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de Rebotica de Rebotica
LIEGOS LIEGOS
C on su viejo aspecto juvenil, Gerard Vergés maneja estas pa-labras como tarjeta de presentación: – Yo soy Gerard Ver-gés, nací en Tortosa en 1931 -ahora tengo 80 años- en una sa-ga de farmacéuticos. Eso me ha ido muy bien, porque hay carreras que favorecen las artes. Cuando estudiaba botánica en Farmacia, además de ser algo científica, era también lírica.
Ahora acaba de ser reconocida su larga trayectoria literaria con el nombramiento de Poeta de Honor en el prestigioso Fes-tival de Sant Cugat del Vallès en su undécima edición y él lo valora desde la sincera humildad de quien tiene un largo curri-culum de éxitos, pero concede más valor a los muchos amigos que le rodean para que se acuerden de él con este tipo de ho-menajes.
Vergés define la poesía como algo que sobrevuela la prosa. Las palabras deben tener una proyección especial que las hagan volar. Mientras vayan a ras de suelo, son prosa.
Asegura que el ambiente familiar, la carrera, los amigos… han influido para que él pudiera desarrollar esta faceta creativa. Se considera a sí mismo como un trozo de pan en remojo ca-pacitado para adoptar la figura que requieran otras voluntades. Los versos de Gerard no son cáusticos, pero hacen pen-sar y cuando se le pregunta por sus comienzos tiene un emo-cionado recuerdo para el Colegio de los Jesuitas de Sarriá en Barcelona, donde tuvo la buena suerte de conocer un profe-sor de literatura, Zurbito, que le abrió los ojos a la poesía. Era un hombre con criterio que daba lecciones muy paterna-les, pero muy prácticas.
En ese momento el libro de lectura obligada era Las mil me-jores poesías de la lengua castellana: todo a base de Campoa-mor, Espronceda y poetas de otros siglos. Lo que realmente le abrió las puertas a la poesía fue la propuesta del padre Zurbito que le orientó a la lectura de Antonio Machado.
Entre los libros de Gerard Vergés destaca L'ombra rogen-ca de la lloba ( La sombra rojiza de la loba ), premio Carles Riba 1981.
Hace años, publicó en catalán Todos los sonetos de Shakes-peare , auténtico desafío traductor y ahora está trabajando en un nuevo libro de poemas que aparecerá en catalán, castellano e inglés. Será, como siempre, sorprendente.
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de
aquí yde allí
N uestra habi tual c o l a bo r a do r a , Marisol Donis, ha for-mado parte del profe-sorado que ha imparti-do e l cu r so de especialización en Cri-minología de la Uni-versidad Camilo José Cela (UCJC) con el atractivo, y a la vez al-go truculento, título
Asesinos en serie: de Düsseldorf a Olot , que ha dirigido el profesor Francisco Pérez Abellán, uno de los mayores expertos de nuestro país en esta mate-ria.
La conferencia de Marisol se centró en las muy po-co conocidas asesinas en serie, menos frecuentes, pe-ro tan sanguinarias como sus homólogos masculinos. Donis rechazó que cuando una mujer llega a con-vertirse en criminal, sea peor que los hombres. Lo que sucede es que el caso llama la atención por su rareza y el horror y rechazo que inspiran son mayores que los generados por los varones.
La definición de asesino en serie se centra en dos aspectos, la ejecución de al menos tres muertes sepa-radas por un periodo de enfriamiento en las que el ho-micida no siente la necesidad de matar. El hombre sue-le cometer los crímenes cara a cara y no tiene relación con las víctimas. Lo habitual, además, es que no co-meta los asesinatos en un mismo escenario.
Pero las mujeres sí que suelen conocer a las perso-nas a las que atacan y hasta viven un tiempo con ellas; las tienen a mano . A veces son asesinatos utilitarios, encargados por intereses inconfesables, y pueden co-meter más de dos crímenes en el mismo escenario. Es importante señalar el aspecto silencioso de muchas de estas delincuentes que buscan la paciente fórmula del envenenamiento para acabar con sus víctimas. Marisol Donis fue desgajando en su amena charla algunos casos famosos como las cincuenta mujeres húngaras que, entre 1914 y 1929, tras el abandono de sus maridos –muchos alcohólicos y maltratadores- alis-tados para la Primera Guerra Mundial, optaron por ter-minar con ellos a su regreso dado que muchas de ellas habían rehecho sus vidas.
Si el veneno es, en el caso femenino, el instru-mento más frecuente para cometer sus felonías, no debe olvidarse la existencia de los llamados ángeles de la muerte, ese personal sanitario que utiliza sus conocimientos y la farmacología para acabar de for-ma abrupta y artificial con la vida de los enfermos a su cuidado.
DE AQUÍ Y DE ALLÍ
Gerard Vergés
Poeta de Honor en el Festival de San Cugat
Marisol Donis
profesora de Criminología
en la Universidad
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