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NUEVOS FÁRMACOS

Panorama Actual Med 2012; 36 (350): 31-38

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LUPUS ERITEMATOSO SISTÉMICO (LES)

El lupus eritematoso sistémico forma parte de un amplio conjunto de patologías, referidas habitual-mente como enfermedades autoinmunes sistémicas; es decir, provocadas por una reacción anómala del sistema inmunológico del paciente frente a estruc-turas normales del propio paciente (autoinmune), capaces de afectar a varios órganos y/o tejidos (sis-témico).

Quien primero describió el lupus eritematoso sis-témico fue Biett en 1833. Lupus signifca “lobo” en latín y tal denominación para la enfermedad se debe a que suele aparecer una mancha en la cara seme-jante a las que poseen estos animales.

El National Institute of Health (NIH) estadouni-dense refere que hasta un 20% de la población general de­sarrollará un proceso inmunológico/auto-inmune a lo largo de su vida. Es difícil concretar la incidencia y prevalencia de todas las enfermedades autoinmunes sistémicas, dado el infradiag­nóstico de las mismas. La más frecuen­te es la artritis reuma-toide, con una prevalen­cia que ronda el 1% en casi todas las latitudes, mientras que para las restantes los datos varían según la geografía. En concreto, la incidencia anual de lupus eritematoso sistémico (LES) en Euro­pa está entre 3,8 y 5,8 casos/100.000 habi-tantes, con una prevalencia en la población general que oscila entre 20 y 150 casos/100.000 habitantes (en torno a 40-50/100.000 en España), lo que su-pone una inci­dencia que dobla la de la esclerosis múltiple y mayor que la de algunas neoplasias como la leucemia.

Como ocurre en la mayoría de las enfermedades autoinmunes sistémicas, el LES afecta con mayor prevalencia a las mujeres (9:1). En el LES suele haber una presentación bimodal: la mayoría en torno a los 30 años y otro pico menor en torno a los 55 años. Todo esto varía bastante según los países, pues suele existir un gran retraso entre el inicio del cuadro y el diagnóstico médico, que en el caso del LES puede rondar los 5-10 años. Existe la idea extendida de que las enfermedades autoinmunes sistémicas son fa­miliares o de transmisión genética directa, sin em­ bargo, solo el 3-5% de los pacientes con LES cuen-tan con otros miembros familiares afectos. Básicamente, la presentación clínica más fre-cuente de las enfermedades autoinmunes sistémi-cas suele ser la afectación articular (artritis), cutánea

(rash malar, lupus discoide o lupus suabgudo cutá-neo en el LES, endurecimiento cutáneo en el caso de la esclerosis sistémica, etc.), mucosa (xerostomía o xeroftalmia en el caso del síndrome de Sjögren, aftas orogenitales en la enfermedad de Behçet, etc.) y visce­ral (pericarditis o pleuritis en el LES, neumoni-tis en la AR o la esclerosis sistémica, etc.). El LES es el proceso muy heterogéneo en su pre-sentación clínica (Figura 1). La astenia o can­sancio extremo pese al reposo, junto con las artralgias (do-lores articulares) suelen ser las manifestaciones más frecuentes. La artritis suele ser intermitente y afectar sin erosiones ni deformidades al carpo y las articu-laciones de la mano especialmente, aunque puede implicar otras articulaciones. La afectación cutánea también es frecuente y característica, destacando la fotosensibili­dad, es decir, la aparición de lesio-nes cutáneas con la exposición solar. Es de destacar también el lupus cutá­neo agudo o lesión en alas de mariposa , una erupción que afecta a las mejillas y el dorso de la nariz. También pueden aparecer aftas (llagas) orales y alopecia. La afectación visceral es frecuente y dispersa, pudiéndose afectar cualquier órgano, desde el riñón, en forma de glomerulone-fritis (hay 6 tipos his­tológicos), hasta el sistema ner-vioso central (lupus neuropsiquiátrico), el aparato cardiopulmonar o el digestivo.

La respuesta inmunitaria tiene una vía innata y otra adaptativa. La primera es rápida e inmediata, pero poco precisa y carece de memoria; en ella participan, desde el punto de vista celular, fundamentalmente los granulo­citos (neutróflos, basóflos, eosinóflos) y los monocitos, atacando estructuras no reconocidas como propias. La inmunidad adaptativa es más compleja y selectiva, pero más lenta. Las células fundamentales son, en este caso, los linfocitos T colaboradores y los linfocitos B. Estas cé­lulas procesan las sustancias extra-ñas, obteniendo un perfl típico de ellas, y sintetizan, a través de los linfoci­tos B, inmunoglobulinas o anticuer-pos específcos, capaces de destruirlas de manera se-lectiva. Una característica fundamental de la respuesta adapta­tiva es que permite el desarrollo de memoria inmunoló­gica, es decir, se mantendrán células memo-ria capaces de reconocer en otra ocasión a dichas sus-tancias extra­ñas y activar la síntesis de inmunoglobuli-nas específcas de manera inmediata, sin la necesidad de nuevo de la coactuación de los linfocitos T y B. Los linfocitos T y B se comu­nican para desarrollar la inmu-nidad adaptativa a través de receptores de superfcie y de sustancias capaces de estimular, modular o inhibir dicho proceso (citocinas).

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