PAM462

369 MEDICAMENTOS EN ESPAÑA El estudio FLAIR tuvo una duración superior al corte del análisis principal. Los resultados obtenidos a las 96 semanas de tratamiento fueron consistentes con los descritos a las 48 semanas, con igual proporción de pacientes con niveles plasmáticos de ARN viral ≥ 50 copias/ml en ambos brazos, del 3,2% (diferencia: 0,0; IC95% -2,9, 2,9), redundando en la no inferioridad entre terapias. Además, en aquellos pacientes que a la semana 100 decidieron cambiar del TAR de inicio al brazo CAB+RPV intramuscular con (n= 121) o sin fase de inducción oral (n= 111), se vio que a la semana 124 (o sea, tras 24 semanas con la nueva pauta) los resultados eran también muy similares: proporción de sujetos con ARN del VIH-1 ≥ 50 copias/ml del 0,8% y 0,9%, respectivamente; las tasas de supresión virológica (< 50 copias ARN/ml) fueron similares en los dos grupos (93,4% y 99,1%). Complementariamente, se tienen los resultados de un tercer ensayo de fase 3b aún en marcha (estudio ATLAS-2M), aleatorizado (1:1), controlado, abierto, multicéntrico y de grupos paralelos que comparó entre las dos pautas de CAB+RPV intramuscular, con dosificación mensual o bimensual (cada 4 u 8 semanas), administradas durante al menos 48 semanas en pacientes con infección por VIH-1 pretratada y virológicamente suprimidos durante al menos 6 meses (N= 1.045). La mayoría de pacientes procedían de alguno de los brazos del previamente citado estudio ATLAS (en el que debían haber cumplido 52 semanas de seguimiento), pero los que no habían sido tratados antes con la pauta experimental (63%) recibieron al inicio la combinación CAB+RPV en tomas diarias por vía oral durante 1 mes. Las características de los sujetos estaban balanceadas en los dos brazos: mediana de edad de 42 años (4% con > 65 años), 27% mujeres, 73% de raza caucásica y un +6% tenía un recuento de < 350 células/ml. El análisis principal (Jaeger et al., 2021) reveló que, a la semana 48, un tratamiento con CAB+RPV cada 8 semanas (n= 522) se muestra similar en eficacia a la pauta mensual (n= 522) en términos de la proporción de pacientes con una viremia de ≥ 50 copias ARN/ml (variable principal de eficacia): 2,0% (n= 9) y 1,0% (n= 5), respectivamente; no hubo una diferencia sustancial entre tratamientos (+1,0 puntos porcentuales; IC95% -0,6 a 2,2), cumpliéndose el criterio de no inferioridad, sin identificarse tampoco diferencias clínicamente significativas en los distintos subgrupos según las características basales. Los datos divulgados a 96 y 152 semanas de tratamiento son consistentes con los anteriores y permiten concluir que la pauta de administración bimensual de CAB+RPV tiene una eficacia a medio-largo plazo parecida a la pauta mensual, sin asociarse con una frecuencia significativamente mayor de falta de supresión virológica: por ejemplo, tras casi 3 años la proporción de sujetos con niveles plasmáticos de ≥ 50 copias de ARN/ml fue del 2,7% y 1,0%, respectivamente (diferencia de +1,7 puntos; IC95% 0,1-3,3). De todo lo anterior se deduce que el número de fracasos virológicos confirmados con el uso durante 1 año del nuevo fármaco es escaso en todos los estudios de fase 3 (tasa del 1%), quizá solo ligeramente superior con la pauta bimensual en el estudio ATLAS-2M (1,7%). Pese a ello, un análisis multivariable de aquellos casos permitió establecer una asociación significativa entre el riesgo de fracaso virológico y la presencia de 3 factores: mutaciones de resistencia viral a RPV, el subtipo A6/A1 de VIH-1 con polimorfismos en la integrasa y la obesidad (IMC > 30 kg/m2). En cambio, la distancia entre dosis (4 u 8 semanas) no se asoció con mayor riesgo de fracaso (AEMPS, 2023). Finalmente, desde el punto de vista de la seguridad, el régimen CAB+RPV parece bien tolerado, con un perfil toxicológico relativamente benigno en el que la amplia mayoría de eventos adversos son leves-moderados (de grado 1 o 2), no habiéndose notificado eventos de grado 5 –muerte– relacionados con el tratamiento. Las reacciones adversas más frecuentes fueron las emergentes en el lugar de inyección (hasta 84% y 76% con las pautas mensual y bimensual, respectivamente), siendo la mayoritaria el dolor (77%), con porcentajes tampoco despreciables de nódulos o induración local (< 15%); aunque no revestían gravedad (solo grado 3 en un 3-4%), eran autolimitadas (3 días de duración promedio) y menos frecuentes conforme avanzaba el tratamiento, provocaron el abandono del mismo en hasta el 1% de los pacientes. Otras reacciones adversas no relacionadas con la vía de administración tuvieron una incidencia similar con CAB+RPV respecto a los regímenes de TAR oral usados como controles; destacan entre ellas la cefalea (7-12%), la sensación febril (7-10%), las hemorroides, el mareo y las náuseas, astenia, diarrea o dolor lumbar. Las reacciones adversas graves, de grado 3 o 4, fueron más frecuentes en el grupo tratado con CAB+RPV (afectaron hasta el 8% de los pacientes) respecto al tratamiento con TAR oral (5%). Entre las relacionadas con el tratamiento que tuvieron mayor incidencia con cabotegravir (todas en torno al 3%) sobresalen: cefalea, diarrea, fatiga y pirexia. Los datos disponibles a más largo plazo sugieren que el perfil de seguridad de cabotegravir es consistente con el observado a la semana 48, sin apreciarse nuevos signos de preocupación ni diferencias reseñables entre la frecuencia de dosis o la ausencia de una inducción oral. Cabotegravir en infección por VIH

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