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317 REVISIÓN Cáncer de colon: terapéutica actual El perfil mayoritario de paciente con CCR es el de un adulto mayor y polimedicados que acudirá al hospital para recibir el tratamiento quirúrgico, quimioterápico y/o inmunoterápico y posiblemente requerirá ingresos por agudizaciones de su enfermedad. Pero desarrollarán la mayoría de su vida diaria en el ámbito ambulatorio (incluida la toma de la medicación oral antineoplásica, en su caso), donde también recibirán otros tratamientos farmacológicos concomitantes para hacer frente a manifestaciones secundarias de la patología o abordar la toxicidad del tratamiento antitumoral (por ejemplo, analgésicos opioides, antieméticos, etc.). Es decir, acudirán con frecuencia a la farmacia comunitaria, desde donde el farmacéutico también puede desarrollar una crucial labor asistencial. Los antineoplásicos son mayoritariamente medicamentos de estrecho margen terapéutico y toxicidad potencialmente alta, que pueden requerir ajustes frecuentes de dosis en función de la evolución y tolerabilidad por el paciente, por lo que el seguimiento por el equipo de atención especializada resulta clave, así como su continuación en la atención primaria. Teniendo en cuenta lo anterior, la coordinación asistencial entre los farmacéuticos especialistas de hospital y los farmacéuticos comunitarios es de extraordinaria importancia en los pacientes con cáncer colorrectal, pues contribuye a facilitar y mejorar la monitorización de los tratamientos y a la revisión de la adherencia a los mismos. En la necesaria coordinación de todos los farmacéuticos con otros profesionales sanitarios de atención primaria y especializada, se pueden identificar varias vías de actuación para con los pacientes de cáncer de colon y toda la población a través de los Servicios Profesionales Farmacéuticos Asistenciales. El diagnóstico precoz del CCR permite reducir tanto su incidencia como la mortalidad asociada a este tumor, dado que la supervivencia cuando el diagnóstico se establece en estadios iniciales (0 o I) es superior al 90%. El CCR es además uno de los tumores más susceptibles de prevención a través del cribado poblacional, tanto por la disponibilidad de pruebas de diagnóstico rápido –calificadas como productos sanitarios de diagnóstico in vitro–como por la propia historia natural de este tipo de cáncer, caracterizada por un largo periodo preclínico de progresión silente. Ya en el año 2003, el Consejo de la Unión Europea recomendaba a los Estados Miembros la implementación de programas de cribado de CCR, entre otros tipos de cáncer. En España, la Estrategia del Cáncer del SNS de 2013 recogía esta recomendación e incluía entre sus objetivos implantar programas de cribado de CCR para población de riesgo medio-bajo organizados con carácter poblacional, con una población objetivo de entre 50 y 69 años para realizar una prueba de sangre oculta en heces, con un intervalo de exploración de dos años. Este cribado se incluyó en la cartera de servicios del SNS en el año 2014, con un periodo de cinco años para las Comunidades Autónomas para iniciar la implantación y de cinco años adicionales para alcanzar una cobertura prácticamente universal de la población diana. De acuerdo a los datos del Ministerio de Sanidad (2021), la tasa de participación en 2017 ascendía al 44% de la población, siendo las CCAA de Navarra y País Vasco las que presentaban coberturas más elevadas. El cribado a través de la detección de sangre oculta en heces se considera, desde el punto de vista de la salud pública, una prueba óptima por la sencillez para el paciente, al consistir en un procedimiento mínimamente invasivo, así como por su coste-efectividad. Aunque la presencia de pequeños restos de sangre en heces, no perceptibles a simple vista, puede tener distintas causas, como hemorroides, úlceras o la enfermedad inflamatoria intestinal, dos de las más comunes son los pólipos colónicos y el propio CCR. Existen actualmente distintos tipos de test que permiten detectar hemoglobina en las heces, siendo los más usados el test químico con guayaco y el inmunoquímico. El primero se basa en la actividad pseudoperoxidasa del grupo hemo, que induce la oxidación del guayaco al añadirse peróxido de hidrógeno. Determinados alimentos (como los cítricos) y medicamentos (como los AINEs) pueden interferir en el resultado de la prueba. Por otro lado, el test inmunológico es más sensible y no se ve afectado por la toma de alimentos o medicamentos, por lo que es el más utilizado actualmente. Este test utiliza anticuerpos específicos frente a la globina y los resultados pueden obtenerse de forma automatizada, facilitando la selección de un punto de corte a partir del cual estará recomendado realizar pruebas adicionales, principalmente una colonoscopia (AEG, 2018). La relación de proximidad que existe entre pacientes y farmacéuticos comunitarios coloca a estos profesionales sanitarios en una posición privilegiada para concienciar a la población respecto a la importancia de la prevención del CCR. La accesibilidad de las farmacias es un elemento clave en la implantación efectiva del cribado pues ofrece la posibilidad de que los ciudadanos puedan acudir a las farmacias participantes en el programa a recoger y/o a recibir la información sobre el procedimiento. Actualmente, más de 2500 farmacias comunitarias de País Vasco, Navarra, Cataluña, Murcia, Comunidad Valenciana y Baleares colaboran en programas de cribado de cáncer de colon implantados por las autoridades de salud pública de estas CCAA. Además de la participación en los programas autonómicos de cribado, destaca el papel del farmacéutico comunitario como agente centinela, pues el conocimiento de los síntomas que pueden indicar el desarrollo del CCR (como cambios en el hábito intestinal, incluyendo diarrea, estreñimiento o heces delgadas; sensación de necesidad de evacuar; fatiga y debilidad; pérdida involuntaria de peso) sirven como señal de alarma para la derivación del paciente a la consulta médica.

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