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319 REVISIÓN Cáncer de colon: terapéutica actual frecuente con muchos tratamientos quimioterápicos y que puede recordar al paciente su condición de manera continuada. De acuerdo con las preferencias del paciente, se puede recomendar el uso de pañuelos, pelucas o sombreros que cubran la cabeza, así como la adopción de otras medidas que evitarán la intensificación de la caída, como un peinado suave del cabello o no utilizar secadores a alta temperatura. Pueden ocurrir también otras alteraciones de la piel en forma de sequedad, prurito, eritema o dermatitis. El uso de cremas con efecto emoliente puede reducir estos efectos y también se deberá aconsejar al paciente que evite el contacto con agua muy caliente, con lociones o cosméticos con alcohol y la exposición prolongada al sol. Como se comentó anteriormente, un efecto habitual de algunos tratamientos quimioterápicos usados en el CCR es la aparición de parestesias o disestesias que pueden manifestarse como disminución de la sensibilidad, hormigueos o pinchazos, sobre todo en las manos y las piernas. Suele tratarse de efectos transitorios, pero se debe comunicar al médico cualquier cambio intenso en estos aspectos. En los pacientes oncológicos, especialmente cuando la enfermedad se encuentra en una situación avanzada, uno de los síntomas más frecuentes es la presencia de dolor, para cuyo manejo suele recurrirse a la escala analgésica de la Organización Mundial de la Salud, modificada desde su inicial planteamiento en 1986 (Carlson, 2016) para excluir medicamentos no seguros en insuficiencia renal e incluir las novedades terapéuticas (Figura 7). Contempla el uso tanto de fármacos analgésicos no opioides (por ejemplo, AINEs o paracetamol) como el de analgésicos opioides débiles o potentes según el grado del dolor. En cuanto al cuidado de la ostomía, el farmacéutico comunitario puede contribuir a reforzar y complementar la información recibida por el paciente en el hospital. La dispensación de las bolsas de colostomía y del resto de productos sanitarios necesarios para su colocación se realiza en la farmacia comunitaria, encontrándose incluidos en la financiación del Sistema Nacional de Salud. Se debe transmitir al paciente que la limpieza diaria de la colostomía es fundamental, lavando la piel de alrededor con agua tibia, jabón neutro y una esponja natural y secando sin frotar con una toalla o paño suave y limpio. Además, dado que el material colector está formado por la bolsa y un adhesivo que se pega a la piel que rodea la colostomía, también resulta importante cuidar la piel que rodea el estoma, garantizar la perfecta sujeción de la bolsa y que ésta sea hermética, para evitar fugas de olores o heces. Si existe vello en la zona de colocación de la bolsa, debe cortarse al ras con tijera para garantizar la fijación del anillo a la piel. Para cambiar la bolsa, se debe retirar el anillo adhesivo lentamente, preferiblemente de arriba abajo y sujetando la piel para no tirar de ella. En caso de que no se disponga de agua y jabón para la limpieza, se pueden emplear toallitas limpiadoras y secar con un pañuelo de papel. La irritación cutánea es un problema frecuente, especialmente cuando el tamaño de la ostomía no coincide con el tamaño del adhesivo, o cuando se realiza una retirada brusca del mismo; esta irritación puede tratarse con cremas barrera o con soluciones cicatrizantes. Finalmente, la aparición de una hernia, debida al debilitamiento de la pared abdominal que empuja hacia fuera tanto a la ostomía como a la piel de su alrededor, dificulta la colocación correcta de la bolsa. En estos casos, es conveniente el uso de un cinturón y de fajas para controlar la presión abdominal, evitando esfuerzos físicos y el aumento de peso. Figura 6. Estructura química de regorafenib y encorafenib.

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