Revista Pliegos de Rebotica - Nº 142 - Octubre/Diciembre 2020

olvidar tanta desfachatez y a enfatizar en los contrastes positivos, por muy recónditos que éstos sean. Hasta el covid guarda un rincón para entrever una mueca risueña. Recordemos el pánico artificial a las vacas locas. 226 muertos registrados en todo el mundo, el terror al virus del Ébola que, mientras residia en África, apenas repercutía en las sociedades mal llamadas civilizadas, pero al que se le ocurrió saltar el Estrecho y la que pudo liar sin un solo cadaver entre nosotros para llevarse al cementerio.Todos ellos, fueron avisos de la Madre Naturaleza para que nos fuéramos preparando, pero solo ahora, que ha tronado tanto, nos hemos acordado de Santa Bárbara. Y la vida sigue riendo, callada y discreta, en centenares de laboratorios de investigación, en los voluntarios que se apuntan a los ensayos clínicos, en los controles y rastreos que proporcionarán rapidez en las soluciones.Y rie en los concienzudos estudios científicos para detectar el mejor modo de combatir la pandemia, de repeler el virus, de saber por qué los niños están mejor preparados para rechazar esta patología cuando tienen sus sistemas inmunitarios en plena formación. La vida se distrae y lo hace con discreción, sin aspavientos, mirando de frente, dispuesta a confortar con un invierno con menos gripe, con sus flores en la próxima primavera, con una mirada, con un gesto, con un paisaje lleno de luces y colores; con el recuerdo de una obra de arte que volveremos a visitar cuando nos recuperemos de este embate y este envite; con el simple tarareo de una melodía. Será hora de volver a la rutina del trabajo, a la bendita monotonía de hacer todo con prisas, a no tener tiempo para nada . La vida ríe sin disimulo con las preocupaciones de cada jornada porque pronto llegará el momento de volver a lo cotidiano, eso que está para ser disfrutado y quizá nunca lo habíamos valorado adecuadamente. Retornarán las ceremonias religiosas o civiles, alegres o luctuosas; también el eficiente transporte público o las grandes aglomeraciones de los espectáculos multitudinarios. Eso será más lento y, al principio, miraremos al vecino con cierta prevención, pero luego dejaremos escapar una leve sonrisa en nuestro semblante. Incluso, si se atreve a estornudar o toser sin suficiente cuidado. En pocos meses, con las vacunas correspondientes y unos protocolos terapéuticos consolidados, el covid–19 pasara a formar parte de la Historia de la Medicina y a ser motivo de estudio de sociólogos y estadísticos. El comportamiento humano da para muchas explicaciones aunque no las haya en realidad porque habrá una próxima vez y volverá a pillarnos con el pie cambiado. No importará demasiado, la vida saldrá al paso y nos mantendrá animados con la fuerza arrolladora de su sonrisa, dispuestos a la esperanza y a acompasar un tango con Margarita, si es que le queda un hueco en su carné de baile. 49 2020

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