PAM453

441 REVISIÓN La investigación clínica en la obtención de nuevos medicamentos molestias causadas, etc., pero no en función del riesgo potencial al que el sujeto se pueda ver expuesto; de hecho, el riesgo aceptable en un ensayo en ensayo de fase I es el mínimo: el mismo riesgo que supondría la realización de tareas cotidianas. No obstante, los ensayos de fase I enrolarán pacientes que sufren la enfermedad cuando el fármaco sea tóxico (por ejemplo, en el caso de fármacos anticancerosos) o cuando existan cambios farmacocinéticos asociados a la enfermedad. Dentro de este tipo de estudios se encuentran los ensayos de bioequivalencia, que tienen por objetivo demostrar que dos formulaciones del mismo principio activo son bioequivalentes, esto es, que no demuestran inferioridad ni superioridad y sus curvas de concentración frente al tiempo son similares (su biodisponibilidad no puede diferir en más de un ±20%, incluyendo valores de todo el rango y pasando siempre por el 0, la no diferencia). La demostración de bioequivalencia no suele ser sencilla, pues hay que demostrar en nuevos ensayos que los fármacos presentan equivalencia terapéutica, pero también equivalencia farmacéutica (mismo principio activo, misma dosis, misma formulación y distintos excipientes que no afecten de forma significativa a la velocidad de disolución/absorción) y farmacocinética (que alcancen las mismas concentraciones plasmáticas). Este tipo de estudios se realizan para la comercialización de fármacos genéricos o ante cambios en la formulación de un innovador. Fase II: la segunda etapa de la evaluación de un nuevo medicamento en humanos tiene por objetivo principal el de proporcionar información preliminar sobre eficacia –estudios de exploración terapéutica– y establecer la posología a emplear en una indicación concreta; también evaluarán la seguridad del fármaco a corto plazo. Estos ensayos se realizan en pacientes y en un número relativamente pequeño (sin superar las varias centenas), que son seleccionados según criterios restrictivos, conformando, pues, una población de estudio bastante homogénea. Algunas clasificaciones distinguen entre ensayos de fase IIa y ensayos de fase IIb. Los primeros son estudios piloto de búsqueda de dosis realizados en pocos pacientes y que no suelen estar controlados, en los que las dosis se buscan a través de diseños de dosis escalonadas o de dosis-respuesta paralelos. Los ensayos de fase IIb se realizan en un número ligeramente superior de pacientes, para demostrar la eficacia de forma más rigurosa, y suelen ser controlados. Fase III: su objetivo principal es confirmar la relación beneficio/riesgo del medicamento en investigación en comparación con las alternativas terapéuticas disponibles o con placebo si no existiesen en una indicación determinada. Por tanto, se evaluará la eficacia y también la seguridad. Por su propia finalidad, se realizan en pacientes: al ser estudios de confirmación terapéutica, la población en estudio es mayor (de las varias centenas a varios miles de sujetos). De nuevo, algunas clasificaciones distinguen entre fase IIIa y fase IIIb. La fase IIIa englobaría a los denominados ensayos fundamentales o pivotales, determinantes para la autorización de un nuevo medicamento porque constituyen la base de la evidencia terapéutica que las autoridades regulatorias exigen para la aprobación de un medicamento y que será por ellas evaluada. Los ensayos de fase IIIb serían aquellos que comienzan una vez se ha iniciado la tramitación de una solicitud de autorización con el objetivo de seguir recopilando más datos de eficacia y seguridad. Fase IV: son ensayos que se realizan una vez el medicamento ha sido autorizado y ha salido al mercado, por lo que se les llama también estudios poscomercialización o posautorización. Se realizan para estudiar los efectos del medicamento en una población mucho mayor: permiten evaluar su eficacia en las condiciones habituales de uso o en combinación con otros medicamentos y su perfil de efectos adversos (farmacovigilancia), permitiendo incluso definir posibles nuevas indicaciones (que tendrían que estudiarse a fondo en ensayos de fase III). Dentro de los estudios poscomercialización también pueden desarrollarse estudios observacionales (de seguridad o estudios de calidad de vida), estudios farmacoeconómicos y estudios de utilización de medicamentos. Estos no serían ensayos de fase IV como tales, ya que ese término se reserva para los estudios experimentales que siguen una metodología establecida. Hay otras situaciones que no se consideran investigación clínica propiamente dicha [véase apartado siguiente]. Sea como fuere, las características de las fases de la investigación clínica hasta aquí expuestas representan generalizaciones no aplicables a la totalidad de los casos. De hecho, algunos medicamentos llegan a ser autorizados por las agencias reguladoras –mediante la figura de la autorización condicional– sin haber completado los ensayos de fase 3; esto ocurre, por ejemplo, con medicamentos huérfanos para enfermedades potencialmente mortales o contextos terapéuticos sin alternativas. Igualmente, hay casos en que los ensayos

RkJQdWJsaXNoZXIy MTEwMTU=