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430 Panorama Actual del Medicamento

REVISIÓN

Efectos adversos gastrointestinales

Los más frecuen­tes son la mucositis, las náu­ seas, los vómitos y la diarrea. La inflamación de la mucosa ( mucositis ) del tracto gastroin­ testinal es muy frecuente, progresando desde un eritema inicial hasta la formación de úlce­ ras, que pueden llegar a ser muy dolorosas y requerir analgesia; cuando la mucositis es oral ( estomatitis ) provoca notables molestias al comer. La situación de inmunosupresión que frecuentemente manifiestan es­tos pacientes y la mucositis facilitan la aparición de infeccio­ nes.

Las náuseas y vómitos son los efectos ad­ versos más frecuentes y temidos por los pacien­ tes, pero en los últimos años se ha avanzado de forma importante en su prevención y con­ trol. Su incidencia y gravedad depende prin­ cipalmente del tipo y la dosis del antineoplá­ sico empleado, aunque existen otros fac­tores que incrementan el riesgo, como son el sexo femenino, la edad joven y el mal control pre­ vio de la emesis en una quimioterapia anterior. De acuerdo con el potencial emetógeno del régi­men quimioterápico empleado, debe esta­ blecerse el oportuno tratamiento profiláctico, tanto de la emesis aguda (inmediatamente re­ lacionada con la administración del antineoplá­ sica) como la diferida.

La diarrea es otra complicación frecuente en los pacientes oncológicos, que puede pro­ vocar proble­mas físicos y psicosociales impor­ tantes. Puede llegar a ocasionar desequilibrio hidroelectrolítico y, conse­cuentemente, otras complicaciones graves, inclui­da la muerte. Sus causas pueden ser múltiples (el propio proceso neoplásico, factores psicológicos, la cirugía o radioterapia abdo­minal, infecciones u otras en­ fermedades concomitan­tes, estar relacionada con la dieta y, cómo no, con la medicación). La diarrea puede ser, en los regímenes más agresi­ vos, causa de disminución de la dosis e incluso de aban­dono del tratamiento. Además de me­ didas de carácter dietético, puede llegar a re­ querirse un tratamiento farmacológico con con agentes antidiarreicos específicos (loperamida, etc.). En cualquier caso, siempre habrá que discriminar la causa de la dia­rrea. Incluso en determinados tumores, como los gastroente­ ropancreáticos (vipomas, tumores car­cinoides, etc.), se requiere un tratamiento específico; en este caso, la administración de oc­treótida.

Efectos adversos hematológicos

Los efectos secundarios hematológicos suelen presentarse habitualmente entre la primera y la tercera semana tras el inicio de tratamiento, como consecuencia de la afectación del tejido hemato­ poyético – con una notable capacidad proliferativa natural – por los agentes citotóxicos.

La anemia , defnida como una disminución de los niveles de hemoglobina (Hb) en sangre y ca­ tegorizada como leve (Hb ≥ 10 g/dL), moderada (8-10 g/dL) o grave (Hb < 8 g/dL), es un fenómeno frecuente en el paciente oncológi­co y puede tener un origen multifactorial (défcit nu­tricional, hemó­ lisis, pérdidas hemáticas, insufciencia renal o apla­ sia medular, que puede ser a su vez pro­vocada por un proceso neoplásico o ser resultado de efectos indeseados de la quimioterapia o de la radiote­ rapia).

La incidencia de anemia asociada a la quimio­ terapia está rela­cionada con el tipo y la dosis del medicamento em­pleado y con el tipo de tumor. Su sintomatología es variada (astenia, disnea, etc.) y, dependiendo de su intensidad, puede afectar no­ tablemente a la funcio­nalidad diaria del paciente y la efectividad del trata­miento. Su tratamiento de­ pende de la gravedad y las circunstancias clínicas del paciente, aunque con valores de hemoglobina inferiores a 10 g/L se recomienda la administra­ ción de eritropoyetina hasta que se alcancen nuevamente los 12 g/L. Si los valores de Hb son inferiores a 7-9 g/L, está indicada la transfusión de concentrados de hema­tíes y la administración de eritropoyetina que, al esti­mular la eritropoyesis, permite disminuir el número de transfusiones. En pacientes con cáncer, se recomienda administrar eritropoyetina de forma coincidente con la qui­ mioterapia (hasta 6 semanas después), ya que la administración fuera de este periodo se relaciona con un incremento de la mortalidad y una dismi­ nución de la supervivencia.

En el paciente oncológico también puede pre­ sentarse trombopenia (recuento de plaquetas <100×10 9 /L) tanto por infltración tumoral de la médula ósea (especialmente en las neopla­ sias he­matológicas), como por los tratamientos antineoplá­sicos. La falta de plaquetas incrementa el riesgo de hemorragias, con complicaciones importantes por debajo de 20×10 9 /L, pudiendo llegar a ser mor­tales si no se lleva a cabo una transfusión de plaque­tas. Si se van a llevar a cabo procedimientos diagnós­ticos invasivos o algún procedimiento quirúrgico, se deben trasfundir

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