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una nueva clase social en ascenso que defiende una ética social distinta. Y nuestro barbero se iba haciendo famoso.

El autor en pleno triunfo no descansa, su espíritu negociante no le deja y consigue importar armas de Holanda con destino al gobierno que cuando se descubre se cree que se trata de un complot y es desterrado a la ciudad de Hamburgo. Vuelve a París ya en la época del Directorio y prosigue sus negocios en plena Revolución. Nuevo rico, financiero, comerciante de armas, negrero, duelista y agente que participó en la independencia de algunas colonias americanas. Libertino y donjuán, enviudó dos veces de sendas ricas herederas. Aventurero y músico fue un verdadero icono de la Revolución Francesa.

Mientras tanto, en Viena, Mozart se interesa mucho por el personaje Fígaro y estudia la posibilidad de componer una ópera, y como el maestro de Salzburgo se encuentra en el momento más dulce, en cuanto a inspiración, de toda su trayectoria, pues eran los días en que había compuesto su concierto veintitrés para piano y orquesta, y después de madurar la idea, encarga un libreto al abate Lorenzo da Ponte sobre el tema de Las Bodas. Entre los dos consiguieron una de las obras maestras más grande de toda la historia de la música que fue estrenada el 3 de marzo de 1787 en el Burgtheater de Viena. Mozart alcanza el cenit y dicta las bases para la ópera cómica con aquel apoteósico triunfo. Todos habían conquistado la cima en el momento que en París estallaba la Revolución.

La obra seguía por las nubes de la gloria aunque poco tiempo después sería retirada por la censura austriaca por considerarla incompatible con la ciudad de Viena donde pocos años antes había nacido la reina de los franceses Maria Antonieta hija de la emperatriz Maria Teresa, y donde se consideraba al Fígaro un tipo revolucionario e improcedente, el genuino emblema de la Revolución, desde que Beaumarchais lo había dado a conocer.

A pesar de todo esto, Mozart y Da Ponte siguen triunfando en Viena con Don Giovanni, obra que se considera todavía superior a Las Bodas de Fígaro , y con Cosí fan tutte para cerrar la trilogía de sus óperas italianas que demostraban hasta dónde podía llegar el teatro cómico cantado.

Pero el tiempo avanza muy deprisa y se cierra una época para la historia, Mozart murió en 1791, la reina de Francia subió a la guillotina en 1793, Beaumerchais murió inmensamente rico en 1799 y también acabaría la fiebre revolucionaria y en poco tiempo la Revolución misma que lo había cambiado todo.

Ya estamos en la edad contemporánea y no han trascurrido ni siquiera diez años. Napoleón se pasea por Europa, todo lo domina y todo lo puede. En Italia

ha aparecido un músico con una gracia especial que arrastra las masas a los teatros, se trata de Joaquín Rossini al que ya le han aplaudido sus primeras óperas y que en palabras de Stendhal, en su Vida de Rossini , su música excita y electriza a todos.

Sobre el Fígaro, al que no afectó el cambio social y seguía en candelero, se habían interesado algunos músicos italianos entre ellos Pasiello cuyo Barbero de Sevilla no fue mal aceptado. Tuvo que ser el empresario del Teatro Argentino de Roma el que viendo claro el negocio insinuó a Rossini la posibilidad de componer un Barbero para su teatro. Era eso precisamente lo que Rossini apetecía pero por cortesía con el anciano Pasiello no había osado emprender, pero acudió pronto a visitar al viejo para exponerle la cuestión que Pasiello, muy anciano y a punto ya de morir, pronto comprendió y dio luz verde al proyecto.

Del libreto se encargó Cesare Sterbini y Rossini tardó trece días en componer la pieza, sencilla como el libreto, muy simplificado y escueto, pero donde Rossini expresó su propio estilo y batió todas las marcas de conexión con el público.

El Barbero de Sevilla se estrenó en el teatro Argentino de Roma el 26 de diciembre de 1816. Gustó y sigue gustando a todos por su música tan fácil de comprender, llena de vida, movilidad y ligereza , de arrebatados crescendos, que hace sonreír de gozo en cada compás. Todas las partituras parecen pesadas y aburridas después de escuchar las de Rossini. Ganaba en estilo a todos los músicos italianos de su tiempo, obsesionados por seguir a Mozart.

Él creó su estilo propio, fue esa pincelada de alegría que quizá le faltaba a la música.

Cuando terminó su Barbero, Rossini contaba venticuatro años, sólo siguió componiendo hasta los treinta y uno, edad en la que había amasado una gran fortuna que le permitió vivir en París una larga vida como patriarca de las artes musicales.■

P

de Rebotica de Rebotica

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MUSICA

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