Revista Pliegos de Rebotica - Nº 141- abril-junio 2020

El reduccionismo, en el ámbito del conocimiento, pretende deducir las propiedades, conceptos, explicaciones o métodos de otros dominios del conocimiento de un nivel organizativo determinado, a partir de las propiedades, conceptos, explicaciones o métodos de otros dominios de niveles inferiores. Por ello, el reduccionismo niega la emergencia de la complejidad propia de la realidad, solo perceptible desde el holismo. El reduccionismo radical, característico tanto del materialismo como del idealismo, no reduce sino que amplía nuestra ignorancia. Los dogmas religiosos y políticos se aprovechan del espacio baldío abandonado por la inteligencia; son como los pilares herrumbrosos de un puente: colapsan ante el peso de la verdad. Los genes no constituyen nuestra meta biológica ni explican exhaustivamente nuestro destino; son tan solo la línea de partida de nuestra vida. Haz a los demás lo que te gustaría que te hiciesen a ti; no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti. Bahaísmo, budismo, confucionismo, cristianismo, hinduismo, islam, jainismo, judaísmo, zoroastrismo…Todos, sin excepción, incorporan en sus textos sagrados esa máxima ética, como la defendieron muchos de los filósofos de oriente y de occidente, de ayer y de hoy. ¿Seguiremos cuestionando la existencia de una ética perenne y universal? La grandeza solo es capaz de hundir sus raíces en el terreno fértil de la humildad. Proponía Kant que la mente humana autolimita su capacidad de percepción de la realidad auténtica, en beneficio de la apariencia de comprensión. La neurología actual le está dando la razón: somos tan hábiles inventando explicaciones ante cualquier fenómeno (casi siempre erróneas debido a la simpleza de nuestra inteligencia inmediata y al sesgo producido por nuestros prejuicios e intereses), que frecuentemente desechamos estudiarlo en profundidad. El verdadero enemigo de Dios no es el ateísmo ni el agnosticismo, sino el dogmatismo. ¿Preservar la cultura propia frente a la inmigración? ¿Tan débil e inconsistente la consideran los autóctonos, para que no resista la menor contaminación ? ¿Es, de verdad, tan diferente y valiosa? ¿Hay motivos reales que justifiquen el temor de que haya una subversión cultural? ¿Acaso cualquier cultura es –o debiera ser– inamovible? ¿Hay algún fundamento ético que justifique la impenetrabilidad cultural? Un violín Stradivarius , en manos incompetentes, genera ruidos pavorosos; el telescopio Hubble, en manos inapropiadas, amplía la ignorancia hasta el infinito. El pluralismo religioso, es decir, la comprensión racional y emocional de que Dios se expresa – como manifestación de su entrega incondicional – en la cultura e historia de cada pueblo e incluso de cada persona, supone entender que Dios se da a todos, pero no es propiedad exclusiva de nadie. Dios no opta por ningún pueblo en particular; opta por todos, sin excepción. Quien ansíe fidelidad, que invierta en amor. En mayor o menor medida, todas las iglesias u organizaciones de las religiones han ido fijando credos y teologías que progresivamente exceden y divergen del legado original de sus fundadores. Allí donde Dios erige una iglesia, el demonio siempre levanta una capilla , reflexionaba Daniel Defoe Todo cambio es irreversible, el retorno no es posible; nunca volveremos a ser lo que fuimos. La verdad no consiste solo en conseguir penetrar multidimensionalmente en la realidad, sino sobre todo que la realidad penetre en nosotros, atravesando los gruesos escudos de nuestros prejuicios y de nuestra ignorancia. No hay ser humano si no hay comunidad humana. Estas palabras cobran todo su valor en los versos de John Donne: cada muerte de un hombre me hace sentir más pequeño porque yo formo parte de la humanidad; por lo tanto, no mandes nunca preguntar por quién doblan las campanas porque doblan por ti. Dios es un agujero negro que absorbe irreversiblemente nuestra capacidad de comprensión. Solo podemos percibirlo a través de su efecto gravitacional: el amor. Como decía Erich Fromm, el amor es la única respuesta sensata y satisfactoria al problema de la existencia humana. La lucidez surge al borde mismo del precipicio donde acaba la razón; la placidez que da la seguridad del orgullo adormece el genio. Kierkegaard afirmaba que la existencia de seres libres, de los hombres, postula necesariamente la existencia de Dios; solo un ser omnipotente puede crear seres libres, solo desde la perfección es posible causar efectos que gozan de autonomía. Cualquier enseñanza es inútil si no es coherente con la realidad. Decía el poeta Khalil Gibrán que como una hoja sola no se vuelve amarilla sin el conocimiento silencioso de todo el árbol, también el que hace mal no puede hacerlo sin la voluntad oculta de todos vosotros. El silencio ominoso de los testigos –paralíticos, sordos y ciegos ante la injusticia ajena– nos hace cómplices de los desmanes ajenos, inhabilitándonos para cualquier demanda personal de justicia. ¿Tienen ideas las almejas? Nunca lo sabremos, al menos hasta que consigamos conocer su lenguaje. La inspiración, a diferencia del tren, es mejor cogerla en marcha; que nos encuentre trabajando, aunque sea a través de nuestro inconsciente. A diferencia de cualquier concepto teórico, a Dios solo se le piensa a través de la experiencia. No deberíamos utilizar nuestra memoria como un baluarte defensivo, sino como un trampolín sobre el que tomar impulso. Conceder a los demás la oportunidad de contradecirnos es uno de los principales procedimientos para adquirir verdadera confianza en nuestros propios juicios. 30 Pliegos de Rebotica 2020 AFONDISMOS AFONDISMOS Santiago Cuéllar

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