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Panorama Actual del Medicamento
REVISIÓN
El denosumab ha sido autorizado para el trata-
miento de la osteoporosis en mujeres posmeno-
páusicas con riesgo elevado de fracturas, así como
para el tratamiento de la pérdida ósea asociada
con la supresión hormonal en hombres con cáncer
de próstata con riesgo elevado de fracturas.
La eficacia clínica de la administración semestral
de 60 mg denosumab por vía subcutánea ha que-
dado claramente demostrada en
osteoporosis en
mujeres posmenopáusicas con riesgo elevado
de fracturas
,
al reducir en un 68% el riesgo de
nuevas fracturas vertebrales y en un 40% la de
fracturas no vertebrales a lo largo de tres años, en
relación al placebo; en dicho periodo incrementó
la densidad mineral ósea en 9,4% vs. 0,6% con
placebo en espina lumbar, y del 5,0% vs. -1,4%
en la cadera. Este claro efecto diferencial también
fue observado en grupos de mujeres con alto
riesgo de fracturas.
Varios estudios clínicos de fase 3 multicéntricos,
aleatorizados, doblemente ciegos y simulados, y
controlados con un comparador activo (alendro-
nato), aunque de menor duración (1 año), han
mostrado la superioridad del denosumab sobre
alendronato oral, en términos de mejora de la
densidad mineral ósea (con diferencias significati-
vas del 0,6-1,2%, según la localización).
Desde el punto de vista toxicológico, el deno-
sumab parece ser razonablemente bien tolerado.
Aunque se han descrito frecuentemente infeccio-
nes de los tractos urinario y respiratorio, ciática,
cataratas, estreñimiento, erupción cutánea y dolor
en las extremidades, menos del 1% de los pacien-
tes estudiados durante tres años suspendió el tra-
tamiento debido a efectos adversos relacionados
con el medicamento, y la incidencia de eventos
adversos graves encontrada entre los tratados con
denosumab no difirió de la observada con pla-
cebo. Por otro lado, hay estudios comparando las
preferencias de los pacientes entre este fármaco y
el alendronato oral, claramente favorables al de-
nosumab.
La eficacia del desosumab en
hombres con
cáncer avanzado de próstata y sometidos a
supresión androgénica
también ha sido contras-
tada en un amplio ensayo clínico controlado con
placebo, llevado a cabo a lo largo de cinco años,
tres de ellos con tratamiento, incluyendo pacientes
cn historial de fracturas vertebrales. Los resultados
mostraron diferencias en la densidad mineral ósea
de 5-7% vs. placebo en diversas localizaciones
al segundo año de tratamiento, diferencias que
aumentaron al 6-8% el tercero, mientras que la
incidencia de nuevas fracturas vertebrales fue del
1,5%
vs. 3,5%. Los efectos diferenciales del deno-
sumab se mantuvieron al considerar aisladamente
diferentes subgrupos: ancianos, historial de frac-
turas previas, muy baja densidad mineral ósea o
niveles elevados de C-telopéptido y de fosfatasa
alcalina.
Terapia hormonal estrogénica
Terapia de restauración hormonal (THS)
Su efecto principal consiste en retrasar la des-
mineralización del hueso. El mecanismo no se co-
noce bien, pero se cree que es una reacción di-
recta sobre el hueso porque se han descubierto
receptores de estrógenos en los osteoblastos. La
Agencia Española de Medicamentos y Productos
Sanitarios (AEMPS) modificó en 2004 las condi-
ciones de autorización de todos los medicamentos
utilizados en terapia hormonal de sustitución (THS)
y, en lo referente a su utilización en osteoporosis,
afirmaba que el balance beneficio/riesgo de la THS
se considera desfavorable para la prevención de
osteoporosis como tratamiento de primera línea a
largo plazo. Por tanto, a pesar de la efectividad de
la THS en la prevención de osteoporosis, el riesgo
para su uso a largo plazo hace que la THS no deba
contemplarse como terapia de primera línea,
pero se mantiene como una opción para mujeres
postmenopáusicas con elevado riesgo de fracturas
que no respondan o no toleren otros tratamientos
alternativos para la prevención de osteoporosis o
en las que los tratamientos alternativos no estén
indicados. En estos casos, deben de valorarse mi-
nuciosamente los posibles beneficios frente a los
riesgos potenciales antes de comenzar el trata-
miento. Estas consideraciones fueron revalidadas
en 2008 por la AEMPS.
La THS con estrógenos solos no supone un
mayor riesgo de cáncer de mama, sin embargo
aumenta el sangrado vaginal irregular y el riesgo
de cáncer endometrial y, en concreto, el uso de
estrógenos equinos conjugados aumenta signifi-
cativamente el riesgo de ictus. Por su parte, los
riesgos asociados al uso de la THS que combina
estrógenos y progestágenos son tromboembo-
lismo, eventos cardiovasculares, cáncer de mama,
deterioro cognitivo, demencia, alteraciones de la
vesícula biliar, cáncer de ovario y de endometrio.
En términos clínicos, la combinación de estró-
genos y progestágenos en mujeres postmenopáu-