REVISIÓN 30 Acné: causas y tratamiento DIAGNÓSTICO El diagnóstico del acné es fundamentalmente clínico, basado en la presencia de comedones (abiertos o cerrados) y/o lesiones inflamatorias. Existen procedimientos que pueden ayudar al diagnóstico de esta patología, como es el caso de la exploración con luz de Wood, que permite visualizar la presencia de C. acnes en las lesiones comedogénicas (fluorescencia rojo-anaranjada por producción de porfirinas). Para el diagnóstico del acné no se requieren pruebas analíticas salvo que exista la sospecha de alguna patología endocrina como factor desencadenante del acné. Existen diferentes herramientas para valorar su gravedad, aunque son de uso limitado en la práctica clínica diaria. La más sencilla y, a su vez, la más utilizada es la clasificación cualitativa que estratifica el acné en función de la lesión dominante (Tabla 2). TRATAMIENTO El objetivo principal del tratamiento del acné es evitar la aparición de cicatrices, por lo que debe iniciarse lo antes posible. Existen otros objetivos como son reducir o eliminar lesiones, disminuir el impacto psicológico que produce esta patología en el paciente y mejorar el aspecto físico, así como la calidad de vida. Antes de comenzar a tratar el acné se deben conocer los antecedentes personales del paciente y los tratamientos previos utilizados, para poder diseñar un plan terapéutico individualizado. Es importante explicarle la evolución del proceso, advirtiendo que puede ser necesario mantener la terapia durante meses o años, para así favorecer la adherencia al tratamiento. Además, se debe explicar a los pacientes que la mejoría clínica no es inmediata, sino que comienza tras 6-8 semanas de tratamiento. Existen varias estrategias para favorecer el cumplimiento terapéutico, como el uso de combinaciones fijas en los productos tópicos (frente a la utilización de varios productos tópicos por separado). La combinación de fármacos en la misma administración presenta dos ventajas fundamentales: por un lado, simplifican el régimen terapéutico, lo que favorece la adherencia al tratamiento y, por otro lado, de forma simultánea actúan frente a varios factores patogénicos del acné (Azaña et al., 2021). Es muy importante aconsejar al paciente sobre los productos de higiene que debe usar en el domicilio de forma complementaria al tratamiento pautado, tales como cremas hidratantes no comedogénicas, así como evitar productos que contribuyan al desarrollo del acné. Se recomienda la utilización diaria de un jabón facial suave, pero la higiene excesiva puede alternar la barrera cutánea potenciando así la irritación provocada por los tratamientos tópicos. Conviene realizar revisiones periódicas a los pacientes para así favorecer la adherencia terapéutica e indagar acerca de la posible existencia de factores desencadenantes o agravantes de la patología. Por otro lado, en aquellos pacientes refractarios al tratamiento, se debe excluir la foliculitis por microorganismos gramnegativos, principalmente en aquellos que han sido tratados con antibioterapia de forma continuada. Actualmente no se ha establecido un consenso unificado sobre el tratamiento de esta patología, existiendo diversas opciones terapéuticas. En los últimos años, la utilización de antibióticos para el tratamiento del acné ha ido disminuyendo significativamente debido al aumento de las resistencias microbianas, limitándose de esta forma el empleo a aquellos fármacos que presentan adicionalmente propiedades antiinflamatorias (macrólidos, tetraciclinas) y de manera preferible por vía tópica. Se ha observado un incremente considerable de cepas de C. acnes resistentes (principalmente a eritromicina) en hasta un 50% de la población con patología acneica, lo cual no solo puede reducir la eficacia del tratamiento antibiótico sino que también puede favorecer el desarrollo de infecciones concomitantes. En resumen, el uso de antibióticos debe quedar limitado a aquellos pacientes en los que sea exclusivamente necesario, siempre durante el menor tiempo posible (Walsh et al., 2016). Se han descrito una serie de recomendaciones para reducir el riesgo de aparición de cepas bacterianas resistentes, que deben valorase previamente a la No inflamatorio Inflamatorio Tabla 2. Estadificación cualitativa del acné. Tomada de (Azaña Defez et al., 2021). GRADO 0. Preacné: seborrea, comedones aislados centrofaciales. GRADO 1. Comedoniano. GRADO 2. Inflamatorio superficial o pápulo-pustuloso. GRADO 3. Inflamatorio profundo o nodular. GRADO 4. Nódulo-quístico (“forunculoide”, conglobata). Figura 4. Fluorescencia anaranjada por porfirinas producidas por C. acnes. Tomada de (Azaña et al., 2021).
RkJQdWJsaXNoZXIy MTEwMTU=