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ermítaseme evocar con este título –el de una inolvidable película italiana protagonizada por la actriz Alida Valli–, a mi profesor de Química en la Escuela de Ayudantes de la Academia Militar de Ingenieros Aeronáuticos, Don Florentino Ruimonte, quién nos hacía memorizar, cada día de clase, a las nueve de la mañana, una columna del Sistema Periódico de los Elementos y, finalmente, las Tierras Raras para poder llegar, a mediados de curso, a formular sin dificultad.

En cuanto a las lecciones de Química Orgánica, llegados al estudio de los cianuros, el culto y erudito Don Florentino, gran conocedor de la Historia contemporánea, nos amenizó la clase explicándonos cómo el cianuro potásico, extraordinariamente venenoso, mezclado con glucosa, daba origen a un compuesto llamado Cianhidrina, mezcla cuya ingesta resultaba inocua.

Así es como nos ilustró sobre el fallido intento de asesinato del célebre Grigori Yefimovich, Rasputín, el visionario ruso que tenía bajo su influencia, y dominio la voluntad del Zar Nicolás II y de su esposa la Zarina Alejandra, en una conspiración urdida contra él, por la nobleza rusa, atiborrándole de pasteles mezclados con cianuro que neutralizaron sus mortales efectos.

El Starets Rasputín (los starets – anciano eran una especie de monjes mendicantes que, sin haber tomado hábitos sagrados, pretendían haber visto la milagrosa luz de Dios), hijo de una familia campesina tuvo una juventud de monje vagabundo y

visionario; era prácticamente analfabeto,

de estatura mediana, muy vigoroso, de larga y enmarañada barba en la que, tras sus copiosas comilonas, no limpiaba los restos de su voraz apetito. Apenas se lavaba y olía muy mal.

Cuando la familia Imperial Romanov

conoció a Rasputín, eran padres de cuatro princesas: Olga, Tatiana, María y Anastasia y del Zarevich Alexis, que tenía solo seis meses. Sin embargo, el futuro heredero del Imperio ruso padecía hemofilia, una hemopatía constitucional hereditaria de carácter recesivo caracterizada por el retardo de la

coagulación de la sangre y la consiguiente dificultad para contener las hemorragias. El factor hereditario hemofílico, ligado al cromosoma sexual femenino, hace que esta enfermedad sea transmitida solo por las mujeres y padecida, exclusivamente, por los hombres.

La Zarina Alejandra, nieta de la Reina Victoria de Inglaterra, había sido portadora de esta enfermedad y se la transmitió a su numerosísima descendencia contaminando a todas las Casas Reales europeas (entre ellas la española, a través de la Reina Victoria Eugenia de Battemberg, que tendría dos hijos hemofílicos). La incurable enfermedad del Zarevich Alexis produjo en la Zarina un sentimiento de culpabilidad por haber transmitido ese mal al futuro heredero de la Corona.

No es de extrañar que llegados a oídos de la Emperatriz las facultades curativas de Rasputín, lo hiciese llamar para conseguir la sanación del heredero del trono. En efecto, cuando éste sufría una hemorragia bastaba con que Rasputín le impusiera sus manos para que la misma se detuviera.

A la vista de éstos sorprendentes resultados, los Zares, Nicolás y Alejandra,

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de Rebotica de Rebotica

LIEGOS LIEGOS 9

José Luís Sebastián

A las nueve,

lección de química

(Ore nove, lezzione di chÍmica)

Grigori Yefímovich Rasputín (1914-1916)

Rasputín con sus “groupies”.

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