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Y

a sé que el título original de la película, con la que también triunfó Audrey Hepburn, es Sola en la oscuridad . También entiendo que una cabecera así induce a la confusión y que el lector presentirá un relato de cierto terror o, si tiene una mente algo más calenturienta, una historia con morbo y encendido contenido sexual.

No es esto, no es esto… como diría Ortega y Gasset en su artículo titulado Un aldabonazo publicado en «Crisol», nada menos que el 9 de septiembre de 1931, anticipándose en cinco años a la gran desgracia nacional y refiriéndose a la República Española a punto de cumplir sus primeros seis meses de vida. De esta forma, el gran filósofo pasaba a la historia de las frases grandilocuentes y se convertía en cita reiterada y constante cuando alguien quiere manifestar su educada discrepancia sobre la marcha de las cosas.

En ese mismo artículo, Ortega señalaba «lo que ha desprestigiado más a la Monarquía fue que se «aprovechase» de los resortes del Poder público puestos en su mano». Una afirmación que el demagógico radicalismo actual, contra el que luchaba el propio Ortega, pretende recuperar de nuevo sin el menor remordimiento.

Pero antes de evadirme en exceso y distraer o incluso incomodar al sufrido lector, recupero la sensatez y vuelvo al título de este trabajo para confirmar que «Juntos en la oscuridad» es como nos encontramos, simple y llanamente, en una sala de cine. Todo un rebaño de personas de origen y calaña variopintos, homogeneizado en un conjunto asentado en cómodas butacas y casi siempre silencioso durante un par de horas, que sufre, disfruta, ríe desaforado, anhela, sueña o reflexiona sobre las cuestiones que la cinta va depositando en la gran pantalla.

El invento de finales del XIX, apenas antesdeayer, ha promovido grandes escándalos, obras maestras del llamado séptimo arte, ríos de lágrimas o descontroladas carcajadas, figuras sublimes o intérpretes irrepetibles. Y también ha aportado un nuevo término gramatical: el glamour ; un concepto difícil de definir y que sin embargo casi todo el mundo emplea con relativa frecuencia.

El último libro publicado por AEFLA en su Colección Pharma-ki y presentado a principios de este año 2012 habla precisa y únicamente de esto: del Cine con mayúsculas. No ha sido un gran éxito de ventas hasta el momento –como otros títulos de nuestra serie- ni ha gozado de publicidad o cierta atención entre las instituciones farmacéuticas o los medios de comunicación profesionales, quizá por aquello de contar con un autor –Francisco J. Fernández- del gremio periodístico, actual director de Correo Farmacéutico . Hasta nuestra revista,

Pliegos , ha tratado esta iniciativa de AEFLA con muy escasa gloria, aunque también sin pena alguna, y el número 13 de la colección ha pasado un poco desapercibido. Es lo que tiene la prudencia y el nulo afán de protagonismo…

Y el caso es que se trata de un libro

imprescindible para hablar del nuevo cine que nos está llegando, de la obligada adaptación de un medio a tecnologías cada vez más interactivas, de la capacidad de imaginación y transformación de directores, guionistas, actores y productores para ofrecer algo novedoso, llamativo e incluso sorprendente al público del nuevo siglo. Ese personal que ya no hace colas en las taquillas para reservar sus boletos, que adquiere las entradas por internet, que acude previamente a la barra del local donde se venden inmensas cantidades de palomitas y que, al fin, vuelve a su asiento con la expectación de quién va a ver algo nuevo que quizá le mantendrá en vilo, le hará meditar sobre una cuestión o un personaje en los que jamás había pensado o le traerá recuerdos de esa infancia feliz donde los sueños tenían la obligación de convertirse en realidad.

Los filmes del siglo XXI ya no son de vaqueros o de amoríos, no son de guerra o de suspense, no son históricos o de ciencia-ficción, son casi siempre espectáculos en sí mismos. Su

competencia no está en la productora de al lado o en un director que firma contratos millonarios. Su competencia es la creatividad de los videojuegos, la accesibilidad de la televisión y su producción artesanal, la comunicación interpersonal por las redes sociales, la casi infinita oferta de los ordenadores.

P

de Rebotica de Rebotica

LIEGOS LIEGOS 48

José Vélez

soles demedianoche

Juntos en la oscuridad

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