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440 Panorama Actual del Medicamento

REVISIÓN

irreversible. Además, el anastrozol y el letrozol no poseen actividad pro­gestagénica, androgénica ni estrogénica, mientras que el exemestano presenta una ligera acti­vidad androgénica, que se mani­ festa con aumento de peso e hirsutismo, espe­ cialmente a dosis elevadas.

Los inhibidores de la aromatasa tienen, en ge­ neral, muy buen perfl de seguridad. Los efectos adversos no suelen ser graves y muchos están relacionados con la supresión de estrógenos. En los ensayos clínicos comparativos con tamoxife­no, produjeron una menor incidencia de alteracio­nes tromboembólicas y de alteraciones ginecológicas tales como secreción vaginal excesiva o hemorra­ gias vaginales. Por el contrario, las alteraciones musculoes­queléticas y gastrointestinales fueron más frecuentes que con tamoxifeno. La adminis­ tración de un inhibidor de la aromatasa puede ori­ ginar dolor musculoesquelético que puede llevar a que el 10-20% de las mujeres abandonen el tra­ tamiento. Las reacciones adversas más comunes de los inhibidores de la aromatasa son sofocos, aumento de la sudoración, sequedad vaginal, as­ tenia, cansancio, erupciones cutáneas, mo­lestias gastrointestinales y cefalea. Con mucha fre­cuencia causan dolor muscular y rigidez y/o dolor en las articulaciones.

Otros antineoplásicos activos sobre factores hormonales

El mitotano es un inhibidor funcional de las glándulas corticosuprarrenales y además modifca el metabolis­mo periférico de los corticosteroides endógenos. El medicamento es capaz de indu­ cir un estado de in­sufciencia suprarrenal, con el fn de contrarrestar los síntomas del síndrome de Cushing asociado al adeno­carcinoma suprarrenal. Inhibe de forma selectiva la función adrenocortical mediante un efecto citotóxico directo, provocando la degeneración focal en la zona fascicu­lada y reti­ cular de la corteza adrenal, que conduce a la atro­ fa de la misma. El mitotano produce reacciones adversas en más del 80% de los pacientes, algu­ nas de ellas graves. Son muy frecuentes las moles­ tias gastrointestinales (mu­cositis, vómitos, diarrea, náuseas, molestias epigás­tricas). La neurotoxicidad aparece en el 40% de los pacientes y está muy relacionada con la duración del tratamiento. Las erupciones cutáneas son frecuentes, así como la leucopenia. El aumento del tiempo de hemorragia es muy frecuente (90% de los pacientes).

Antineoplásicos biológicos

Aunque pueda parecer extraño, la utilización de productos biológicos en el tratamiento de deter­ minados tipos de cáncer data de hace más de un siglo, cuando el 1890 Coley demostró que un pre­ parado a base de extractos bacterianos ( toxina de Coley ) producía efectos benefciosos sobre algu­ nos tumores inoperables. Sin embargo, el primer estudio publicado sobre ello no se produjo hasta 1953. Ya en la década de los 60’ se comienzan a tener las primeras evidencias de la efcacia de la efcacia de la vacuna de Calmette Guerin ( Myco-bacterium tuberculosis ) utilizada como adyuvante en el tratamiento de ciertas formas de cáncer de vejiga.

La notable mejora del conocimiento de los efec­ tos moduladores de los tumores sólidos sobre el sistema inmunológico del paciente, así como de la respuesta de éste a través de citocinas y quimioci­ nas, y la modulación de las células inmunológicas efectoras y moduladoras, junto el con el desarro­ llo de la biotecnología ha permitido desarrollar un amplio abanico de fármacos biológicos de origen recombinante, mayoritariamente glucoproteínas.

Anticuerpos monoclonales

La mitad de los anticuerpos monoclonales introduci­dos actualmente en la terapéutica lo son como antineoplásicos. Los mecanismos por los que los anticuer­pos pueden ejercer su acción antineoplá­sica son por un efecto inductor de ci­ totoxicidad celular (media­da por anticuerpos o mediada por el complemento), el bloqueo de re­ ceptores específcos impidiendo su activación y su función biológica, o mediante la activación de los mecanismos de apoptosis. En resumen, los anti­ cuerpos monoclonales pueden facilitar la lisis de la célula tumoral al inducir la cito­toxicidad celular mediada por células o dependiente del comple­ mento, o bien al activar los mecanismos de apop­ tosis.

El receptor del factor de crecimiento epidér-mico de tipo 2 (HER-2) es una proteína de mem­ brana que desempeña un papel clave en el creci­ miento y desarro­llo de las células epiteliales. Su dominio extracelular ( ECD , p105 ) puede liberarse en el torrente sanguíneo y ser medido en mues­ tras de suero. El gen que codif­ca esta proteína está sobreexpresado en el cáncer de mama (en el 25-30% de los casos de cáncer primario) y ova­ rio y, en ambos casos, se asocia con un mal pro­ nóstico. También se ha observado sobreexpresión de HER-2 en el cáncer colorrectal y de pulmón.

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