P
de Rebotica
LIEGOS
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último recibe. Por
ejemplo, "
Impetuosity
is a virtue only when
delay is dangerous
"
o
"
Use your
intelligence, guided by
experience
".
Una pareja
Connan Doyle popularizó un modelo de pareja de
investigadores en el que el personaje secundario tiene
como misión fundamental resaltar la brillantez del
detective protagonista, aun a costa de que aquel haga
gala continuamente de sus notables limitaciones o
incluso de su estupidez, como sucede en el tándem
Poirot – Hastings. Aunque esta marcada dualidad
tendiera a reducirse en otros autores, no puede pasar
por alto la constante inferioridad cultural de los
sargentos –en justa contraposición a la educación
exquisita de sus superiores– en numerosas novelas
británicas. Afortunadamente la situación ha mejorado
en épocas más recientes; así en el binomio Daziel–
Pascoe de Reginald Hill, que nace en
A Clubbable
Woman
(1970),
el subalterno exhibe su educación y
modales frente a un jefe tosco en extremo, aunque
también sumamente astuto. Finalmente Jill McGown
introdujo en
A Perfect Match
(1983)
una pareja
(
Inspector Danny Lloyd y Judy Hill
)
que cabe
considerar ya como equilibrada en su contribución a
la resolución de crímenes, algunos tan intrincados
como el de
Plots and Errors
(2000).
En cualquier
caso, mi pareja favorita se sitúa mucho más cerca de
casa. Lorenzo Silva, con sus Bevilacqua y Chamorro,
nos ha brindado una pareja de investigadores de la
que podría decirse que desearíamos fuesen reales y
pudiéramos tenerlos por amigos. Dado que esto es
imposible, debemos contentarnos con leer y releer
sus historias [mis favoritas son
El Alquimista
Impaciente
(2000)
y
La Reina sin Espejo
(2005)
y
esperar ansiosos a que se publique la siguiente.
Una labor policial
Junto a los detectives privados o aficionados que
protagonizaron muy buena parte de las novelas de
misterio de los dos primeros tercios del siglo XX, las
investigaciones llevadas a cabo por agentes de la
policía han resuelto siempre un número considerable
de crímenes de ficción. En algunos casos estos
agentes (casi siempre inspectores de rango elevado,
aunque haya habido excepciones) jugaban un papel
del todo parecido al de los detectives-héroes sin que
el conjunto de la labor policial representara poco más
que un trasfondo en el desarrollo de la trama. Más
tarde las cosas habrían de cambiar, y quizás la
publicación de
Cop Hater
(1956) (
Odio
)
por Ed
McBain pueda servir para marcar el comienzo del
éxito de lo que en el argot del género se conoce
como
Police procedural
.
En este tipo de relatos la
investigación
criminal
adquiere más el
carácter de una
labor de
equipo, éste se
mantiene a lo
largo de la serie
y el deseo de
naturalidad
lleva, en
algunos casos,
a incluir la
muerte en acto
de servicio de personajes que habían alcanzado una
cierta notoriedad. McBain escribió más de 50 novelas
centradas en las actividades del
87
th Precinct
de
Nueva York y muchos le consideran el nombre clave
en este género. Con todo, no puede olvidarse que
otros lo han cultivado también con éxito y así, al otro
lado del Atlántico, Reginal Hill ha conseguido una
serie bastante original aunque centrada casi
exclusivamente en tres personajes. Más interesante
parece una autora británica más reciente, Cynthia
Harrod Eagles, creadora de una serie sobre el equipo
de Bill Slider, una de mis preferidas, en la que
mezcla con gran habilidad elementos de la vida
privada de sus principales personajes con una trama
perfectamente elaborada y con un uso de elementos
de humor sólo comparables a los que nos ofrecía Rex
Stout. Por ejemplo, en
Death Watch
(1992)
una de la
primeras novelas de la serie, se hace referencia a un
personaje diciendo "He does for community relations
what Icarus did for hang-gliding".
Un asesino
Es relativamente difícil encontrar una profesión o una
peculiaridad que no haya proporcionado un personaje
para el papel de asesino. Se ha dicho que los médicos
eran los asesinos más frecuentes en la obra de Agatha
Christie, pero no hay que olvidar que es también fácil
encontrar escritores, jueces, policías, sacerdotes,
niños o incluso los propios narradores entre los
autores de muchos famosos crímenes de ficción. Mi
elección se centra en un relato de Agatha Christie:
Murder on the Orient Express
(1934) (
Asesinato en
el Orient Express
)
un caso en el que,
sorprendentemente, Poirot es capaz de dejar en
suspenso su motto "
I do not approve of murder
".
Un impostor
La adopción de una falsa personalidad no es un
elemento excepcional en las novelas policíacas. En
algunos casos los impostores son los propios asesinos
y en otros se trata simplemente de individuos que,
por una causa u otra, necesitan ocultar su verdadero
nombre. Aun más, puede darse el caso de que la falsa
identidad corresponda a la víctima, treta que sirve a