PAM453

APUNTES HISTÓRICOS 563 La farmacia del globo 9 El Cadagua, 1909, año II, nº 50 p. 4; España Libre, 1913, año III, nº 750 p. 3, entre otros muchos. Un anuncio de la oficina de farmacia puede verse en Anuario del Comercio, de la Industria, de la Magistratura y de la Administración, 1901, p. 78. 10 La Arsina, según el Diccionario de Farmacia del Colegio de Farmacéuticos de Madrid. Madrid: Imprenta de los señores Martínez y Bogo, 1865, Tomo I (parte I) p. 336. rresponde a una transliteración de su apellido catalán Cunill a otro con resonancia alemanas, acaso por la fama en esos años de la ciencia desarrollada por esos pagos y porque se empleaba para tratar la tuberculosis, y el descubridor de la bacteria causante del mal, Robert Koch, lo era. Aunque el investigador alemán empleó la tuberculina como vacuna contra la enfermedad, hasta 1921 no se consiguió una plenamente eficaz, a cargo de Albert Calmette (1863-1933), del Instituto Pasteur, y Camille Guérin (1872-1961), del Instituto Microbiológico de Lille. En ese largo lapso de tiempo se emplearon muchos medicamentos, entre ellos el citado, cuya propaganda lo hacía eficaz contra La Tuberculosis, Neurastenia, Escrófula, Anemia, Raquitismo, Neuralgias, enfermedades del estómago… además de considerarse un supremo tónico reconstituyente9; en definitiva, un auténtico curalotodo al modo de los charlatanes de feria. No era, al contrario de las panaceas de los embaucadores, un remedio secreto. Su composición la declaraba el preparador: fosfoglicerato de cal, utilizado entonces y ahora como suplemento nutricional, Arsinal10 , que, según el Diccionario de Farmacia, son compuestos formados por el Kacodilo –ahora cacodilo– (un compuesto organoarsénico, aceitoso y venenoso, muy maloliente) con los ácidos clorhídricos, bromhídricos… No sé cómo y porqué lo utilizaría, pues es tóxico y se pensó en emplearlo como arma química durante la primera guerra mundial. Lo añadiría en cantidades muy pequeñas, dada su afición a la homeopatía; de lo contrario, habría acabado ante un tribunal por envenenamiento. A eso le añadía principios activos de la Cinchona, del Strignos y del Teobroma, es decir, acaso quinina, estricnina –evidentemente también en pequeñísimas cantidades– y cacao, para obtener un producto agradablemente aromatizado. Lejos de considerarse peligroso o absurdo, obtuvo el Gran Premio de la exposición de Génova de 1908 (Figura 5), la copa de oro en ese mismo evento y otra distinción en Londres. No he sido capaz de localizarlos y no sé si se trató de una exposición industrial farmacológica, de otro tipo, o simplemente un recurso de mercadotecnia. El Doctor Trasserra no se dedicó solo a su específico, también dispensó remedios más tradicionales, como el sinapismo de mostaza (Figura 6), cuyas instrucciones de uso venían tanto en el sobre como en el mismo sinapismo, en donde se aconsejaba contra tos, ronquera, ahogo, asma, asfixia, colapso, dolores de pecho, convulsiones, cólera (sobre todo del bajo vientre, crup (difteria), gota, congestión cerebral, tosferina, jaqueca, alferecía (enfermedad con pérdida de conocimiento y convulsiones), parálisis, dolores nerviosos, neuralgias, desvanecimiento, zumbido de oídos, reumatismo, dolores de espalda, desmayos, dolores de muelas, etc. Lo más sorpresivo de esa retahíla de indicaciones, algunas de mucha importancia, es el etcétera. No se conformaba con las mismas, sino que según nuestro buen boticario podía emplearse para muchas cosas más (Figura 7). Otro específico –no sé cómo llamarlo– preparado por ese afamado farmacéutico y edil madrileño, de origen barcelonés, fue la Triple agua de colonia “Globo” higiénica. Según su preparador, cura las neuralgias, fortalece la vista, suaviza la piel perFigura 5. Figura 7. Figura 6.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTEwMTU=