E
l Antiguo Testa-
mento menciona a menudo a
un pueblo no semita, que ha-
bitaba al norte de Israel entre
el mar Negro y el Mediterrá-
neo y al que sus habitantes lla-
maban Hatti (en versión he-
brea Hittim). Estas referencias
en la Biblia sobre los hititas se
encuentran en “Josué” (3,10),
“
Génesis” (15,19-21) y “Libro
II de los Reyes” (7,6). (Pero
aclaremos: La cita de Josué se
suele datar en el 1100 a. C.,
cuando la región de Palestina
era tierra de nadie entre Egip-
to y Hatti. La del Génesis ha-
cia el 2000 a. C. cuando Abra-
hán viajó de Caldea a Palestina. En cuanto a la del
Libro II de los Reyes es el tiempo previo a la conquis-
ta de Asiria y la mención a los hititas, en ese momen-
to, parece algo tradicional teniendo en cuenta que Is-
rael tuvo que mantener siempre un equilibrio entre
Hatti y Egipto). Los hititas, también llamados heteos,
hablaban una lengua propia indoeuropea, de las que
también formaban parte entre otras: el sánscrito, el
griego, el latín y las lenguas germánicas. Usaban jero-
glíficos y escritura cuneiforme. Su literatura estaba
muy desarrollada según se demuestra en los documen-
tos históricos y las narraciones encontradas. Sus reyes
ejercían a la vez de sumos sacerdotes, jefes militares
y jueces principales. Lo que se dice una clásica mo-
narquía absolutista, la más antigua y natural forma de
gobierno.
Fueron, junto con Babilonia y Egipto, una de las
mayores potencias de aquellos tiempos. Se sabe que
tuvieron un código de leyes al encontrarse unas tabli-
llas de arcilla del 1.500 a. C., referentes al derecho ci-
vil y al penal. Por ellas conocemos que en su sociedad
había dos clases: los hombres libres donde se distin-
guía la nobleza guerrera y la clase media compuesta
por comerciantes y artesanos y después los esclavos,
que eran cautivos de guerra. En cuanto a sus costum-
bres se desprende, por ejemplo, que los matrimonios
se efectuaban o por rapto o por compra, teniendo que
casarse el hermano del marido con la viuda de su her-
mano. Pero no ¡cuantas mujeres podían tener! Con re-
lación al trabajo, los hombres libres recibían el doble
salario que los esclavos.
Perfeccionaron el carro de combate, empleándolo
con gran éxito. Se les atribuye asimismo ser los pri-
meros en utilizar el hierro en
Oriente Medio, para hacer ar-
mas y objetos de lujo.
No se comprende como los
que llegaron a constituir uno
de los mayores Imperios de la
Antigüedad hayan pasado in-
advertidos durante tantos si-
glos. Han tenido que transcu-
rrir miles y miles de años para
que su capital Hattusa se des-
cubriera, se pudiera descifrar
su lengua y llegar a conocer el
poderoso imperio que dominó
durante cinco siglos, la penín-
sula de Anatolia y el norte de
Siria.
Cuando los hebreos llegaron
“
a la tierra prometida”, en Canaán, se encontraron con
los hititas enfrentándose a ellos por cuestiones religio-
sas, puesto que eran politeístas, practicaban sacrificios
humanos, la magia, la adivinación… En realidad era
un pueblo que se ubicó entre Europa y Asia, pero es
difícil determinar con precisión ni de donde procedí-
an, ni los territorios exactos de su imperio.
Tuvieron dos épocas de esplendor: la del Reino An-
Erase una vez….
“
Los hititas”
Esta ciudad capital del reino hitita, se manifiesta
una arquitectura ciclópea como se observa
“
La Puerta de los Leones”.
Hitita (en hebreo, hittim), antiguo pueblo de Asia
Menor y Oriente Próximo, que habitó la tierra de Hatti
en la meseta central de lo que actualmente es Anatolia
(
Turquía)
P
de Rebotica
LIEGOS
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RELATOS
M. García Piñuela