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          ●
        
        
          Pliegos de Rebotica
        
        
          ´2017
        
        
          ●
        
        
          PLIEGO DEL PRESIDENTE
        
        
          Raúl Guerra Garrido
        
        
          A
        
        
          A
        
        
          veces la realidad es la más imaginativa de las respuestas, de ahí mi
        
        
          gusto por esas novelas realistas con anécdotas tan definitorias o
        
        
          más que la más lograda de las metáforas, entendiendo por metáfora
        
        
          la figura retórica de pensamiento por medio de la cual una realidad
        
        
          se expresa a través de un concepto diferente, semejante pero más
        
        
          expresivo, por ejemplo “la primavera de la vida” es una metáfora de la juventud.
        
        
          En nuestra cotidianidad emitimos continuas metáforas, ya hechas frases hechas,
        
        
          algunas tan contundentes como “ese tipo es un burro” o tan delicadas como
        
        
          “se me cae el alma a los pies”, pero cuando queremos llegar a un máximo
        
        
          expresivo recurrimos a las anécdotas, a ser posibles personales. Cuento una.
        
        
          Estoy en Moscú, en el hotel Ukrania, a mediados de los ochenta presentando mi
        
        
          novela recién traducida al ruso, en el tránsito de lo soviético a lo democrático,
        
        
          un tiempo de
        
        
          Perestroika
        
        
          (reestructuración) y
        
        
          glasnost
        
        
          (transparencia). Un
        
        
          hombre joven, moscovita, según me informa mi traductora fértil generador de
        
        
          samizdats
        
        
          , textos prohibidos que circulaban de forma mecanografiada y
        
        
          clandestina por el sistema del juego infantil de pasa la bola y que se
        
        
          autoproclamaban: “Yo mismo escribo, edito, censuro, publico, distribuyo y me
        
        
          encarcelo”. Quiere hablar conmigo sobre cómo funcionan las editoriales
        
        
          comerciales en occidente, quiere aprovechar la apertura para crear una
        
        
          editorial y publicar novela negra, detectivesca y criminal, lo nunca visto en la
        
        
          URSS. Hablamos y me intriga cuando afirma: “Voy a tener éxito porque tengo lo
        
        
          esencial que todo editor debe tener”. ¿Qué es eso imprescindible que todo
        
        
          editor debe tener?  Por supuesto conocer la literatura de su país, la universal, y
        
        
          las novedades de excelencia; diversos departamentos de gestión incluyendo el
        
        
          de publicidad; amistades en cultura, librerías, prensa, incluso entre los autores;
        
        
          de ser ruso contar con algún inédito tan rompedor como
        
        
          Los
        
        
          hijos de Arbat
        
        
          , de Anatoli Ribakov; quizá algo más. Intrigado le
        
        
          pregunto:
        
        
          –¿Qué tienes que todo editor debe tener?
        
        
          –Tengo papel.
        
        
          La respuesta me anonada, es una vuelta a los orígenes, a la
        
        
          semilla primigenia que negligentemente damos por añadidura, es la
        
        
          mejor descripción del tránsito soviético que jamás haya oído, es
        
        
          la fuerza contundente de una anécdota metaforizando su
        
        
          realidad sociocultural y económica como si de un fractal se
        
        
          tratara. Al recordarla me pregunto el papel del libro en
        
        
          soporte papel aquí, en nuestro país y hoy, todos
        
        
          tendremos nuestras anécdotas, desde la lectura a la
        
        
          volatilidad de los derechos de autor, y por hacer
        
        
          una frase me desparramo: Un tiempo sin
        
        
          perspectiva en donde lo más improbable es
        
        
          escribir un buen epitafio.
        
        
          ■
        
        
          La anécdota
        
        
          como metáfora