Revista Pliegos de Rebotica - Nº 142 - Octubre/Diciembre 2020

Fue con ocasión de un viaje a Damasco, al que fuimos invitados un grupo de escritores españoles por la embajadaza de Siria en Madrid, cuando conocí la personalidad literaria de Margarita Arroyo. Me refiero a un viaje inolvidable. Recuerdo la presencia de Antonio Gala, de José Manuel Caballero Bonald, de Juan Van-Halen, de Carmina Casala, de Joaquín Benito de Lucas…Y de Margarita Arroyo. La tuve, como compañera de asiento en el avión, cuando volábamos el último tramo del camino, o sea de Roma a la capital de Siria. Creo que a diez o doce mil metros de altura el pensamiento agranda su radio de acción. Le recordé palabras de Guy de Maupassant, con las que estuvo de cuerdo: “El viajar es una puerta por donde se sale de la realidad para penetrar en el mundo de los sueños”. Nos quedaba la aventura de Siria, sobre todo los paisajes inolvidables de Damasco, la ensoñación convertida en viva realidad. Pliegos de la rebotica dedica este número veraniego a su directora Margarita Arroyo y pocas veces un homenaje ha podido resultar más justo. Muchos años al frente de esta publicación, muchos libros editados y premios conseguidos. Estoy recordando su discurso de ingreso en la Academia de Farmacia de Castilla y León, celebrado el 7 de marzo de 2014, donde dio buena cuenta de su bagaje cultural, de sus grandes conocimientos de la realidad farmacéutica, La Farmacia en sí misma, como amparo del dolor humano y el reconocimiento de tantos personajes; desde la antigüedad a nuestro tiempo. Margarita Arroyo ha profundizado en sus aspectos más importantes, más trascendentes, ofreciéndonos una versión esclarecedora y asequible. La Farmacia y la poesía, realidades que tan cerca han estado siempre en los caminos de su vida. La materia, en sus aspectos más trascendentes, la filosofía, el pensamiento, el humanismo, como es bien sabido, todo eso y mucho más sobrevuelan las partes fundamentales de la Farmacia; también, como es lógico, de los farmacéuticos. “La materia siente, intuye e intenta por si misma,” escribió hace años Padro Laín Entralgo, “sin necesidad de un principio real superior a ella”. Son los espacios, las parcelas que hacen más grandiosa y –diríamos hasta mágica…– esta admirable disciplina de la ancestral lucha contra las enfermedades. Recordemos las feroces pandemias bíblicas que aterrorizaron a aquellas pobres y desamparadas gentes. Desde siempre la Farmacia ha estado presente en la humanidad Cierto que el progreso que hoy tenemos ante nuestros ojos ya hemos visto hasta donde nos ha llevado. La sociedad no sale de su asombro, de una situación mental desesperante, tan cruel y alarmante como el de las guerras del siglo pasado, como el de las grandes catástrofes que registra la historia, lo cual nos ha llevado a un desconcierto sobrecogedor. No nos miramos con el terror de lo desconocido, con una desconfianza en nuestros propios salvadores; o sea, en la ciencia, en la medicina, en nuestra milenaria fe en la en los científicos, que es de donde puede llegarnos las solución o al menos el consuelo. Solo nos queda, llegados a estos extremos, la reserva de la esperanza que siempre anida en nuestro corazón. Margarita Arroyo, quiero decir la poesía, insiste a través de sus versos y de sus prosas en encontrar salida a tanto desconcierto. Nos lo dijo George Steiner: ”El poema que vive con nosotros y tiene que ver con una función aún más trascendente que la del propio cerebro Representa la sensibilidad, la personalidad” de quien lo ha escrito y de sus lectores. De ahí que incluyamos en este artículo la foto de la entrega a nuestra homenajeada del Quijote de Plata cuyo libro El suelo y el vuelo mereció dicho galardón que organiza la Asociación Cultural Peña Rodense, entonces presidída por Claudio Cortijo. 10 2020

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