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na más de las curiosidades con la que podemos encontrarnos hoy día en Turquía es Licia, pequeña ciudad al sur, que ha resistido el acoso del mar y de los hombres. De orografía agreste, alejada hoy día de los grandes centros del mundo moderno. Pero en la antigüedad fue uno de los rincones de toda la península de Anatolia más cotizados y sobre todo donde mayor número de leyendas, historias y mitos surgieron. Según cuentan fue la patria chica de algunos de los héroes que defendieron Troya. También de seres mitológicos como Pegaso, el caballo alado. Y aseguran que en una de sus playas Marco Antonio reveló su amor a

Cleopatra. Una de las declaraciones de amor más famosas de la historia. Fue también allí donde hace casi dos mil años, en una de las casas más adineradas, nació el santo más popular y querido de la infancia, ¡un niño! al que pusieron por nombre Nicolás. Siempre destacó por su bondad y generosidad. Siendo todavía muy joven perdió a sus padres, heredando una grandísima fortuna. Pero fue a los diez y nueve años cuando decidió darla para combatir la pobreza y dedicarse al sacerdocio. Con los años se convirtió en prelado de una localidad cercana llamada Myra, donde alcanzó gran fama por su piedad y altruismo.

Se cuenta que Nicolás decidió ayudar a un buen cristiano angustiado por no poder pagar las dotes de sus hijas. Una madrugada y sin ser visto dejó en la ventana de su casa, un saquito lleno de monedas de oro a fin de que las hijas

consiguieran unos buenos matrimonios. En otra ocasión en que la nieve cubría la parte sur de Anatolia (cosa no frecuente) y sabiendo que un anciano feligrés estaba aislado en su casa, Nicolás superando todas las dificultades llegó hasta la casa. No pudo entrar más que por la chimenea, debido a la cantidad de nieve acumulada, ¡pero entró! para dejarle comida, darle ánimos y sobre todo el consuelo de que alguien se preocupaba por él. Todas estas

historias nunca sabremos con seguridad si fueron del todo verdaderas o solo leyendas, pero la historia sí confirma que en el siglo IV en la región de Licia vivió un “santón” de gran fama, por su altruismo y bondad.

Así mismo cuentan que Nicolás gozaba de un gran respeto entre las gentes del mar llegando incluso, después de muerto, a venerarle, convirtiéndolo en una especie de patrón protector. Con el tiempo llegó a ser el Santo Patrón de Turquía, Grecia y Rusia y gracias a la devoción de los marinos su fama se extendió, primero por todo el Mediterráneo y más tarde por el resto de Europa, llegando a ser una de las figuras más respetadas de la primitiva iglesia cristiana. Se le atribuye toda una serie de milagros siempre relacionados con la Navidad, llegando a ser uno de los principales santos de la Iglesia Ortodoxa.

En tiempo de las Cruzadas, siglos XI o XII, sus reliquias fueron llevadas a Italia concretamente a Bari donde todavía se guardan. Desde entonces se le conoce por San Nicolás de Bari, aunque a lo largo y ancho del mundo además como: Papa Noel, Padre Hielo, Santa Claus… cambiando tanto su nombre como sus historias según el país. Y fueron los inmigrantes, en el siglo XVII, los que llevaron estas tradiciones a los Estados Unidos.

Pero ni San Nicolás, ni Papa Noel, ni Santa Claus proceden del frío Norte polar, si no del cálido Mediterráneo oriental, aunque los anglosajones intenten hacernos creer lo contrario desde el siglo XIX. Solo hay que pensar que si el Cristianismo y sus antiguos mitos nacieron en Palestina no tiene sentido que el origen de uno de sus personajes más característicos nos venga de sitio tan lejano y tan desvinculado del primitivo Cristianismo como los Países Nórdicos.■

P

de Rebotica de Rebotica

LIEGOS LIEGOS 35

San Nicolas,

Santa Claus, Papa Noel…

Garpi

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