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A

lbert Einstein revolucionó el concepto del tiempo con su teoría de la relatividad: Todas nuestras proposiciones en las cuales desempeña algún papel el tiempo son siempre proposiciones que se refieren a su-cesos simultáneos. En lo que a la Física concierne, el tiempo y la simultaneidad deben ser considerados co-mo equivalentes . Con ello, Einstein quería decir que si un tren llega a las doce, en realidad eso indica que la llegada del tren y la posición de las manecillas en el reloj de la estación marcando las doce, simplemente son sucesos que ocurren en el mismo instante para un observador que esté “en el lugar de los hechos”. Así pues, en palabras del propio Einstein, pasado, presen-te y futuro son solo ilusiones, aunque sean pertinaces.

Sin embargo, la simultaneidad va ligada al movi-miento del observador de ambos sucesos; es decir, es relativa. Y puesto que la simultaneidad es relativa, el tiempo también lo es. En este sentido, la teoría einste-niana afirma que todo intervalo de tiempo medido en un reloj en movimiento es siempre menor que el co-rrespondientemente medido en un reloj estático. A es-te fenómeno se le conoce como dilatación –o contrac-ción, según la posición del observador– del tiempo. Experimentalmente ha sido demostrado que la gra-vedad distorsiona el tiempo o, al menos, nuestra me-dición del mismo. De hecho, los relojes avanzan más rápidamente en el ático de una casa que en el sótano. Y aun más en el espacio, con respecto a la Tierra, has-ta el punto de obligar a realizar ajustes a los diseñado-res del sistema de localización global GPS . Y en la su-perficie de una estrella de neutrones la gravedad es tan intensa que el tiempo se retrasa en un 30% con respecto al de la Tierra. Aun más, en los agujeros negros se produce la máxima distorsión del tiempo, deteniéndose éste por comple-to. ¿O es que desaparece el tiempo?

¿Es reversible el tiem-po? Lo que percibimos los seres humanos con nuestros sentidos es que los estados más recien-tes del mundo que nos rodea difieren de los es-tados previos que aún re-cordamos. Pero rememo-rar el pasado y no el futuro no supone realmente que ob-

servemos el transcurso del tiempo, sino tan solo que somos capaces de constatar la existencia de una asi-metría temporal .

Cuando un observador contempla el golpeo del taco sobre una bola de billar y el movimiento que inicia ésta, percibe que ambos hechos están ligados entre sí por una secuencia en la que el golpeo es an-terior al movimiento de la bola. Sin embargo, se-gún la teoría de la relatividad no hay, en principio , nada que impida la paradoja de que el efecto ante-ceda a la causa , siempre que fuese un observador diferente del anterior y situado en un sistema de co-ordenadas también diferente.

Afortunadamente, la Segunda Ley de la Termodi-námica parece venir en ayuda de nuestro sentido co-mún, “maltratado” por la teoría de la relatividad. La

Segunda Ley indica que la entropía de un sistema ce-rrado tiende a incrementarse con el tiempo, lo que im-pone al mundo una asimetría entre las direcciones del eje del tiempo y hacia el futuro, en especial en lo to-cante a los procesos irreversibles; es más, la entropía

describe la irreversibilidad de los sistemas termodiná-micos. Esta magnitud física, que significa evolución o transformación en griego, mide el orden y el estado di-námico de los sistemas.

De acuerdo con lo anterior, el tiempo podría ser considerado como la tendencia que tienen los siste-mas en estados ordenados –de baja entropía –, a cam-biar a estados desordenados –de alta entropía –. Así pues, podríamos decir que el tiempo y la entropía

van de la mano… siempre que nos refiramos a sis-

temas aislados.

Los fenómenos irreversibles se aprecian en los sistemas alejados del equilibrio y conducen a nue-vas estructuras materiales que perduran y evolucionan ha-cia nuevos estados. Es de-cir, la materia “evolucio-na” cuando está lejos del equilibrio; el orden se ha convertido en enemigo de la fecundidad y el caos aparece como la madre que gesta innume-rables novedades.

Todo e l lo nos conduce a que ya no nos es-tá permitido pensar que so-

P

de Rebotica de Rebotica

LIEGOS LIEGOS 15

LA REALIDAD BAJO LA ALFOMBRA Santiago Cuéllar

La información

y la (maldita) segunda ley

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