Revista Pliegos de Rebotica - Nº 142 - Octubre/Diciembre 2020

dos herramientas son fruto de la mente humana. El homínido hoy imperante, el Homo sapiens , está detrás de este inconcebible desarrollo tecnológico. Mejor dicho, es la corteza cerebral del Homo sapiens de donde ha nacido la herramienta de piedra, la de metal, la agricultura, el urbanismo, la Ciencia en todas sus modalidades y, no se olvide, la manifestación artística.Temer al avance científico y tecnológico es, simplemente, ignorar que el ser humano ha actuado desde el inicio de su andadura sobre la Tierra movido por el afán de conocer, descubrir e innovar. La mente del ser humano no es única. Los descubrimientos paleontológicos han demostrado que determinados primates muestran comportamientos similares a los humanos y que, incluso, experimentan emociones. Es difícil trazar la linde entre emociones y sentimientos, y entre éstos y escala de valores.Yendo más allá, la Psiquiatría se formula continuamente preguntas sobre las bases etiopatogénicas y biomoleculares de las conductas antisociales. No es descabellado concluir que la mente del homínido reinante actualmente también está sometida al desafío evolutivo. Existen muchos interrogantes sobre el diferencial de velocidades entre la evolución biológica –el sustrato de la mente es el sistema nervioso– y el desarrollo de las tecnologías, pero es posible que no sea tan acusado como parece a primera vista. En cualquier caso, si el rol del Homo sapiens consistiese en crecer y multiplicarse, desarrollar innovaciones en proceso acelerado y, finalmente, ceder el puesto a otra especie, es asunto difícil de prever. Lo fundamental es asignar al individuo y al grupo social un lugar en el mundo, que es tanto como entrar en los fundamentos éticos y ontológicos. La mente seguirá teniendo su lugar en ese universo cambiante por definición y la tecnología el suyo. Incluso podría suceder que las aplicaciones informáticas diesen paso a subsistemas de inteligencia artificial y, como viene sucediendo, la actividad física de los seres humanos se redujese tanto que, finalmente, la Dietética y Nutrición preventivas de las patologías de la sociedad post–industrial actuasen como factor de cambio genético hacia la siguiente especie del género Homo . Efectuando un giro –no copernicano–, el grano de arena que significa AEFLA en la Historia merece unas líneas. Nace la Asociación de una actividad biomédica y, por tanto, muy vinculada a las Ciencias pero también al entorno sobrenatural. Hace 25 siglos que Hipócrates de Cos dio a luz a la Medicina Clínica por simple separación de la brujería, y hoy existen innumerables aplicaciones para gestionar los procedimientos médicos y farmacéuticos, sin que por ello se haya esclarecido el nexo entre flujos bioquímicos y vida. Quizás este paso esté tan lejos como el de crear la inteligencia artificial. Pero, volviendo al microcosmos de AEFLA, lo que conviene poner de manifiesto es la relación entre el fundamento biomédico y la razón de ser de una modesta asociación con fines artísticos y literarios. 45 años son apenas dos generaciones, un lapso de tiempo apenas perceptible en la Historia del Universo pero un poquito más si nos referimos a la Historia de la Humanidad. Si finalizamos el etéreo recorrido en la Historia de la Farmacia, aparecen algunos aspectos destacables. No obstante, no procede centrarse en los logros concretos porque para ello existen plumas mejor preparadas. Baste afirmar que AEFLA mantiene viva la fracción creativa de la mente humana, al menos en lo que a Letras y Artes se refiere. Esta discreta y concreta aportación sitúa a la Asociación en el devenir social. La valoración de su aportación es un asunto absolutamente diferente. Unos años son poco en el desarrollo cosmogónico, pero representan mucho para una generación.Thomas Lönngren, ex director ejecutivo de la Agencia Europea del Medicamento, estuvo presente en la celebración de los 10 años de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, celebrados en 2009, e hizo votos por otros tantos más.Al igual que la evaluación retrospectiva de una institución capital para la Ciencia farmacéutica requiere una perspectiva temporal de varias décadas, la contribución de AEFLA sólo será perceptible tras un siglo de existencia. Así pues, a AEFLA le corresponde la tarea de seguir creando arte y literatura desde su particular plataforma profesional. El farmacéutico de oficina sigue tan cerca de la gente como hace cien años, aunque haya cambiado la formulación magistral por la prescripción y dispensación electrónicas y la Farmacovigilancia. El profesional de la industria, de la Administración pública y de otros gremios, en contacto con otros tipos y formas de aplicaciones, está alejado del ciudadano medio pero gana en otras perspectivas. Lo importante para todos aquellos farmacéuticos que, sin dejar de lado su orientación profesional, sientan la llamada del Arte y de las Letras, es que hallen un pequeño lugar donde ese afán sea reconocido y apoyado. He aquí la razón de ser de AEFLA y su posicionamiento en la evolución histórica. 25 2020

RkJQdWJsaXNoZXIy MTEwMTU=