Revista Pliegos de Rebotica - Nº 144 - Enero/Marzo

14 Pliegos de Rebotica 2021 A A quella mañana se levantó algo más temprano de lo habitual. Tenía tiempo por lo que decidió tomarse con calma el desayuno. Mientras el impulso de la cafeína se abría paso en sus venas, repasó los correos procurando no pringar de pegajoso emplasto el ya castigado cristal del móvil. El sonido característico de una llamada interrumpió sus pensamientos pero, lejos de resultarle incómodo, saber que su socia estaba al otro lado de la línea le complacía. –Buenos días, Luisa. Tan madrugadora como siempre –contestó mientras sonreía. –¿Has descansado bien? Nos espera un día “guapo”… –abrió la interlocutora su parte de conversación. –Tengo ganas de que pase, créeme.Ya sabes lo poco que me gustan las reuniones. Doy por hecho de que tu parte está preparada… –Ni lo dudes. ¿A qué hora llegarás al laboratorio? –Sobre las 10. Hasta las 12 hay tiempo de sobra. –Sí, eso había calculado. Nos vemos luego. –Ok. Copiado –cerró David. Vestido ya de jornada laboral, se descubrió revisando su apariencia en el espejo, una clara demostración de que la parte racional de la mente se correlacionaba a satisfacción con la parte emocional. La luz destilada del comienzo del día, que embargaba plenamente el amplio ventanal de la habitación, le ayudó en la tarea. Sí, era cierto. Quién sino ellos, biólogos moleculares, especialistas fundamentales para la evolución del mundo del segundo tercio del siglo XXI, podrían haber llegado a completar un círculo tan ingenioso y en cierto modo revolucionario en el complicado equilibrio neurofisiológico. Creía firmemente en que, a pesar de la ignorancia consciente o inconsciente de algunos, se trataba de mucho más que hacer ciencia, se trababa de añadir a la ecuación cierta filosofía, golpes de moral y con seguridad una ética exquisita. Era todavía muy complejo llegar a saber si su contribución terminaría por establecer la red de implicaciones que buscaban. Demostrar que era posible lo que reflejaban los papeles había requerido meses de investigación, decenas de miles de euros y muchas cabezas y manos repartidas por el mundo. Solo les faltaba un poquito de suerte para imponerse al final, pero confiaba en que ésta llegaría. mmmmm Solía hacer el recorrido hasta el laboratorio a pie. Los 30 minutos que le llevaba la ruta insuflaban el plus de oxígeno que necesitaban sus neuronas para ganar velocidad de proceso y por tanto eficacia. Dejó su zona residencial en la calle de los Abetos y torció a la izquierda para incorporarse al paseo de la Industria. Comprobó que la intensidad de tráfico perturbaba muy poco el silencio del entorno. Hacía años que los motores de los automóviles habían dejado de alimentarse de combustibles fósiles y nadie los echaba de menos. Cuando se detuvo en la entrada del edificio Ámbar su identificador telemático le franqueó el paso sin mayor problema. –Y en esto, señores, llega la caballería…–se arrancó Luisa apenas David traspasó la puerta de la sala de reuniones. –Te veo muy bromista hoy, querida socia. ¿Qué barruntas? –el cruce de miradas y la sonrisa de ambos indicaban a los presentes la total complicidad entre los socios principales. La reunión preparatoria de ayer había sido un buen entrenamiento. Laboratorio, Investigación de mercado, Desarrollo, Financiero y Dirección habían perfilado la estrategia que llevarían a la reunión de hoy, manteniendo una batalla durísima donde datos, argumentos y contraargumentos habían sido Mª Ángeles Jiménez La silenciosa trampa de las emociones

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