Página 15 - Pliegos de Rebotica Nº 110 - Julio/Septiembre 2012

profesores del centro, que
no aceptan someterse a la
autoridad del Director Ameller, estando su actitud muy
poco de acuerdo con el espíritu militar de la institución,
sobresaliendo entre ellos Aréjula, Terreros, Padilla y
Nadal. Llegaron a tomar tal cariz los acontecimientos,
que el Comandante del Departamento ordenó al Jefe de
Escuadra don Estanislao Juez Sarmiento, que se les
reprendiese seriamente a los citados profesores con el
apercibimiento de arresto de persistir en su actitud, al
tiempo que se obliga al establecimiento de una guardia
por parte de los Catedráticos que debían de esta forma
atender a las primeras curas que se practicasen al
personal ingresado en el hospital adjunto, al tiempo que
se exigía a los profesores su asistencia diaria al citado
centro nosocomial.
Dado el grado de dedicación de los empleados de la
Botica del Hospital Real de Marina de Cádiz al crear
de manera altruística el “Elaboratorio Castrense” para
el suministro de medicamentos a las tropas españolas,
con su Primer Boticario don Pascual Escrich al frente,
se les concede el uso de uniforme de Primer Ayudante
de Farmacia del Ejército a los Boticarios y el de
Segundos Ayudantes al los Practicantes de Farmacia.
LA CONSTITUCIÓN GADITANA
de 1812, conocida
como “La Pepa” por los gaditanos al ser proclamada el
día de San José, que coincidía con el cuarto aniversario
de la subida al trono de Fernando VII, suprimió las
barreras arancelarias, los derechos feudales, la tortura y
la Inquisición, proclamó la libertad de prensa,
afirmando que la soberanía reside en la Nación y el
poder legislativo en los representantes del pueblo.
La sociedad estamental dio paso al parlamentarismo
y a una monarquía que de absoluta pasa a ser
constitucional. Tras Francia y Estados Unidos, España
se sube al carro de las reformas democráticas,
confirmando Cádiz según Domínguez Ortiz “su
merecida reputación de cuna del liberalismo político”.
Frente a estos liberales, se encuentran los serviles o
realistas, defensores a ultranza del sistema anterior que
siguen recibiendo consignas desde Tavira en Portugal
de parte de don Francisco de Alvarado y Téllez, el
Filósofo Rancio”, curioso fraile dominico que maneja
en la distancia los resortes de la oposición.
Así, pues, la sociedad estaba dividida en serviles o
siervos y liberales, palabra que se acuña en Cádiz en el
sentido de “ser concesivo y generoso” en el aspecto
político.
Estas Cortes supusieron una revolución en la
España de comienzos del siglo XIX, ya que implicaron
la creación de un nuevo orden social con la abolición
de la monarquía absoluta, de la estructura estamental,
de la economía mercantilista y del antiguo régimen
gracias a un sistema político basado en el principio de
soberanía nacional, la división de poderes, la libertad
de prensa, la supresión de la Inquisición y del vasallaje,
la introducción en el ordenamiento jurídico de la
igualdad de todos los ciudadanos, la inviolabilidad del
domicilio, el sufragio universal masculino e indirecto y
otros importantes logros. Una Constitución liberal pero
al mismo tiempo intransigente.
A pesar de su espíritu aperturista solo se concedía
el voto a los hombres, marginando a las mujeres junto
a los incapacitados y sirvientes domésticos. Tampoco
garantizaba el derecho de reunión y de asociación. No
fue positivo el cambio radical en la propiedad privada
y la eliminación de la Mesta y de los gremios. No
obstante no se le puede negar desde su inicio, en
palabras de Ramos Santana “su afán de liberación, de
cambiar las estructuras obsoletas, de lograr la libertad
individual, la mejora de la sociedad mediante la
ilustración y la educación, con un mensaje idealista,
casi utópico de regeneración social”.
La mayor equivocación es decir que esta
Constitución fue democrática y eso es lo que se viene
en denominar “el espíritu de la Pepa”, que son frases
acuñadas que las utilizan los políticos y que después
pasan a los medios de comunicación.
LA VIDA EN EL CÁDIZ DE LAS CORTES
,
la describió
maravillosamente Ramón Solís y recientemente Pérez
Reverte y Jesús Maeso, con sus tertulias y cabildeos,
asedio de luces y sombras en el que las bombas que
soportaban eran más objeto de chanza que de miedo, la
luminosidad de la bahía con casas blancas incrustadas
en el océano, destacando las torres miradores que otean
el horizonte del mar y de los esteros.
Frente a la moda francesa seguida por la
aristocracia, el pueblo llano prefería el majismo
tradicional de jubones, basquiñas y corpiños, mientras
por las calles el aguador vendía el vaso de agua con
unos anisillos. Esta agua la traían del Puerto o del pozo
de la Jara en la actual casa Pemán.
Sin duda alguna que le llamaría la atención a los
diputados de fuera el lenguaje de los lugareños, con la
sinfonía y el gracejo de las tierras bajas de Andalucía,
su sentido de la guasa que según Payán :”es una
especie concreta de gracia, una modalidad de humor
que tiene cierto contacto con el ángel, pero también su
diferencia. La guasa hay que situarla junto al mar,
porque éste le da una plasticidad renovada a las cosas y
a los seres”. Es pues uno de los matices de la gracia,
más bien un juego de la gracia con la ironía, sin llegar
más que en contadas ocasiones al sarcasmo, siendo una
especie de indicación, cuando llega el caso, de la
existencia del ridículo como antítesis de la elegancia.
Aquí el embuste no es una mentira pues no
pretende como ésta engañar, salvo que el oponente no
sepa captar la frase, pues es como un dejar correr la
imaginación, generalmente exagerada o fabulada de la
realidad misma. Tierra de luz y de vientos de levante y
de poniente con “un ejercicio del individualismo, en su
sentido señorial de la vida, con el de una suave,
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de Rebotica
LIEGOS
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Cortes de Cádiz