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425 Panorama Actual del Medicamento

REVISIÓN

Asimismo, la preparación culinaria también tiene importancia en este aspecto. En este sentido, las aminas aromáticas heterocíclicas presentes en ali­mentos fritos y asados (en especial a la parri­ lla), los hi­drocarburos aromáticos policíclicos pre­ sentes en asados y ahumados, y los compuestos nitrogenados presentes en alimentos ahumados, salazones y escabeches se han relacionados con un aumento del riesgo de aparición de neo­plasias de estómago y colon. Por otra parte, los pes­ticidas industriales, algunos colorantes, edulcorantes y conservantes han sido relacionados con un incre­ mento del riesgo de algunas neoplasias digestivas. A todo ello hay que agregar que un 3% adicional de las muertes inducidas por cáncer podrían ser debidas al consumo crónico de alcohol , el cual se aso­cia con una mayor probabilidad de aparición de tu­mores de orofaringe, esófago, hígado, mama y colo­rrectales. Y otro 3% adicional es achacable al sedentarismo , que predispone a la aparición de determinadas neoplasias, como las de colon, de endometrio y de mama.

Se atribuye a los microorganismos hasta un 6% de las muertes por cáncer en los países desa­ rrollados, porcentaje que aumenta hasta el 22% en los países con un menor desarrollo. Las infec­ ciones más habitualmente relacionadas con cáncer son las producidas por los virus de la hepatitis B y

C , ligadas al hepatocarcinoma; las infecciones por el virus del papiloma humano (VPH), en especial los tipos 16, 18, 31, 33 y 35, se asocian con el cáncer de cuello uterino, así como con los tumo­ res de vulva, vagina, pene y canal anal. Por otra parte, la infección por VPH-16 se asocia específ­ camente con los tumores de cabeza y cuello, en especial de orofoaringe. La infección por el virus de Epstein-Barr (VEB) se asocia con el carcinoma de nasofaringe y el linfoma de Burkitt, mientras que la infección por el virus de la inmunodefcien-cia hu­mana (VIH), que se asocia con el sarcoma de Kaposi y linfomas de tipo no Hodgkin.

Aunque la mayoría de los casos de cáncer re­ lacionados con infecciones microbianas corres­ ponden a infecciones virales, también se han establecido asociaciones con infecciones bacte­ rianas, como el Helicobacter pylori , relacionado – no sin controversia – con un incremento del riesgo de cáncer de estómago y de algunos linfo­ mas. Igualmente, las infestaciones por parásitos como el Schistosoma haematobium se han rela­ cionado con el cáncer escamoso de vejiga urina­ ria, o las de Opisthorchis viverrini con el colan­ giocarcinoma.

Los hábitos sexuales de riesgo están estre­ chamente relacionados en muchos casos con las infecciones virales, aunque por sí mismos son res­ ponsabilizados de hasta un 3% de las muertes por cáncer. Sin embargo, hay que tener en cuenta que entre las comunidades religiosas de monjas se ha observado una incidencia más alta de cáncer de mama, que se ha asociado con la ausencia de ges­ taciones y de la lactancia, que tendrían un cier­to efecto protector para esta neoplasia. Por otro lado, en las comunidades judías se ha observado una menor incidencia de cáncer de pene debido al efecto protec­tor de la circuncisión.

Ya en el siglo XIX, se observó que los desholli­ nadores padecían con mayor fre­cuencia tumores en escroto. Posteriormente, se han relacionado determinadas sustancias extraídas de la minería o utilizadas en la industria que se han relacionado con diversas formas de cáncer. El ejemplo para­ digmático es el caso de la expo­sición al asbesto entre los trabajadores de fábricas de frenos y el incremento del riesgo de aparición de un mesote­ lioma (frecuentemente en la pleura); o los trabaja­ dores de fábricas de pinturas con la exposición a determinadas anilinas y un incremento del riesgo de cáncer urotelial.

Las radiaciones ultravioletas y radiaciones ioni­ zantes son responsabilizadas del 2% de los casos de cáncer. En concreto, la exposición prolon­ gada a las radiaciones ultraviole­ta se asocia con un incremento del riesgo de tumores cutáneos (carcinoma basocelular, carcinomas escamosos); también la exposición intensa, aun­que sea in­ termitente, en especial durante la infancia y la adolescencia, se relaciona con un aumento de la incidencia de melanoma cutáneo. Igualmente, la exposición a las radiaciones ionizantes (rayos X, rayos gamma, etc.) es capaz de deteriorar el ADN y fomentar la transformación neoplásica. Se ha constatado que las perso­nas expuestas al gas radón (radiactivo) en las minas de ura­nio tienen una mayor incidencia de cáncer de pulmón, y ello sin olvidar los desastres nucleares de Hiroshima y Nagasaki y, más recientemente, en Chernóbil, donde se detectó un aumento de la incidencia de leucemias agudas, cáncer de tiroides y de pul­ món, así como de tumores mesenquimales. Otra asociación observada es el aumen­to de riesgo de segundos tumores, esencialmente de mama y sarcomas, en los pacientes que, muchos años antes, habían sido tratados con quimioterapia y radiote­rapia mediastínica por un linfoma de Hodgkin.

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