43 MEDICAMENTOS EN ESPAÑA Aspectos fisiopatológicos La queratosis actínica (QA), también conocida como queratosis solar o queratosis senil, es un tipo de lesión maligna de la piel ocasionado como consecuencia de una proliferación excesiva de los queratinocitos epidérmicos. La piel está compuesta por tres capas (Figura 1) que son, de más externa a más interna: epidermis, dermis y tejido adiposo subcutáneo o hipodermis. La epidermis está compuesta por distintos tipos celulares, como los queratinocitos, que constituyen la población celular mayoritaria de esta capa, los melanocitos o las células de Langerhans. Los queratinocitos que presentan una mayor tendencia fisiológica a la proliferación son los basales, es decir, aquellos que se encuentran en la zona más profunda de la epidermis. No obstante, los queratinocitos situados en capas superiores a la basal también son capaces de entrar en mitosis si reciben las señales adecuadas, de tipo hormonal o a través de mitógenos, que aparecen en respuesta a una pérdida de función de la barrera cutánea, frente a una descamación excesiva o frente a daños en la integridad de la epidermis, como una herida. Los queratinocitos, durante su desarrollo, tienden a ascender en la piel hasta llegar a la zona más externa, donde se convierten en células muertas denominadas corneocitos, que realizan una importante función barrera. En condiciones fisiológicas normales, los corneocitos se desprenden a un ritmo sincronizado con la proliferación de queratinocitos. La exposición crónica a la radiación ultravioleta (UV), especialmente a la radiación UVB, induce mutaciones en los queratinocitos que provocan que estas células proliferen de manera descontrolada. Así, la QA es un proceso proliferativo que habitualmente se ha definido como una lesión premaligna, pero que actualmente tiende a considerarse como un carcinoma in situ (a veces considerada como un tipo de cáncer cutáneo no melanoma). Clínicamente, se observan lesiones queratósicas sobre una base eritematosa, de tacto rugoso (ásperas o escamosas), de tamaño habitualmente menor de 1 cm de diámetro, aunque pueden ser de mayor tamaño e incluso, no ser individuales y ser múltiples y conf luyentes; por lo general son manchas de color rosado o rojizo (Figura 2) que, en ocasiones, causan picor, punzadas o dolor, pudiéndose mostrar inf lamada y enrojecida la parte afectada de la piel y a su alrededor. Las lesiones suelen aparecer en regiones cutáneas que presentan signos de daño solar crónico (telangiectasias, alteraciones del pigmento, atrofia, arrugas, etc.), siendo así más comunes en cara, orejas, dorso de las manos y brazos, aunque también pueden aparecer en otras áreas expuestas al sol. Además, es habitual que se desarrolle más de una mancha, que tiende a crecer lentamente a lo largo de meses, pudiendo resultar asintomáticas e incluso imperceptible para el paciente; aunque algunas desaparecen por sí solas, pueden reaparecer. El principal riesgo de las lesiones de QA es que, si no se tratan, pueden evolucionar a un carcinoma de células escamosas, también denominado carcinoma epidermoide (CE), con alto riesgo de hacer metástasis y de mortalidad. Se ha estimado que alrededor del 60% de los CE cutáneos se desarrollan sobre una QA previa. La QA es la patología más frecuente entre los subtipos de cáncer cutáneo no melanoma. La enfermedad afecta en mayor medida a hombres (ratio frente a mujeres de 1,5-2,5:1) y, dado que la exposición crónica a la luz solar se considera la causa principal, la incidencia aumenta con la edad. Se estima que aproximadamente un 34% de los hombres y un 18% de las Tirbanibulina en queratosis actínica Figura 1. Estructura de la piel y su división en diferentes capas. . Figura 2. Manifestación típica de la queratosis actínica.
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