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REVISIÓN 318 Cáncer de colon: terapéutica actual En cuanto a la educación sanitaria relativa a los factores de riesgo identificados, el farmacéutico comunitario puede ejercer también un papel activo de cara a la prevención de esta enfermedad. El CCR es uno de los tipos de cáncer en los que mejor se conoce la asociación con el consumo de alcohol, con el tabaquismo y con la obesidad. En este sentido, el farmacéutico puede promover hábitos de vida saludables, incluyendo la práctica regular de ejercicio, una dieta equilibrada, la reducción del consumo de alcohol y la deshabituación tabáquica. Una vez establecido el diagnóstico de cáncer de colon, como profesional sanitario experto en los medicamentos, el farmacéutico, con independencia de su ámbito de ejercicio, debe velar por el uso racional de los mismos, para que los pacientes alcancen el máximo beneficio clínico. Los farmacéuticos conocerán toda la medicación que utilizan estos pacientes, no solo la prescrita frente al tumor (se emplearán fundamentalmente en patología avanzada/metastásica), sino también los tratamientos para enfermedades concomitantes, medicamentos que no necesitan prescripción, el uso de complementos alimenticios, etc. En líneas generales, las instrucciones dadas por el médico respecto a un tratamiento prescrito deben ir siempre reforzadas con recomendaciones relativas a las medidas preventivas generales por parte del farmacéutico. Además, en el caso concreto de los pacientes con CCR, será habitual la realización de una ostomía, por lo que será preciso ofrecer información respecto a los aspectos higiénico-sanitarios relacionados con esta. El tratamiento farmacológico del CCR puede conllevar la aparición de efectos adversos que deben vigilarse y pueden ser prevenidos o, al menos, parcialmente aliviados mediante la recomendación de adoptar determinados hábitos o de la toma de algunos medicamentos. La anorexia, la mucositis oral y la alteración del sentido del gusto son efectos indeseables de la mayor parte de los tratamientos quimioterápicos usados en esta enfermedad. A ellos se suman con frecuencia las náuseas y los vómitos, que dificultan aún más el seguimiento de una dieta adecuada. El uso de antieméticos suele estar aconsejado, utilizándose fundamentalmente los antagonistas de los receptores 5-HT3 de la serotonina, los denominados “setrones” (ondansetrón, granisetrón y palonosetrón) y la metoclopramida. No obstante, además del uso de fármacos bajo prescripción, es recomendable que el paciente reparta la comida en pequeñas cantidades, realizando un mayor número de comidas diarias, evitando olores o sabores intensos y las comidas muy calientes o ricas en grasas. La diarrea es otro de los efectos gastrointestinales más frecuentemente asociados a la quimioterapia del CCR, pudiendo ser grave en algunos casos. Cuando la diarrea disminuya, pueden introducirse alimentos sólidos fáciles de digerir, como arroz o pescado hervido, evitando las comidas ricas en fibra y los alimentos irritantes, como el café y el alcohol. En determinados casos puede estar recomendado el uso de fármacos antidiarreicos como la loperamida. En otras ocasiones, por el contrario, se produce estreñimiento, estando entonces recomendada la ingesta de abundantes líquidos, de alimentos ricos en fibra y la práctica de actividad física moderada para favorecer el tránsito intestinal. La alteración del gusto suele consistir en la disminución del sabor o en la percepción de un sabor metálico o amargo. Suele tratarse de un efecto adverso transitorio, que tiende a disminuir pasados unos días o semanas desde el inicio del tratamiento quimioterápico. Sin embargo, puede tener repercusiones sobre el apetito del paciente, por lo que conviene adaptar la dieta favoreciendo alimentos con olores agradables que compensen la disgeusia y permitan mantener una alimentación adecuada. Por otro lado, la mucositis suele presentarse a nivel oral como una inflamación de la mucosa, en ocasiones con dolor y heridas susceptibles de infectarse por bacterias y hongos. Por este motivo, se recomienda mantener una higiene estricta a nivel bucal, el uso de cepillos con cerdas suaves y evitar alimentos muy fríos o muy calientes. Aparte de la toxicidad gastrointestinal, la mielotoxicidad es también una característica frecuente de la quimioterapia frente al CCR y que puede manifestarse de múltiples formas, según afecte a la serie roja, blanca o a las plaquetas. • La anemia suele cursar con fatiga, debilidad, palidez mucocutánea, falta de aire al realizar esfuerzos y taquicardia; en general, la anemia asociada al cáncer de colon, como ocurre con la mayor parte de las anemias asociadas a enfermedades crónicas y procesos oncológicos, suele ser leve o moderada, pero su abordaje se relaciona con un mejor desempeño del paciente. El propio tratamiento del cáncer favorecerá la mejora de la enfermedad. • La leucopenia, especialmente la neutropenia, favorece el desarrollo de infecciones que pueden ser graves. En algunos casos puede estar recomendado el uso de factores estimuladores de colonias como tratamiento, pero es importante reforzar las medidas de prevención de infecciones. Entre estas medidas se encontrarían la vacunación, el uso de mascarilla y evitar las aglomeraciones y el contacto con personas con infecciones. • La trombocitopenia puede manifestarse a través de un punteado rojo en la piel (petequias), hematomas sin traumatismo previo o como una mayor facilidad para el sangrado. En este sentido, se recomienda evitar actividades que impliquen el uso de utensilios cortantes y realizar un cepillado de dientes suave para evitar el sangrado de encías. Un efecto adverso que, aunque no reviste gravedad desde una perspectiva toxicológica, suele asociarse a un empeoramiento subjetivo de la calidad de vida, es la alopecia. Se trata de un efecto por lo general reversible pero

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