FARMACÉUTICOS N.º 404 -
Abril
2015
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In memoriam
C
uando estudiaba en la facultad, el día en que hacía el examen
oral de legislación farmacéutica, el profesor, al escuchar mi
apellido, pensó que me pondría en un brete preguntándome
si sabría decirle quien era Pedro Capilla. Lejos de mostrar
mis conocimientos sobre el cargo que ostentaba, contesté lo que siem-
pre me resultó más evidente: que Pedro Capilla era mi padre. Han pasa-
do muchos años desde entonces y hoy, que me encuentro aquí con voso-
tros tratando de responder a la misma pregunta, no sé si seré capaz de
hacerlo con la misma brevedad y precisión con la que contesté entonces.
Pedro Capilla era un farmacéutico con pasión. Pasión por una profe-
sión que logró desempeñar con trabajo, tesón y una amplitud de miras
que pronto le permitió alcanzar puestos de responsabilidad, desde los
que se propuso con firmeza y honestidad cambiar las cosas. Nunca ejer-
ció con afán de reconocimiento, sino con vocación de servicio mante-
niendo una coherencia poco común en los tiempos que vivimos. Aque-
lla férrea convicción y capacidad de lucha le acompañó hasta el final, en
que se fue, como él dijo “con las manos vacías pero el corazón lleno”
a dedicarse por completo a ser Pedro Capilla la persona: nuestro padre,
abuelo, esposo, hermano, amigo...
Con este Pedro a nosotros nos dijiste aún más. En él invertiste la mis-
ma pasión con la que ejerciste tu profesión. Atreverte a tener 8 hijos ya
dice mucho de a lo que me refiero. Parecías conocer al dedillo ese libro
de instrucciones que todos buscamos alguna vez, cuando nuestros hijos
vienen a poner nuestra vida patas arriba. Esos momentos que a todos nos
desconciertan, tú los manejabas como si te hubieras estrenado sabiendo.
Dicen que fue suerte, yo creo que fue maestría. Esa con la que toreaste en
todas las corridas de tu vida, también en la última en que no solo recibis-
te tu enfermedad a porta gayola, sino que, arropado por tu familia y por el
optimismo y el apoyo incondicional de tu mujer, fuiste capaz de definir-
te como un hombre profundamente feliz. Esa maestría con la que nos lo
enseñaste todo a todos, sabiendo distinguir con clarividencia lo accesorio
de lo importante: que la felicidad no es para cobardes, que con el humor
se torean los peores momentos y que para enderezarte tras estos duros
golpes que nos da la vida nada como el fútbol y la música. Esa con la que
bailaste con nosotros nuestro primer vals. Fútbol con el que tantos y tan
buenos recuerdos tenemos a tu lado. Siempre quisiste escribir tus memo-
rias, pero al final solo encontraste tiempo para ponerle título a 8 gran-
des historias. Has sido así más eficiente, perdurarás más en las nuestras.
Hace un año, te hicimos un libro en que pretendíamos darte 80 razones
por las que te queríamos y se nos quedaron cortas. Hoy nos siguen sobran-
do razones, no podemos ser más breves. Nos has dejado tanto, que segu-
ro que nos olvidamos algo en el tintero. No te has llevado nada y por eso
estamos tranquilos, serenos, en paz. Porque tenemos tus armas para seguir
viviendo. Tras de ti no queda una estela de angustia ni desesperanza, solo
deber cumplido y amor, mucho amor. Gracias por tu enorme herencia.
Cristina Capilla
*Texto leído en la misa funeral el pasado 21 de abril
Pedro Capilla: un grande de la Sanidad
H
emos dicho adiós a una gran persona y a un gran maes-
tro. Se nos ha ido Pedro Capilla Martínez, tras una vida
dedicada a la Farmacia y a la Sanidad española. Para
todos los que hemos tenido la suerte de haber trabajado
con él, en el Consejo General y en los Colegios Oficiales de Farma-
céuticos, nos ha dejado una persona de la que todos hemos aprendi-
do mucho, con un sentido del humor y un optimismo difícil de olvi-
dar. Una persona con una gran sensibilidad, humanidad y cercanía a
todos los que le rodeaban.
Nos quedan todas sus enseñanzas, su valentía y su forma de hacer
frente a los grandes problemas. Recuerdo una frase que siempre
decía, y que él aplicó a lo largo de toda su vida: “El que no vive para
servir, no sirve para vivir”, de la Madre Teresa de Calcuta. Diecinue-
ve años en la Secretaría General del Consejo General de Colegios
Oficiales de Farmacéuticos y veintiuno en la Presidencia. Un farma-
céutico de vocación, trabajador incansable, luchador innato, de fir-
mes convicciones y un duro negociador político.
En total suman cuarenta años en esta, su casa, el Consejo General
de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. A lo largo de los mismos,
conoció y trató a relevantes personalidades en todos los ámbitos:
político, científico y cultural. Pronunció una innumerable cantidad
de discursos y conferencias, y supo resolver importantes decisio-
nes que tuvo en sus manos para el futuro de nuestra profesión. Reci-
bió prestigiosos premios y reconocimientos, tanto nacionales como
internacionales. Una persona que formará, para siempre, parte de la
historia de la Sanidad y de la Farmacia española del siglo XX. Como
presidente tuvo que negociar con diez ministros de Sanidad, siempre
con su incansable afán de diálogo y colaboración.
En lo personal deja una gran familia. Su mujer Mili, farmacéuti-
ca y bastión fundamental en su vida, y ocho hijos que en Pedro han
tenido un referente, por su calidad humana y su entrega incondicio-
nal. En lo profesional deja otra gran familia, la farmacéutica, que ha
sabido reconocerle su valía, dedicación y amor a la Farmacia, a la
que entregó gran parte de su vida.
Nos deja un inmenso dolor, pero con sus enseñanzas estamos pre-
parados para seguir adelante, con todo lo que de él hemos aprendi-
do, con la fuerza que nos ha trasmitido para seguir trabajando por el
futuro de los farmacéuticos y de la Farmacia.
Descanse en paz.
Carmen Peña
*In memoriam publicado en el diario ABC - 18 de abril