Los teoremas
de incompletitud de
Gödel prueban que
hay verdades
matemáticas que se
imponen, no
obstante la imposibilidad de su demostración o
refutación
6
y, específicamente, que hay siempre
afirmaciones matemáticas que nunca se puede
demostrar que sean verdaderas o falsas sobre la
base de un conjunto fijado de axiomas. Por
ello, los seres humanos podemos descubrir
verdades matemáticas que un computador
programado para trabajar con un conjunto
prefijado de axiomas, y por tanto sometido a
los teoremas de Gödel, no podría demostrar por
sí solo .
Si usted, amigo lector, ha llegado a este párrafo
estoy seguro que coincidirá conmigo en que
gran parte de las personas se siente muy
cómodas con su ignorancia; lo único que les
perturba es que alguien les
pille en un
renuncio
.
Pero eso no es fácil que ocurra; es
sorprendente la energía que somos capaces de
desarrollar para encontrar argumentos y datos
que se adapten bien a cualquier predicción, por
absurda que sea. Incluso hasta lo hacemos de
forma inconsciente; nuestro cerebro es una
increíble máquina para inventar explicaciones
de hechos que no entendemos. Convénzase,
amigo lector, preferimos inventar a investigar,
aunque exteriormente afirmemos muy ufanos
que hemos llegado a nuestras conclusiones
porque hemos reflexionado rigurosamente a
partir de pruebas
rigurosamente
seleccionadas y
testadas.
Siempre
estamos
dispuestos a
encontrar una
explicación a cualquier fenómeno; lo
último a lo que nos atreveríamos a afirmar en
público es que algo es impredecible. Sin
embargo, usted y yo sabemos que en realidad
muchas de las cosas importantes que suceden
en nuestra existencia son completamente
impredecibles.
El hombre no llega nunca al final, es el final el
que sorprende siempre al hombre. Nadie tiene
definido su final –aunque algunos piensen que
sí–, porque cada uno somos más que la
extensión de nosotros mismos a lo largo del
tiempo de nuestra vida. Cada ser humano lleva
la concreción de todo el tiempo sobre sí
mismo; en él converge todo el pasado y todo el
futuro. Más aun, en cada persona converge
todo el mundo, todo el cosmos.
Quizá por todo eso algunas de nuestras metas
sean inalcanzables, pero no quiere decir que
sean irreales. Puede que nuestras metas no sean
el final del camino, porque lo importante no es
conseguir alcanzarlas, sino simplemente
tenerlas para obligarnos a estirar nuestros
brazos. La auténtica meta consiste en
esforzarnos; estamos condenados a buscar
metas que nos excedan. Esa es una
condena
divina
.
La genética y el
metabolismo son
importantes, pero desde
la otra parte de la
frontera
,
allí donde
gobierna el inconsciente,
se percibe que todo ello no
representa su causa sino su
consecuencia.
Somos así para algo,
nuestra evolución biológica
nos conduce inevitablemente
–
esa es la auténtica cuestión,
lo inevitable de la evolución– a
ser seres que buscan fines y que
aspiran al futuro.
■
P
de Rebotica
LIEGOS
36
LA REALIDAD BAJO LA ALFOMBRA
6
Guillermina Díaz Muñoz.
Esbozo de una filosofía zubiriana de la matemática. II Congreso de la Sociedad
de Lógica, Metodología y Filosofía de la Ciencia en España; Bellaterra, 6-8 de febrero de 1997.
7
Paul Davies.
Dios y la nueva física.