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de Rebotica de Rebotica
LIEGOS LIEGOS 47
Si por tu amor, Señor, la vida vino y vino la Esperanza de tu mano, ¡qué misterio de amor, tu amor humano y qué humano, Señor, tu amor divino! …
VILLANCICO
San José que es carpintero aserraba la madera y construía una cuna para que el niño durmiera.
-Tiene que nacer primero. Sonríe y dice María.
El reloj suena. Da la una
San José deja el serrucho, se estira, luego se sienta: -Tengo hambre y tengo sed. y cogiendo un lapicero escribe en una pared, mientras en alto decía: -Treinta, cincuenta, sesenta, ¡que no me sale la cuenta!
María cree que le llama y pregunta en la cocina: -¿Qué dices, que no te escucho? Estoy friendo pescado; además que llueve mucho y oigo el agua en el tejado. -Que nacerá para enero.
De repente María exclama: -¡Qué dolor!, ¡ay! ¡Ven deprisa!
Corre José sin camisa. -¿Qué te ocurre?¿Es un infarto? ¿Necesitas medicina?
-No. Que estoy rompiendo aguas; son los dolores del parto. ¡Apresúrate José!
-Díme ¿qué hago, María? Que yo no sé, yo no sé, piensa que soy primerizo.
Y calma su aturdimiento: -¡Quita el fuego y la sartén, coge del suelo un paraguas, cierra la carpintería, y luego en el cobertizo prepara el mejor jumento, que nos vamos a Belén!
PAZ DESDE LA CUNA
No habrá nieve de amor, no habrá rocío, no habrá incienso esta vez, no habrá amapolas,
ni arcángeles que extiendan sus estolas para mostrar así tu señorío.
No habrá más donación que mi albedrío, mi corazón que siente, herido a solas, esta playa sedienta de las olas para calmar, Jesús, tu escalofrío.
No habrá más gratitud para ofrecerte y agrupando el amor, sin ofenderte, revierto en tu nacencia mi fortuna.
A todo darás luz con tu sonrisa, la paz me ofrecerás, la miel, la brisa, jugando Niño-Dios desde la cuna.
(De “Arañando tu niebla”, 1998)
Teodoro Rubio eodoro Rubio
POETAS DE HOY
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Poemas navideños
TAN CERCA Y TAN DISTANTE
Te voy sintiendo Dios a cada instante, en cada sorbo de aire te respiro. Hoy te siento tan cerca y tan distante, que me asusta perderte en un suspiro y me alegra encontrarte cuando miro y sin verte eres tú mi acompañante.
Cada paso que doy siento tu paso como un latido añil que me estremece, me eternizas de amor y con retraso mi deseo por ti transido crece; el espejo del mal lo desvanece y goteas tu luz en este ocaso.
Cierro los ojos y otra vez yo siento cómo me unges rumor y me serenas. Y dudo si eres agua, si eres viento, si eres sangre que brota en mis colmenas, porque vas circulando por mis venas y me sabes a miel y a sufrimiento.
Te voy sintiendo igual que un oleaje que a este caparazón lo solivianta y me roza la piel con su ramaje, dañándola en arrugas la quebranta. Te hallas disfrazado en mi garganta, en el timbre de voz y en su mensaje.
Una eternidad, Dios, sin conocerte, y estás aquí y allá por las esquinas de este mezquino corazón inerte desclavando del hueco las espinas que en éxtasis de amor me predestinas esperando el abrazo de la muerte.
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