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REVISIÓN

Panorama Actual Med 2012; 36 (354): 419-448

El cáncer no es propiamente una enfermedad, sino más bien un término que engloba a diversos tipos de neoformaciones que pue­den aparecer en cualquier tejido del organismo; esto incluye a los carcinomas (originados en los epitelios), los sarco­ mas (tejido conectivo), gliomas (células de la glía del sistema nervioso central), leucemias y linfomas (tejidos he­matopoyéticos), etc. Aunque todos comparten un compor­tamiento biológico común, su aparición, incidencia y los factores que se aso­ cian con ellos pueden variar sustancialmente.

BIOLOGÍA CELULAR DEL CÁNCER

En términos generales, puede decirse que las neo­ plasias implican un proceso de pérdida progresiva del control del crecimiento y de la proliferación celulares, junto con la puesta en marcha de mecanismos de angiogénesis para garantizar la llegada de oxígeno y nutrientes a las células tumorales, facilitando tam­ bién una vía de esca­pe para el desarrollo de la inva­ sión de tejidos próximos o distantes.

Durante la etapa de iniciación de la carcinogé­ nesis se produce una mutación en genes con fun­ ciones críticas de control del crecimiento celular, mientras que en la siguiente, de promo­ción, tiene lugar la acumulación a lo largo del tiempo de otras mutaciones que desequilibran todos los sistemas de control de la proliferación y división celulares. Sin embargo, no todas las células neoplásicas son iguales. De hecho, la población de las células tumorales es bastante heterogé­nea y no tienen por qué tener la misma capacidad de proliferación indefnida, de invasividad o de diseminación. En este sentido, la ca­pacidad de diseminación está determinada genética­mente, pero también está infuida por la generación de diferentes señales de atracción procedentes del órgano diana en el que se puede asentar la célula tumoral, así como del microambiente celular próximo al tumor pri­mario, como también en el órgano diana. Por otro lado, en el crecimiento y en la división celular participan dife­rentes procesos de señalización, todo lo cual está permitiendo investigar nuevas es­trategias de tratamiento y está siendo la base para el estab­ lecimiento de la terapia personalizada del cáncer.

El cáncer puede desarrollarse en cualquier tejido del or­ganismo. Lo que diferencia a las células tumo­ rales de las normales es que su división celular ha escapado de los mecanismos de control, además se han producido determinados cambios en la diferen­ ciación celular, han desarrollado un cierto grado de resistencia a los mecanismos de muerte celular pro­ gramada – apoptosis – y, lo que es especialmente importante, han desarrollado la capacidad para in­ vadir el estroma del tejido en el que el tumor se ha originado, invadir vasos linfáticos y sanguíneos, y fnalmente invadir tejidos distantes, todo lo cual queda englobado en el término metástasis . Es característica en el desarrollo de una neoplasia la acumulación de varios defectos de ge­nes en el núcleo celular. Este tipo de alteraciones acostum­ bran a ser mutaciones en la secuencia del ADN, que pueden corresponder a la pérdida de algún gen (deleción), a la variación de la localización o ubi­ cación de uno o varios genes o de sus fragmentos (traslocación), o incluso a un aumento del número de copias de un gen específco (amplifcación gé­ nica). De una manera o de otra, cualquiera de estas alteraciones condiciona la modifcación del efecto naturalmente asociado a los genes afectados, pu­ diendo implicar la pérdida de la fun­ción del gen (típico en los genes supresores del crecimiento ce­ lular) o un incremento de la función, lo que suele implicar un aumento del crecimiento celular (lo que es característico de los oncogenes).

Habitualemente, en condiciones fisiológicas normales, hay un equilibrio entre los estímulos que inducen el crecimiento celular y aquellos que lo inhiben; la neoplasia aparece solo cuando este equilibrio se rompe a favor de un crecimiento des­ mesurado. Son numerosos los elementos, tanto naturales como artifciales, que se han asociado con una ca­pacidad para inducir la transformación tumoral de las células normales (capacidad carcino­ génica) y que pueden actuar tanto directa como indirectamente (los que que precisan algún proceso intermedio para efectuar el efecto carcinogénico). Durante la etapa de iniciación de la carcinogé­ nesis, las alteraciones suelen producirse mediante reacciones de intercambio electrónico en zonas intensamente electronegativas, como son las ca­ denas de ADN o de ARN, o ciertas proteínas. Es relativamente común que las cadenas de los áci­ dos nucleicos experimenten alteraciones o lesio­

Terapéutica farmacológica del cáncer

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