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Y

a en el siglo XVII, la monarquía ofrecía al pueblo madrileño diversas formas de diversión: toros, teatros, paseos, conciertos, romerías, circo y otras muchas. Con decir que entre los años 1621 y 1665 hubo menos de cien días laborables… La población madrileña en aquel tiempo, estaba formada por la nobleza,

banqueros, artesanos, inmigrantes llegados del interior de Castilla y sobre todo: “ cacos cortabolsas ” y “ enjutos picarones de menguada olla y zurrón ”. Toda una leyenda negra de la que disfrutó Madrid en la literatura, tachándole de “ parásito ” y “ comedor de la sopa boba ”. Hasta le echaban en cara que tenía “ nueve meses de invierno y tres de infierno”.”Que el airecillo del Guadarrama era tan sutil, que mataba a un

hombre y no apagaba un candil” . ¡¡¡Pero que mala es la envidia!!! Y todo porque el rey “ Prudente ” la nombro capital de las Españas. Bueno pues así y todo, a la hora de divertirse no había diferencias entre ellos.

En aquellos tiempos eran muchos los lugares en Madrid donde la gente acudía a pasear y charlar, pero preferían las afueras, como el Prado Viejo, lo que hoy es el Paseo del Prado o el Prado Nuevo, nuestra actual Castellana. Pero eso sí, preferiblemente ¡pasear en carroza! Otro lugar era la margen del Manzanares, sobre todo en la verbena de San Juan. Allí se organizaban meriendas que daban

ocasión a lances amorosos, pero también a peleas,

disputas, robos y algún que otro crimen, lo que hizo que la autoridad prohibiera descender al río bajo multa de 300 ducados. Y después estaban las gradas del convento de San Felipe el Real, el

Mentidero de la Villa y Corte , donde iban a enterarse de las últimas noticias y novedades, a contar chanzas y agudezas y donde corrían los bulos de todas clases.

Otra de las fuentes de diversión de los madrileños era el teatro. Cuando se acercaba un estreno se ponían grandes carteles anunciándolo en los alrededores de los corrales de comedias, que era donde se representaban, como los famosos de la Cruz y del Príncipe. Las funciones empezaban a las 2 de la tarde en invierno y a las 4 en verano, pero las puertas se abrían a las 12 de la mañana llenándose de público desde ese momento. En vez de acomodadores, existía lo que llamaban el “ apretador ” que los apretujaba para que cupieran más, dada la cantidad de espectadores que asistían a las representaciones. ¡Como también eran muchos los frailes que acudían! Según decían las malas lenguas tenían que aprovechar ese tiempo sin clausura, ni prior… Pero a los que más temían actores y escritores, era a los llamados “ mosqueteros ” que silbaban y protestaban si una comedia no era de su agrado. Aunque muchas veces alborotaban y gritaban porque sí, tal vez porque eran jóvenes, o tal vez porque no les caía bien un actor.

La realidad es que Madrid había crecido muy deprisa, pasando de los 60.00 habitantes en 1560 a los 130.000 a mediados del

siglo XVII. Y es en este mismo siglo XVII y entre los

P

de Rebotica de Rebotica

LIEGOS LIEGOS

RELATOS

M. García Piñuela Las diversiones

en el Madrid

del el siglo XVII

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Madrid es el centro de la gloria y al morir sus hijos, les desea,

el paraíso y un agujerito para que lo sigan viendo

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