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« Previous Page Table of Contents Next Page »Plaza de la villa, Casa y torre de los Lujanes, dere-cha Puerta de la Vega.
de bajo la casa próxima que da a la calle de Bailén. Madrid se ha llamado la ciudad de fuego y agua, por el sílice primero, que ayuda a encender el fuego y por las vías de agua, mayari o mayrit, que cruzaban y aún cruzan toda su parte antigua. Jaime Oliver Asín sostenía que el nombre de Madrid viene de las vía de agua o canales subterráneos, añadiendo el sufijo ibero de it, que quiere decir abundancia de algo. Por eso Madrid significaría la abundancia de canales de agua. Cuando yo era Director General en el Minis-terio de Asuntos Exteriores, puse una placa conme-morativa en el parque anejo a la muralla en honor de Muhammad I, que ya ha desaparecido y llamé al lu-gar, con la anuencia del Ayuntamiento de Madrid, Parque Emir Muhammad I. Hoy hay una fuente en forma de estrella de seis puntas, que no pega donde está, porque la estrella andalusí era de ocho puntas y no de seis, siendo la de seis el símbolo antiguo de Marruecos, que hoy usa otra estrella de cinco pun-tas. Se cree que por allí debió andar el baño musul-mán, pero aún no se ha encontrado.
Subiendo por la Cuesta de la Vega, bajo la cual podría encontrarse la Puerta de la Vega, Bab Al-Ghuta, llegaremos a la esquina entre Bailén y Ma-yor, donde se encontraba la Mezquita Mayor, de-dicada en los primeros tiempos a uso militar, y que ha quedado totalmente sepultada bajo la nueva ca-sa, en la que se sitúa un comercio de música. So-lo se ven en el callejón anejo, unas cuantas piedras, y aun estas en su mayoría del período cristiano, cuando la mezquita pasó a llamarse Iglesia de San-ta María. En la Plaza de Oriente, en el aparcamien-to moderno, hay una atalaya islámica cuya fecha se establece en el siglo XI, o sea, en período taifa, si bien tengo para mí que es un poco anterior, y que atribuirla a Al-Ma’mun parece demasiado tardío. En la zona se encontró mucha cerámica árabe, cu-yas reproducciones pueden verse en la dársena de autobuses del aparcamiento. En un ataifor puede le-erse la palabra Al-Mulk, o sea, El Reino, muy usa-da por los musulmanes castellanos, como los gra-nadinos usaban la palabra Al-Galib para referirse al poder de Dios.
De allí seguiremos, bordeando el Teatro Real, hasta la Plaza de Isabel II o de la Ópera. En un res-taurante americano de la zona, y en su sótano, se ob-serva un portillo de la muralla, muy próximo a la Puerta de Valnadú, o Bab Al-Nawafir, la Puerta de los Caños del Peral, que es lo más parecido que nos queda de tal puerta. Por allí salían las musulmanas a lavar en los caños, si bien los actuales Caños del Pe-ral, reconstruidos bajo la estación de metro de Ópe-ra son muy posteriores al período islámico, es de-cir, del siglo XVI. Las obras del acueducto de Amaniel, que venía desde la
Dehesa de la Vi-
lla, son, sin embargo, de tipo mudéjar tardío o fran-camente morisco. Subiendo por la calle del Arenal, llegaremos a la Chocolatería de san Ginés, donde se dice que hubo una sinagoga, si bien el auténtico ba-rrio judío se encontraba en Lavapiés, hoy residencia de muchos musulmanes pero de escasos judíos, aun-que hay un restaurante de nombre hebreo. A conti-nuación subiremos hasta la Calle Mayor, en la esqui-na del Mercado de San Miguel, donde estaba la Puerta de Guadalajara, Bab Wadi Al-Hiyara, y baja-remos en dirección a la Plaza de la Villa. Allí estu-vo la segunda Mezquita de Madrid, que fue después suplantada por la Iglesia de San Salvador, a su vez derruida en 1840, para construir una casa de pisos. Sabemos algo de esta segunda mezquita gracias a un dibujo de un viajero inglés. Realizado poco antes de su derribo, demuestra que el alminar se conservó en su parte baja, y que era muy parecido a la torre mu-déjar de San Pedro, pero con base de 4,5 metros y no de 5,5, es decir, más pequeña, como la torre de San Nicolás de los Servitas.
La Plaza de la Villa cuenta con las casas más an-tiguas de Madrid, del siglo XV, llamadas de los Lu-janes, en cuya torre es tradición que estuvo encerra-do Francisco I de Francia después de la batalla de Pavía. Una de ellas tiene el mejor arco mudéjar de Madrid, habiendo otro arco de tipo apuntado, más pequeño, en el callejón del Codo. Después de que los cristianos se apropiasen de la Mezquita de Santa Ma-ría y de la de San Salvador, que eran los mejores edi-ficios religiosos existentes, los musulmanes tuvieron que seguir rezando en alguna parte, y yo siempre he sostenido que fue en el lugar donde hoy se encuen-tra la Iglesia de San Nicolás de los Servitas, cuya to-rre procede sin duda de un antiguo alminar reforma-do en el siglo XII, con permiso real, y siguiendo la escuela sevillana de Ahmad Ibn Basso, o sea de tipo almohade. Este alminar es único en Madrid y no se parece a las torres ya estudiadas y que después estu-diaremos. Sus dimensiones, con planta de 4,5 me-tros, cuadrada, su orientación al sur, la superposición de campanarios, el primero de los cuales cayó a cau-sa de un terremoto, sus cimientos de piedra, los ar-cos sin columnas, ya que las columnas se pusieron después y la proximidad de vías de agua, parecen abonar esta teoría. Dentro de la iglesia hay un peque-ño museo destinado a explicar la historia del alminar y que asimismo yo coloqué con autorización de la parroquia italiana que ocupa hoy el lu-gar. Puede verse también un a r c o
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de Rebotica de Rebotica
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