Revista Farmacéuticos - Nº 116 - Enero-Marzo 2014 - page 48

S
on detalles que pueden pasar desapercibidos, que
apenas se consideran en el momento en que se
producen, a los que no se concede importancia
alguna… y, sin embargo, son capaces de cambiar la
historia de laHumanidad.
Con frecuencia, los personajes que protagonizan
estos hechos parecían nacidos para asumir un papel
secundario, de simple reparto, y adquieren por las
circunstancias, una relevancia que les hace pasar a la
historia de un país o de todo el planeta con letras
grabadas, muchas veces, a fuego, sangre o heroísmo.
Hablamos, por ejemplo, de uno de losmayores
genocidas que asolaron su patria y las de sus vecinos
durante décadas y que, aún hoy, goza de cierto
reconocimiento o silencio cómplice en determinados
sectores sociales. Recordaremos aquí que su figura
salió del ostracismo para situarse en primera línea de
acción cuando nada ni nadie lo habría previsto en sus
más optimistas vaticinios.
Moscú, 1922
No está siendo un buen año para Lenin. LaRusia
zarista da sus últimos estertores y los bolcheviques
dominan ya los principales objetivosmilitares dando
por terminada y superada una sangrienta guerra civil.
PeroLenin no está bien físicamente. Es relativamente
joven, cincuenta y dos años, pero su organismo
empieza a dar señales de un rápido deterioro. Su
sempiterno cansancio produce preocupación entre las
huestes comunistas. La nación le necesita ahoramás
que nunca. Es el momento de poner enmarcha su
filosofía económica y de Estado, pero su debilidad
empieza a generar dudas
a su alrededor. Losmás
atrevidos se cuestionan,
casi siempre en reducidos
grupos privados, si el
gran líder de la
revolución de octubre
está preparado para
enfrentarse a las
amenazas que se ciernen
sobre sumodelo y a los
síntomas de desafección
que el absolutismo del
régimen soviético ha
provocado en algunas
nacionalidades hermanas
comoUcrania,
Bielorrusia oGeorgia.
La presión de los países capitalistas no cede
después de alcanzarse la paz en laGranGuerra. Hay
miedo a la acción obrera coordinada en países
industriales comoGranBretaña o la devastada
Alemania; al trabajo de zapa que los partidos de
izquierda empiezan a desarrollar para conseguir
algunos derechos; a las poblacionesmás
desfavorecidas que empiezan a reclamarmejoras con
huelgas ymanifestaciones no del todo pacíficas. Sus
mensajes calan con facilidad y los gobiernos
occidentales observan con acritud estosmovimientos
que parecen partir de la Europa oriental. El viejo
continente retorna de un padecimiento supremo y no
está dispuesto a combatir contra unas ideas que
dividen a la sociedad. La lucha de clases está servida
y el coctel aparenta ser demasiado explosivo
Es entonces, en el Congreso anual del Partido
Comunista celebrado en abril, donde se elige a un
oscuro secretario general –un cargo de segundo nivel
todavía- para que reordene su estructura interna e
impida desviaciones doctrinales que solo conducen a
constantes pérdidas en la eficacia de las acciones de
gobierno. Su nombre es JoséV. Dzhugashvili; es
georgiano, pero rebate las tesis leninistas sobre el
imprescindible respeto a la idiosincrasia de las
nacionalidades. Él es partidario de la unificación sin
resquicios, de la imposición de la lengua rusa en
todos los territorios y de acallar las opiniones de los
discrepantes, sin excepción alguna. Hasta entonces es
más conocido por su nombre de batallaKoba,
personajemítico de la épica georgiana, y se le
cataloga en el engranaje burocrático como el
camarada archivero, pero pasará al laHistoria como
José Stalin.
Su carrera política no tienemucho futuro porque
Lenin no le da su beneplácito y se cuestiona
seriamente su valía y aptitudes como dirigente.
Además se atreve a llamar la atención aKrupskaia,
esposa del presidente soviético, por estarmás atenta a
losmales personales de su compañero que a las
necesidades de la revolución. Lenin no se atreve a
destituirle y con solo treinta y tres años este hombre
gris, poco preparado para la política y con graves
deficiencias en conocimientos y estrategiasmilitares
se sitúa en el lugar ymomento oportunos para
acceder a todo el poder. Espera con paciencia; intuye
que Lenin no va a poder continuarmucho tiempo al
frente del gobierno y confía en su gran oportunidad
para romper toda disidencia, cercenar cualquier duda
y proponer unaUnión Soviéticamuchomás sólida y
P
de Rebotica
LIEGOS
48
José Vélez García-Nieto
soles de
medianoche
Pequeños
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