Revista Pliegos de Rebotica - Nº 142- julio/septiembre 2020

D D esde pequeño me ha fascinado el cielo estrellado. Uno de los primeros recuerdos de mi infancia, cuando apenas tenía uso de razón, son los largos paseos nocturnos con mi madre observando las estrellas. Tenemos la suerte de vivir en una zona rodeada de campo, sin muchos árboles que impidan ver el cielo.Yo preguntaba a mi madre qué eran esas luces que había ahí arriba. Ella me miraba y reía, contemplando como intentaba atraparlos, dando pequeños saltos desde alguna roca. “Son luces que ponen en el cielo nuestros antepasados para que no nos asuste la oscuridad” me decía cariñosamente. Ya he crecido, y estoy en esa “edad difícil” que dicen los mayores, en la que creemos que podemos hacer cualquier cosa, alcanzar cualquier meta. Simplemente soy adolescente. Mis distintos puntos de vista con mis padres y mi hermana, hacen que me meta en un problema tras otro. La verdad, es que no llega la sangre al río, pero en más de una ocasión me he llevado algún que otro pescozón por alguna travesura o respuesta salida de tono. Pero bueno, nadie es perfecto. Lo que sigo haciendo, ahora ya de semana en semana, cuando el tiempo es bueno, es dar algún paseo nocturno campestre, admirando el firmamento, sobre todo en las claras noches de verano. La inmensidad del cosmos me sigue fascinando. Sin embargo, todo ha cambiado en los últimos días.Al principio fue solo un rumor, noticias que llegaban de distintas partes, anunciando que un objeto nuevo y brillante había aparecido en el firmamento. La verdad es que al principio no le di ninguna importancia, pues era imposible que alguien hubiese podido detectar algún nuevo punto luminoso entre los cientos, qué digo cientos, miles, millones de estrellas que hay en el cielo. Los mayores se equivocan. Muchas noches he empezado a contar los puntitos, y nunca he podido terminar de hacerlo. ¡Es imposible que nadie haya visto uno nuevo! Pero me equivocaba. En lo más profundo de mí ser me costaba reconocerlo, pero me equivocaba. Lo que yo no había sido capaz de lograr, alguien lo había conseguido. La noche en la que un compañero de correrías de mi pandilla, llegó corriendo, sin aliento, a buscarme, para enseñarme el nuevo puntito en el cielo. Corrimos los dos hacia el campo. Detrás oía los gritos de mi padre preguntando dónde iba, que no eran horas de andar correteando por ahí. Nos apresuramos hasta el centro del gran prado. Paramos.Y lo vimos. Al lado de la luna se observaba un pequeño puntito, cuya luz no era el amarillento pálido, fijo o parpadeante del resto de las estrellas, si no que se podía observar un tono azulado, verdoso azulado quizá, pequeño y apenas perceptible si no te fijabas bien. Pero ahí estaba. Corrí hacia mi familia. Mi madre era mi referente en todo lo relativo a esas luces celestiales, por lo que le asalté con todo tipo de dudas. La verdad es que no pudo contestarme nada, salvo tranquilizarme, diciendo que las estrellas han estado ahí desde siempre, cuando ella era pequeña también, y que probablemente sería una estrella fugaz, como las que hemos visto en cientos de ocasiones aparecer, dejar un rastro o línea de fuego en el cielo, y desaparecer en la nada. Esta sería la explicación más lógica de esta nueva estrella aparecida en el firmamento.Y Juan Jorge Poveda Álvarez 8 Pliegos de Rebotica 2020 La estrella

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