorno.
Arriba, en la sierra, un cervatillo se acerca a un manan-
tial a beber. Está dando sus primeros pasos a la vez que lo
hace “el Río Grande”, como lo denominaron los árabes. Baja
recién nacido en la Cañada de las Fuentes (Cazorla). Tranqui-
lo y sosegado a su paso por tierras de Baeza, va descendiendo
entre olivares. Bordea Sierra Morena y transita junto a Andú-
jar; por Villa del Río y Montoro se dirige al encuentro de la
Baja Andalucía. Y van sus aguas cantando: por Córdoba, voy
pasando y mi puente y mi Mezquita en ellas se van mirando.
Entre álamos, sauces y naranjales a Sevilla llegara. Y aque-
llos despistados delfines regresaran con el agua, que siempre,
siempre, va buscando el mar.
María del Mar Sánchez Cobos
Farmacéutica
Los delfines del Guadalquivir
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