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uve el atrevimiento de introducirme en el mundo fascinante de los hongos macroscópicos, quizás porque la situación era similar a la atracción que ejercieron sobre mi, 20 años antes, otros diminutos hongos llamados microscópicos, que se convertirían en el eje principal de mi actividad profesional. Esos hongos microscópicos del reino "Fungí Imperfecti" comprendían la mayoría de los patógenos para el hombre. Mi convivencia con estos hongos microscópicos dentro de un entorno hospitalario ha sido tan intensa, que ellos han conseguido que llegase a disfrutar con mi profesión, y estar agradecida por disfrutar con mi trabajo, cosa que es una suerte en estos tiempos en los que impera la desilusión y la rutina. Esa convivencia y familiaridad con estos hongos, me ha permitido observarlos día a día, estudiar sus características, sus necesidades fisiológicas, su aspecto macro y microscópico, su temperatura idónea para mejor crecimiento, en fin todo lo necesario para lograr, que, con un medio de cultivo debidamente escogido las esporas se transformen en micelios
no estériles y permitan un correcto
diagnóstico en ese campo tan atractivo y sugestivo como es la Micología médica.
Comencé más tarde, como he referido antes, a investigar por interés personal unos peculiares hongos macroscópicos, catalogados como hongos alucinógenos. El estudio lo realicé en compañía de tres personas del mundo
hospitalario, convirtiéndonos, las cuatro, en zascandiles de todas las bibliotecas relacionadas con el tema y con la época precolombina. Aunque solamente sea por el aporte científico-histórico que ha supuesto para nosotras, ha merecido la pena el esfuerzo y mantenemos la ilusión de publicar un libro con nuestra experiencia, en un futuro próximo.
Casi nada más empezar la investigación, nuestra mente se sintió totalmente cautivada por unos hongos descritos por Fray Bernardino de Sahagún (1499-1590) y por Francisco Hernández (1517-1587), fraile y médico naturalista respectivamente. Ellos lo llamaban teonanácalt, "hongos sagrados" y aún más correctamente "hongos maravillosos" con propiedades embriagadoras, curativas, o misteriosas que más tarde gracias a los trabajos de Robert Gordon Wasson (1957) se desvela que el hongo sagrado de México al cual se rindió culto y por el cual la Santa Inquisición en el siglo XVII celebró un dramático Auto de Fe por considerarlo idolatría, no es más que un hongo psilocibio o alucinógeno.
Desde la creencia del indio, de que el hongo teonanácalt surge por generación espontánea después del rayo en una tormenta, hasta la aseveración de Jeremy Bigwood de que los hongos psilocibios podrán cultivarse en las casas y con ello producirse una descentralización en el comercio de drogas alucinógenas, han pasados muchos años.
Existe un hecho común a todas las civilizaciones, y es el uso y consumo de las drogas. Quizás las más conocidas eran las obtenidas por fermentación alcohólica. Casi todas las civilizaciones han utilizado sus drogas como estimulantes de la mente y como acompañantes de costumbres sociales o ritos de tipo religioso.
El hombre en la antigüedad no sabía la existencia de la palabra stress , pero ha vivido al igual que en nuestros días, situaciones de angustia, de dolor y de ansiedad que le hicieron
Teonanacatl
P
de Rebotica de Rebotica
LIEGOS LIEGOS 32
LOS CAMINOS COLATERALES DEL CORAZÓN
Aurora Sánchez Sousa
Un Hongo misterioso, entre la
alucinación y el éxtasis
Fray Bernardino de Sahagún (1499-1590)
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