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de Rebotica de Rebotica

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Gabinia” y fue el mismo Pompeyo quien con una poderosísima armada con-siguió limpiar los mares de estos truhanes.

En cuanto a los bucane-ros, los primeros aparecie-ron en las partes deshabita-das de La Española que tenía gran cantidad de jaba-líes y toros salvajes. En un principio estos hombres los cazaban, los asaban, ahu-

maban y vendían. Como era gente sin ley, de cualquier nación, de cualquier religión, podían serlo todo sin que nadie les dijera nada. Se les consideraban “ malditos re-beldes que vivían al margen de la civilización ”. Con este nombre de bucaneros se conoció a todos aquellos aventureros europeos, en su mayoría franceses, que en el siglo XVI se establecieron en las Antillas. El nombre de bucanero es de origen francés viene de “bou-con”, hombre vicioso y pervertido. Más tarde se aplicó a los piratas franceses, ingleses, holandeses que se dedica-ron al saqueo de las colonias españolas. Cansados los es-pañoles de sus correrías devastaron la isla de la Tortuga que era su principal guarida Pero por desgracia, en el si-glo XVII empieza el declinar del imperio español… Cuando los bucaneros se dedicaron abiertamente a la piratería recibieron el nombre de filibusteros, fenómeno exclusivo del Caribe. Los filibusteros organizaron “La Co-fradía de los Hermanos de la Costa” con la finalidad de garantizar a sus miembros el libre ejercicio de la tal “pro-fesión”. Entre ellos no existía el sentido de la propiedad individual sobre la tierra o los barcos, que se considera-ban bienes comunes. A finales del siglo XVII desapareció esta asociación. No he podido encontrar el por qué. Pero los filibusteros fueron aprovechados por las na-ciones de Europa Occidental en sus pretensiones colonia-listas por conseguir posesiones enAmérica. En aquel tiem-po en el Caribe, confluyeron ingleses, franceses, holandeses, daneses, suecos…, todos con el afán de ocu-par islas deshabitadas pero mas que nada expulsar a los españoles de las suyas que las consideraban mejores y ya civilizadas. Y es que la aparición de grandes piezas de oro y plata en América despertó la codicia de las naciones eu-ropeas. Para romper el monopolio hispano fueron diver-sos los gobiernos y compañías comerciales de Europa, las que se valieron de piratas, filibusteros, corsarios… La primera gran acción pirata de todos estos amigos de lo ajeno, fue en 1521 cuando el pirata francés Jean Flo-rín capturó cerca de las Azores el tesoro de Moctezuma II, que Hernán Cortes mandaba desde Méjico. En esta épo-ca los filibusteros eran dueños de los mares y poseían ver-daderas escuadras. El inglés Morgant mandaba doce bu-ques y se apoderó entre otros de Puerto Príncipe y Maracaibo, recibiendo de la agradecida Inglaterra, el titu-lo de almirante y el mando de una escuadra de treinta y siete barcos; adueñándose de la isla de Santa Catalina e incendiando Panamá.

Los piratas ingleses fueron bajando hacia el sur hasta las regiones australes buscando el Estrecho de Magallanes para pasar al Pacifico y fue en 1577 cuan-

do Drake, el más famoso de estos piratas ingleses, (que por cierto, la reina de Inglaterra le nombró Lord) pu-do cruzarlo remontándose hasta Méjico, asaltando y saqueando todo lo que encontraba a su paso. Pero el foco principal de los filibusteros siguió siendo el mar de las Antillas, hasta que en el siglo XVIII recibieron un duro golpe al unirse franceses y españoles, viéndo-se perseguidos por las fuerzas regulares de España y Francia. Cayeron en el mayor descrédito perdiendo además su asilo principal que era, como hemos dicho, la isla de la Tortuga.

Los corsarios puede decirse que era una mano de obra contratada y financiada por un Estado en guerra, para causar pérdidas al comercio del enemigo y provo-car el mayor daño posible en sus posesiones. Entrega-ban una fianza como señal de que acatarían las ordenes de su rey. La actividad del corsario terminaba al firmar-se la paz entre los países beligerantes, pero muchos de ellos continuaban hostigando al enemigo en tiempos de paz, naturalmente por orden de quien los empleaba. Los ingleses Drake y Hawkin señalan la aparición del corsario en laAmérica del siglo XVI y constituyen el sím-bolo clásico de los corsarios con su negra bandera. Mien-tras los piratas luchaban contra el sistema, los corsarios no solo estaban integrados en él si no que lo sostenían. La época de oro de los corsarios holandeses fue de 1621 a 1648, gracias al apoyo de la casa de Orange que les dio “patente de corso” y a la Compañía de las Indias Occidentales que los ayudó monetariamente. La captura de “la flota de la plata” española, ¡la ilusión de los corsarios! la consiguieron los holande-ses. Sus beneficios sirvieron para organizar una flota de sesenta y un buques y siete mil hombres, con los que se apoderaron de Pernambuco creando la colonia de Nueva Holanda.

Con el tratado de Utrecht en 1713, empieza el oca-so de la piratería al permitir a Inglaterra, que era su gran protectora e inductora, la participación en el co-mercio de ultramar, sentando las bases de su hegemo-nía. Y como ya había conseguido prósperas colonias, se lanzó contra los corsarios con la ayuda de España y Francia.

Durante el “Siglo de las Luces”, las banderas ne-gras de los piratas desaparecieron de los mares ameri-canos.

Total, que gracias a aquellos juegos de mi lejanísi-ma infancia me he enterado de todas estas cosas. ¿A que son curiosas? No hay que perder nunca la ilusión, ni la curiosidad. Esas cualidades achacadas siempre solo a la juventud y ¡tan corriente en todos nosotros!■

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