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« Previous Page Table of Contents Next Page »experiencia biológica y vital, guardándola en el código genético para transmitirla a las siguientes generaciones y, sobre todo, desplegando la arquitectura neural que permite el desarrollo individual de cada ser humano a lo largo de su propia existencia.
Parece inútil, pues, pretender entender la mente desde una perspectiva cartesiana, analizando el todo a través de sus partes. No conseguiremos entender mejor la mente en términos de simples redes de neuronas, que a éstas exclusivamente en términos de sus constituyentes atómicos. La propiedad de la conciencia y, en mayor medida, de la
autoconciencia, es global –holística– y no puede explicarse exclusivamente por medio de mecanismos electroquímicos cerebrales 4 . La naturaleza necesariamente compleja de la realidad no permite descomponerla en sus niveles básicos. La complejidad existe en y desde la misma base y no hay ningún umbral físico mínimo tan elemental al que todo pueda ser reducido, pese a los notables esfuerzos realizados en este aspecto en el ámbito de la física fundamental. Como nos recuerda Edgar Morin, un universo complejo presupone una realidad múltiple, complementaria –y a veces contradictoria– y fluyente 5 .
La mente es la consecuencia necesaria e inevitable de la complejidad biológica, la cual, a su vez, nace de la propia complejidad de la irresoluble ecuación de la materia-energía-tiempo-espacio. La mente –o, si se quiere, su precursor– empezó mucho antes de que los organismos desarrollasen cerebros y sistemas nerviosos organizados. Los más simples organismos han sido capaces de sobrevivir durante miles de millones de años a lo largo de la evolución de la vida en la Tierra, mientras que se han extinguido más del 99% de todas las especies que han llegado a poblarla;
precisamente, a la capacidad de supervivencia de las bacterias le debemos la regulación de las condiciones ambientales aptas para la vida sobre este planeta. Pues bien, las bacterias son los antecedentes más primitivos de una mente, porque fueron capaces de detectar las características del entorno físico-químico y actuar colectivamente para modificarlo adaptándolo a sus necesidades y, en definitiva, a su supervivencia. Es difícil no ver una cierta forma de inteligencia colectiva en esta actuación. Desde la aparente simplicidad de una bacteria hasta la reconocida complejidad del cerebro humano, el camino ha sido largo aunque constituye solo una de las múltiples posibilidades en las que emergido la
complejidad. Sea como fuere, esta posibilidad,
convertida en real, ha permitido que surja una mente autoconsciente fruto de la relación entre la actividad cerebral y la cultura, convirtiéndose en la organizadora del conocimiento y de la acción humana 6 .
Los rasgos fundamentales de esta realidad compleja consisten en la apertura –toda entidad real es abierta y, por ello, está integrada en un medio formado por una red intrincada de otras entidades del mismo y otros niveles, con las que hay intercambio de energía e información permanente– que, al mismo tiempo es también
cerrada , en el sentido de que tiene una frontera que define su campo espacial de existencia, aunque no es un límite absoluto ni definitivo; también es recursiva , no lineal, aunque no se trata de una recursividad viciosa –no son círculos viciosos que se autoalimentan– sino virtuosa –es creativa e incorpora elementos nuevos y recicla antiguos– y, finalmente, toda cosa real es capaz de desplegar en cierto modo una apariencia de finalidad 7 .
Toda la realidad es respectiva como decíamos antes, por eso cada nota o elemento de la realidad no puede tener un carácter absoluto, sino que cada uno depende de los demás – aunque sea muy lejanamente – y, desde luego, de la totalidad. La realidad, si hacemos caso a Xavier Zubiri, es el fundamento de toda independencia y objetividad, hasta el punto de que el ser no es fundamento de la realidad, sino que es la realidad la que es fundamento del ser. En definitiva, no poseemos la verdad real sino que somos nosotros los poseídos por la verdad real, mediante la fuerza de la realidad.
¿Pero cómo se nos hace presente la realidad en nuestra mente? Siempre desde una forma
P
de Rebotica de Rebotica
LIEGOS LIEGOS 35
LA REALIDAD BAJO LA ALFOMBRA (II)
4
. Paul Davies . Dios y la nueva física.
5 José Luis San Miguel. Edgar Morin: del universo complejo a la realidad velada. www.tendencias21.net (19 mayo de 2007). Edgar Morin. La identidad humana.
6 Edgar Morin. La identidad humana.
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