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528 Panorama Actual del Medicamento

ACTUALIDAD SOCIOECONÓMICA

pre que no haga referencia directa o indirecta a un fármaco” está exenta de controles ofciales sobre la publicidad directa al consumidor. Por lo tanto, dejada la puerta abierta a anuncios sobre medica-mentos “ligeramente disfrazados”.

Rev Prescrire , 2011; 31(327):68

ESTADOS UNIDOS:

INDUSTRIA, MÉDICOS Y CONFLICTOS

DE INTERÉS

Carl Elliott, es médico y flosofo, y trabaja en el Centro de Bioética de la Universidad de Min-nesota. En 2010 publicó el libro: White coat, black hat: adventures on the dark side of medicine (Bata blanca y sombrero negro: aventuras en el lado os-curo de la medicina) . En él, Elliott describe como la industria farmacéutica, con la ayuda de inter-mediarios tales como frmas privadas de investiga-ción, compañías de educación médica o de escri-tores fantasmas, y algunos grupos de defensa de los pacientes, invierte miles de millones de dólares en la profesión médica: en prestigiosos profeso-res de medicina para promover los medicamentos y en médicos comunes para que los prescriban. Lo que distingue a este libro de otros publica-dos sobre este tema, es que Elliott pone énfasis en los médicos que se venden y no solamente en las compañías que los compran. La pregunta es si los médicos sirven deliberadamente los intereses de la industria o si simplemente son seducidos. Según Elliott pueden ser las dos cosas. Los mé-dicos, como otros profesionales, son sensibles a los halagos, y creen frmemente en su objetividad y buenas intenciones; y también se sienten con derechos.

Por ejemplo, en el capítulo dedicado a los “es-critores fantasmas”, Elliot explica como la indus-tria contrata a centros de educación y compañías de comunicaciones para que escriban artículos que luego se publicarán en las revistas más pres-tigiosas bajo la frma de profesores de escuelas (facultades) de Medicina. Según Elliott, el uso de escritores fantasmas es tan común que práctica-mente se ha convertido en norma. Estos artículos pueden servir para ensalzar medicamentos, sugerir usos fuera de prospecto, o simplemente llamar la atención de síndromes y enfermedades dudosas (por ejemplo el síndrome de ansiedad social). La industria farmacéutica fnancia la mayoría de revis-

tas médicas, y por lo tanto los editores no tienen incentivos para hacer que se cumplan los estánda-res de autoría que se han establecido.

En el capítulo dedicado a los “Los representan-tes médicos” analiza las estrategias que utilizan estos profesionales. Los representantes médicos aparentan estar ofreciendo información objetiva, y los médicos pretenden tomárselos en serio. Los representantes tienen que esforzarse en infuir en los médicos mientras que los médicos tienen que pensar que no están siendo infuenciados. A tra-vés de los años se ha podido documentar que los pequeños regalos y pagos infuyen bastante en los médicos.

En otro capítulo: “Líderes fuertes”, Elliot des-cribe como la industria transforma a profesores de universidad de reconocido prestigio en sus mejo-res representantes médicos, que actúan a través de conversaciones con colegas, presentaciones formales, artículos, cursos de formación con-tinuada, y hablando en nombre de la industria. Por ellos reciben una buena remuneración de las compañías. Según Elliot, una tercera parte de los gastos de promoción se invierten en estos líderes de opinión.

En otro capítulo se habla de las estrategias que utiliza la industria para ampliar su mercado, “si-mulando” estar educando u ofreciendo un servicio al público. Algunas de las compañías más grandes de publicidad en EE UU son también dueñas de CROs y de centros de educación médica. Una de las estrategias es convencer a los médicos y al pú-blico en general de que no se está dando sufciente importancia a un problema médico o que no se lo trata adecuadamente. Para esto escriben artículos y contratan con personajes públicos para que hablen de los problemas de salud que afectan sus vidas. Según Elliott, prácticamente todos los grupos de defensa de los pacientes reciben contribuciones de la industria. En el último capítulo del libro: “Los estilistas”, Elliott dice que las compañías han em-pezado a contratar a estilistas como consultores, y cree que lo hacen para mejorar su imagen. No está claro que los estilistas contratados tengan el poder para impedir los comportamientos poco éticos. Las conclusiones que se pueden extraer del libro son: las publicaciones en revistas médicas pueden ser de confanza pero quizás no; los profesores de universidad pueden ser altruistas, pero quizás no; los médicos prescriben en base al conocimiento científco, pero quizás no. En palabras de Elliott “Hemos construido un sistema en que el engaño no solamente se tolera sino que se premia”.

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