487 MEDICAMENTOS EN ESPAÑA Nirmatrelvir / ritonavir y tixagevimab / cilgavimab en COVID-19 muestras de saliva. Sin embargo, la capacidad de esta técnica para determinar la duración de la infectividad de los pacientes es muy limitada. No obstante, todo lo anterior aplica en menor medida a la variante ómicron del SARS-CoV-2 que actualmente domina en Europa, y a su linaje Ba.2 u “ómicron silenciosa”, en creciente expansión a nivel internacional. La aparición de esta variante en el último trimestre del año 2021 y su rápida generalización han supuesto desde entonces un cambio importante en la epidemiología de la COVID-19, conducente, por ejemplo, a la generalización de los test de antígenos de autodiagnóstico como prueba más extendida para la detección del virus o a la actual gripalización de la enfermedad, con una relajación parcial de las medidas preventivas y de vigilancia epidemiológica que han imperado en los últimos meses. Esto es debido a que la variante ómicron incorporó –gracias a sus mutaciones, sobre todo en la proteína S del virus– frente a otras variantes anteriormente predominantes (como alfa o delta) una mayor capacidad de escape a la inmunoprotección inducida por la infección natural con otras variantes o por vacunas y un notable aumento de la transmisibilidad, pero también una menor gravedad de los casos. Desde el punto de vista de la terapéutica, el manejo de la COVID-19 se ha desarrollado por completo desde mediados del año 2020 y durante 2021 y 2022, a medida que ha ido avanzando el conocimiento biomédico sobre el virus y la patología, tal y como se ha venido comentando en detalle en números previos de Panorama Actual del Medicamento. Se recomienda consultar la revisión monográfica (Fernández-Moriano, 2021a) y los distintos artículos publicados a este respecto. Desde un principio, fueron numerosos los fármacos potencialmente candidatos que se investigaron en ensayos clínicos y para los cuales se ha descartado la eficacia terapéutica (por ejemplo, hidroxicloroquina, azitromicina o lopinavir/ritonavir). Los dos primeros fármacos autorizados en la UE para el tratamiento de la COVID-19 grave –pacientes que requieren terapia de oxígeno suplementaria– fueron el antiviral remdesivir y el corticosteroide dexametasona, los cuales han probado su capacidad de reducir significativamente el tiempo hasta la recuperación clínica y la mortalidad, respectivamente, en determinados subgrupos de pacientes. También se ha demostrado el beneficio sobre la mortalidad de tocilizumab en pacientes con enfermedad grave, fundamentado en sus propiedades antiinflamatorias, que atenuarían el proceso hiperinflamatorio a nivel pulmonar. En todo caso, el tratamiento de los casos graves de COVID-19 a nivel hospitalario ha recurrido frecuentemente, además de al tratamiento sintomático de soporte (fluidoterapia, oxígeno, antitérmicos, antibióticos, etc.), al uso off label e incluso al uso compasivo de otras opciones terapéuticas, entre las que sobresalen: plasma hiperinmune procedente de pacientes que han superado la enfermedad (para el cual ya se ha descartado su utilidad en casos graves), de inmunoglobulinas específicas, estatinas, otros corticoides antiinflamatorios o agentes inmunomoduladores dirigidos (como el inhibidor de enzimas JAK baricitinib) y anticoagulantes. De estas terapias, algunas han sido autorizadas en la UE y otras continúan en investigación, habiendo mostrado un impacto variable sobre la gravedad y duración de la COVID-19 según el estadio de la infección y las manifestaciones clínicas. En la actualidad, además de los fármacos que se comentarán en detalle en este artículo, están autorizados para su uso frente a COVID-19 los siguientes: • Remdesivir. • Dexametasona. • Tocilizumab. • Anakinra. • Regdanvimab, casirivimab e imdevimab, y sotrovimab: monoclonales diseñados frente a la proteína S del virus. A diferencia de los anteriores, estos se indican en casos leves o moderados en pacientes que tienen un especial riesgo de empeoramiento y hospitalización. En resumen, el tratamiento de la COVID-19 ha mejorado con la experiencia clínica y aún hay cantidad de ensayos en marcha con diversos fármacos, algunos de los cuales han mostrado resultados preliminares prometedores (plitidepsina, sarilumab, etc.). Pero la pandemia sigue vigente y continúa existiendo una necesidad médica urgente y no cubierta para conseguir medicamentos más fácilmente accesibles o, por ejemplo, de uso por vía oral en el ámbito ambulatorio. Sea como fuere, el gran progreso de la lucha contra el SARS-CoV-2 ha venido determinado por el desarrollo de una prevención farmacológica efectiva y segura mediante vacunas. Se encuentran autorizadas en la UE 5 vacunas: 2 a base de ARNm (Comirnaty® y Spikevax®), otras 2 basadas en vectores adenovirales (Vaxzevria® y COVID-19 Vaccine Janssen®) y la más reciente a base de proteínas recombinantes (Nuvaxovid®, de Novavax, aún no disponible en España). Estos medicamentos, analizados ampliamente en números anteriores de Panorama, han comportado un amplio grado de innovación farmacoterapéutica –sobre todo, las de ARNm (Fernández-Moriano, 2021b)– y han abierto la puerta a la esperanza de la erradicación de la pandemia y la vuelta a una vida sin restricciones sociales.
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