Revista Pliegos de Rebotica - Nº 142- julio/septiembre 2020

E 32 Aurora Sánchez Sousa Pliegos de Rebotica 2020 LOS CAMINOS COLATERALES DEL CORAZÓN E s lo único que nos permite hacer: una carta de despedida. Este infernal coronavirus, asestó un golpe de gran magnitud que nos mantiene aún en el aturdimiento, confundidos y tambaleantes, contemplando sin comprenderlo, desde principios de marzo de 2020. Se contabilizan como fallecidos más de 27.000 personas algunas bastante cercanas Todo ello acompañado de un aislamiento total del que está infectado, sin poder nosotros acompañar su soledad ni su enfermedad, y ellos, sin poder sentir nuestra voz o nuestra mano.Y esta pandemia va a señalar un antes y un después porque de alguna forma ha cambiado nuestras vidas.Va dejando a muchos en el camino, que no olvidemos no son solo números, como nos dicen las estadísticas, son personas con nombres y apellidos, con sus historias, sus emociones, sus miedos… Y así, fue tu caso, Charo, mi querida amiga y compañera de trabajo. Nos encontramos por primera vez en el Servicio de Microbiología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Cada una en nuestra tarea, nos dimos cuenta que teníamos una afinidad especial la una con la otra, que el trabajo que realizábamos era una fuente de alegrías, porque partir de cero, era un reto que nos atraía, era como una inyección de adrenalina y además sentíamos que la gente que estaban en el grupo tenían una ilusión tan grande como la nuestra. Era comenzar algo nuevo, como he dicho antes, un verdadero reto.Y entonces, Charo, aprendimos a compaginar nuestra amistad con nuestro trabajo. A veces eran momentos divertidos, otros no tanto, pero siempre estaba tu sonrisa. Recuerdo tu inocencia cuando al controlar los pedidos de material que llegaban, venias a buscarme asustada porque me decías que no encontrabas algunas cosas, que habían desaparecido, y todo era una broma para darte un pequeño susto y por otra parte para relajar el estrés del que gastaba esa broma que no era otro que tu jefe. Recuerdo que hacíamos trabajos, los cuales tú tenías que pasar máquina, y cada vez que nos equivocábamos en una línea, significaba volver a repetirlo entero –en aquella célebre maquina eléctrica– porque entonces no teníamos ordenadores que lo hubieran evitado. A pesar de todo, allí estaba tu sonrisa, tu paciencia, tu comprensión, lo cual generaba una confianza en ti cada vez mayor, y cada vez ibas ganando más nuestro corazón. Así las cosas, te convertiste en una persona necesaria en el Servicio, y al poco te recuerdo en un pequeño rincón muy visible, decidido por nuestro jefe para que alguien como tú, llevase sus agendas de fechas de congresos y conferencias –que eran bastantes– en cualquier parte del mundo, y también una agenda muy importante que yo llamaba la “agenda de la discreción” de la que tú eras una autentica maestra. Me imagino la cantidad de cosas curiosas que registrarías en esta última agenda, sin nombres, sin fechas, con las distintas “especies” humanas que componíamos el Servicio. Es imposible pensar en el grupo, sin incluirte a ti Charo, como una de las figuras más trabajadoras y con más solera del equipo. Para mí eras una persona importante.Y por si alguien me lee, y se pregunta cuál es mi lista de valores para considerar a una persona importante, reconozco que tal vez no coincida No existes si te olvidan “el cielo ha ganado una gran sonrisa” A Charo Clemente

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